Los muertos de Tilpan descansan sobre el agua

La distancia de la cabecera municipal es tanta que, desde hace 80 años, la comunidad de San Felipe Tilpan decidió darles sepultura en una isla frente a su pueblo

El cementerio, situado en una isla, cuenta con unas 400 tumbas; para llegar es necesario hacerlo en lanchas. (YURIDIANA SOSA. EL UNIVERSAL)
Municipios 31/10/2017 14:50 Yuridiana Sosa San Pedro Ixcatlán, Oaxaca Actualizada 14:50

En San Felipe Tilpan los muertos descansan sobre el agua. Lo hacen así porque la distancia de la cabecera municipal es tanta que, desde hace 80 años, la comunidad decidió darles sepultura en una isla frente a su pueblo.

El cementerio emerge entre las aguas del lago Miguel Alemán que alimenta la presa del mismo nombre y en estas fechas se convierte en el escenario de la danza Toxo-ho, un ritual compuesto  por cantos y bailes bajo el ritmo del violín, el tambor y la guitarra. Así es como la cultura mazateca de la región de la Cuenca del Papaloapan invoca a sus muertos.

La danza, que en mazateco significa fruto de ombligo, es una interpretación ancestral que perdura en Tilpan, ubicada a hora y media en carretera de San Pedro Ixcatlán, la cabecera municipal. Luego, es necesario hacer un recorrido de 30 minutos en lancha para llegar hasta esta comunidad mazateca.

Las celebraciones comienzan el 27 de octubre en San Felipe, es a partir de este día  cuando los intérpretes de la danza tienen el permiso de los difuntos para comenzar los ritos, los cuales   terminan hasta el 2 de noviembre.

Envueltas en los vientos de la sierra que acarician  esta parte de la Cuenca, las calles empinadas de San Felipe reciben a los danzantes. Se trata de jóvenes ocultos detrás de  máscaras de madera,  vestimenta de manta y sombreros de lías de bejuco. Son ellos  los encargados de honrar las almas de sus difuntos que descansan en el cementerio sobre las aguas.

Situado en una isla, el lugar cuenta con unas 400 tumbas cubiertas por un espeso arbolado. Para llegar es necesario hacerlo en lanchas, por lo que a primera hora del 1 noviembre los bailarines cumplen la misión de “transportar” a los niños difuntos hasta los que fueron sus hogares terrenales. La fiesta continúa durante todo el día. Los bailarines interpretan música tradicional escrita  para esa fecha. Piezas únicas y a la vez antiguas. 

Francisco Martínez  baila desde los nueve años. Ahora con 39, y 30 años como danzante, él es encargado de convocar a niños y jóvenes para que no se pierda el ritual. Aunque por temporadas sale de su localidad, por su trabajo de albañil, siempre regresa antes de las fiestas a los muertos.

La creencia entre los mazatecos dice que quien participa en la danza del Toxo-ho debe hacerlo por siete años o será maldecido. “Ya pasé la cuenta, no sé si al principio por miedo, pero ahora lo hago por amor a mi cultura porque deseo que mis hijos y luego mis nietos también bailen Toxo-ho”, expresa Francisco.

El 2 de noviembre los danzantes vuelven al panteón para regresar a su morada a los espíritus de los niños y quedarse todo el día al convivio con las almas de los adultos, a quienes despiden por la noche para volver a encontrarse con ellas el año próximo.

El resto del año la vida en San Felipe continúa. Pero la muerte es algo que sigue presente en el día a día, tanto que la comunidad ya está lista para cuando su isla-cementerio no pueda albergar a otros muertos. Para ello, dice Enrique Zenteno, secretario municipal, ya se reservó otra isla de tres hectáreas, lo que garantiza el  derecho a reposar sobre las aguas.  

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