“En Rancho Gubiña no tenemos nada que festejar”
El pueblo zapoteca celebraría 135 años como municipio; hoy está de luto
El moño negro colocado bajo la bandera mexicana se impone sobre los decorados septembrinos colgados a lo largo de los arcos del palacio municipal. Es la señal de luto por la tragedia que vive este pueblo zapoteco.
En condiciones normales, la población de Rancho Gubiña estaría de fiesta por cumplir 135 años como municipio; sin embargo, los ciudadanos ahora viven en las calles y en los patios, sus viviendas colapsaron con los sismos del 7 y 23 de septiembre y su ánimo está derribado. El festejo quedó atrás. Hay luto, llanto y dolor.
“No tenemos nada que festejar”, dijo doña Rosa Vásquez Benítez, rodeada de sus familiares que, en casi un minuto, perdieron cuatro casas de tejavana donde vivían unas 30 personas, entre niños y adultos.
Al igual que miles de hidalguenses, esta familia espera el amanecer en la intemperie.
La vivienda de doña Rosa, colindaba con la de sus hermanos y la de su mamá, María Luisa Benítez, en la quinta sección, donde las mujeres tejen palma en cintas largas, para la confección de bolsas, y los hombres se dedican a la pesca. “Por ahora no tejemos porque todo se moja con las lluvias y no se puede secar”, aseguró la mujer zapoteca.
En años anteriores la gente se alistaba con sus hijos para ir a la feria, a las corridas de toros —que realizaban en un corral cercano al palacio— y a disfrutar de los bailes, luego de la misa de San Pedro Apóstol, el santo patrono de la localidad, pero desde la noche del jueves la vida está detenida.
Los pescadores no van a la pesca, las mujeres no tejen, nadie va a las corridas de toros ni a la feria porque las festividades se suspendieron. Ni siquiera acuden a misa porque la iglesia quedó dañada.
El terremoto provocó la muerte de ocho personas en esta localidad; cerca de 200 casas se desplomaron y 700 más tendrán que ser demolidas por daños graves.
Además, en el lugar existe descontento con las autoridades. El alcalde Wilson Sánchez fue acusado de cobrar mil 500 pesos por enviar maquinarias y camiones de volteo para demoler viviendas y retirar escombros, pese a que aseguró que por la emergencia no se cobraría ningún trámite o pago extra.
Las calles de esta comunidad muestran el añejo abandono. Son intransitables por tanto lodazal que dejaron las lluvias de seis días.
Sin dinero para lonas. La mayoría de las familias de esta comunidad, también conocida como “Rancho Pobre”, vive en los patios sin siquiera una lona para refugiarse del clima.
“No tenemos lonas, le pedí al gobierno del estado de Oaxaca que nos enviaran unas 2 mil y le solicité a la Asociación Mexicana de Empresas Eólicas (Amde) otras 4 mil, pero no hemos tenido respuesta”, aseguró el alcalde Sánchez Chávez, a quien los pobladores exigen el uso de los ingresos municipales.
Pese a todo, y en medio del luto, una imagen rompe la penumbra: son 46 niños músicos, quienes sacaron fuerzas para interpretar unas piezas y recordarles a los entristecidos pobladores que Rancho Gubiña es entusiasta y trabajador.