Basquetbol, un deporte para alejar a las infancias de Oaxaca de la violencia; madres sostienen a los equipos
Hace más de años, La Joya, ubicada entre la Sierra Sur y la Mixteca de Oaxaca, comenzó a impulsar a los pequeños para integrarse al basquet, el único deporte que ayuda a las infancias triquis a soñar con una vida sin pobreza y violencia
Putla de Guerrero. – Beatriz Vásquez y otras seis madres de familia dejan sus actividades de comerciantes, amas de casa y cuidadoras para acompañar a sus hijos a entrenamientos y partidos de basquetbol, un deporte que se ha convertido en parte de la identidad de comunidades indígenas de Oaxaca como una opción ante la pobreza, la violencia y la migración. Los pequeños conforman el equipo oficial de Concepción de Guerrero, Putla, donde quedan menos de 10 personas hablantes del náhuatl.
Hace más de dos años que en la Concepción de Guerrero, localidad conocida como La Joya, ubicada entre la Sierra Sur y la Mixteca de Oaxaca, las autoridades, vecinos y madres de familia comenzaron a impulsar a los pequeños para integrarse al básquet, considerado como parte de la entidad de estas comunidades indígenas por generaciones y el único deporte que ayuda a las infancias de pueblos como los triquis a soñar con una vida sin pobreza y violencia, y que existen opciones a la migración.
Fu así que en La Joya se conformó un equipo oficial, el cual se sostienen las madres, las autoridades y aficionados del deporte.
Beatriz Vásquez es madre de Leonardo Félix de 13 años de edad, uno de los integrantes del “Club de Basquetbol, La Joya”, Beatriz se dedica a la venta de quesos, además de los cuidados de su familia. Su esposo es taxista. Durante el día del partido de exhibición dejó todos sus quehaceres, para dedicarse a su hijo y a organizar una comida para todos los niños, junto a las otras madres.
“Cuando inició este proyecto, yo estaba en el cabildo y desde ahí he visto que se requiere de mucho compromiso, disciplina, creo que el deporte es formativo, trabajar en equipo”, cuenta, mientras espera que todo termine y pueda recoger las cosas.
Junto a las otras madres de familia, indican que acompañar a los niños, apoyarles, implica retos, gastos, tiempo y muchos esfuerzos.
“Cuando se trata de salidas, nuestras familias corren con los gastos, y otro tanto se busca cómo hacerle, haciendo rifas, venta de postres o pidiendo cooperación”, dicen.
“Atrás del niño siempre debe de estar alguien para apoyarles, para que salgan, exploren y conozcan y que ellos vean que son capaces de perseguir sus sueños”, resaltan.
Las madres señalan que el básquet les ha traído un mejor vínculo con sus hijos, pero además conformar redes de apoyos entre las mamás y las familias, principalmente entre los propios niños. “Cuando alguna mamá no puede acompañarnos, nos confía sus hijos y todas estamos nos hacemos cargo de ellos”.
Yarisma González, es otra madre, “tratamos de acompañarlos siempre, donde los invitan nos vamos con ellos, para echarles porras y cuidarles”, comenta, mientras es acompañada de todas las madres de familia.
El deporte se ha vuelto una de las opciones para los niños en La Joya, pues es una de las comunidades que mayormente expulsa migrantes, principalmente los hombres se van a trabajar a Estados Unidos.
Aunque muchos de ellos también se dedican al comercio y al campo, otros pocos a la ganadería, pues la comunidad es asentamiento de lo que alguna vez fueron los pastores, pues Concepción de Guerrero fue parte de la ruta ganadera Costa-Puebla.
Las autoridades comunitarias dicen que, aunque las familias apoyan a los jóvenes en el deporte, a veces los gastos son elevados, porque constantemente salen a encuentros en otras comunidades y en otros municipios, y por ello, ocupan recursos.
“Hacemos lo que podemos porque los recursos que nos llegan no son suficientes porque somos un pueblo muy pequeño, ojalá hubiera instituciones o que el municipio pudiera apoyarles con un poco de recursos”, señala la agente municipal, Reyna Herrera González.
Entre las urgencias del equipo está tener un entrenador o entrenadora de manera permanente, con un salario digno. La actual entrenadora les ayuda de manera de tequio, pero debido a sus ocupaciones, a veces le es complicado asistir a los pequeños.
“Para que el club permanezca ha sido fundamental el apoyo de las mamás, han sido un trabajo coordinado, para la organización y las salidas, siempre están”, destaca la entrenadora Anel Hoyos González.
En este contexto, Anel también cree que es necesario el apoyo al deporte desde los gobiernos, porque aparte de sostener a un equipo, es necesario contar con una persona que les entrene no sólo al equipo, sino para impulsar a más infantes el gusto al deporte.
“El deporte es un medio para la educación del niño, para su desarrollo integral, desde ahí es primordial para los niños, aunque acá somos afortunados porque hay una descendencia de basquetbolistas”.
El básquetbol también ha sido un puente de comunicación entre los jóvenes, las familias y los vecinos de La Joya con la comunidad migrante, “cuando hacen transmisiones en vivo de los partidos en redes sociales, todos los familiares que están allá, los ven jugar, les apoyan y están al pendiente de lo que hace el equipo”.
El basquet, deporte de los abuelos
Don Marcelino Eufracio Herrera tiene 102 años, cada que puede con la ayuda de su familia acude a ver a su nieto, sobrinos y demás niños a jugar, “estoy contento de verlos jugar. Yo jugué mucho básquetbol, con pelota hecho de puro cuero de toro, ahora ya no cuesta nada jugar…”, dice entre risas, aclara que, aunque ya no escucha, ve a los jóvenes, aunque tampoco reconoce sé quién es quién.
En el partido de exhibición, también estuvo presente Aureliano Herrera de 100 años, compadre de don Marcelino, relata que también fue jugador por muchos años, “yo jugaba con él, íbamos y hasta al otro día regresamos porque no había carretera”, cuenta que de premio les daban un listón adornado de flores. Ahora cada que puede, ve jugar a los pequeños, presume entre risas que él fue uno de los mejores jugadores en su generación.
“Para la comunidad es muy importante el básquetbol, porque desde siempre se ha jugado este deporte, si los muchachos se preparan y se dedican al deporte, y a la escuela, no va ser necesario migrar, si ellos le echan ganas, serán hombres del futuro. Que el deporte los mantenga en la escuela”, expresa Miguel González, ex agente, quien impulsó el deporte hace más de dos años en La Joya; “esto surgió de imprevisto, pero luego fue agarrando forma, la idea fue que los abuelos basquetbolistas vieran jugar a sus nietos, ahora cuando van a jugar, regresan siempre con algún lugar y me siento muy orgullo de ellos”, explica. Agrega que sus nietas también juegan, pero en Estados Unidos, porque sus hijos viven allá.
¿Qué nos queda?
Cuando la noche cayó este lunes en Putla de Guerrero y el rumor de que la violencia que en semanas recientes escalaba en la zona triqi comenzó a tomar fuerza, pocos imaginaban que Rigoberto Martínez Sandoval, entrenador de básquetbol que había dedicado su vida a impulsar este deporte sería la siguiente víctima sólo unos minutos después de terminar de entrenar con un equipo de niños del municipio.
Su asesinato a balazos, en un ataque directo, sacudió a todos los habitantes de estas comunidades puesto que en tres décadas de conflictos políticos y sociales en la región triqui baja que han dejado decenas de muertos y cientos de desplazados, se trata de la primera vez que la violencia toca al básquetbol, por lo que muchas ligas locales, la regional, del estado, e incluso de otras entidades, así como clubes deportivos se han pronunciado tras el asesinato de Rigoberto.
“El deporte, la cultura y el arte son la solución de tantas problemáticas que se están viviendo en el país. No debemos de bajar los brazos (…)Que las generaciones que él dejó bajo su mentoría sigan estas enseñanzas. Esperemos que estas historias jamás se vuelvan a repetir”, indicó Sergio Zúñiga, excoordinador del proyecto “Gigantes descalzos de la montaña” que visibilizó hace años a las infancias triquis y su pasión por el deporte.