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“Cuando inició este proyecto, yo estaba en el cabildo y desde ahí he visto que se requiere de mucho compromiso, disciplina, creo que el deporte es formativo, trabajar en equipo”, cuenta, mientras espera que todo termine y pueda recoger las cosas.
Junto a las otras madres de familia, indican que acompañar a los niños, apoyarles, implica retos, gastos, tiempo y muchos esfuerzos.
“Cuando se trata de salidas, nuestras familias corren con los gastos, y otro tanto se busca cómo hacerle, haciendo rifas, venta de postres o pidiendo cooperación”, dicen.

“Atrás del niño siempre debe de estar alguien para apoyarles, para que salgan, exploren y conozcan y que ellos vean que son capaces de perseguir sus sueños”, resaltan.
Las madres señalan que el básquet les ha traído un mejor vínculo con sus hijos, pero además conformar redes de apoyos entre las mamás y las familias, principalmente entre los propios niños. “Cuando alguna mamá no puede acompañarnos, nos confía sus hijos y todas estamos nos hacemos cargo de ellos”.
Las autoridades comunitarias dicen que, aunque las familias apoyan a los jóvenes en el deporte, a veces los gastos son elevados, porque constantemente salen a encuentros en otras comunidades y en otros municipios, y por ello, ocupan recursos.

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“Hacemos lo que podemos porque los recursos que nos llegan no son suficientes porque somos un pueblo muy pequeño, ojalá hubiera instituciones o que el municipio pudiera apoyarles con un poco de recursos”, señala la agente municipal, Reyna Herrera González.
Entre las urgencias del equipo está tener un entrenador o entrenadora de manera permanente, con un salario digno. La actual entrenadora les ayuda de manera de tequio, pero debido a sus ocupaciones, a veces le es complicado asistir a los pequeños.
“Para que el club permanezca ha sido fundamental el apoyo de las mamás, han sido un trabajo coordinado, para la organización y las salidas, siempre están”, destaca la entrenadora Anel Hoyos González.
En este contexto, Anel también cree que es necesario el apoyo al deporte desde los gobiernos, porque aparte de sostener a un equipo, es necesario contar con una persona que les entrene no sólo al equipo, sino para impulsar a más infantes el gusto al deporte.
“El deporte es un medio para la educación del niño, para su desarrollo integral, desde ahí es primordial para los niños, aunque acá somos afortunados porque hay una descendencia de basquetbolistas”.
El básquetbol también ha sido un puente de comunicación entre los jóvenes, las familias y los vecinos de La Joya con la comunidad migrante, “cuando hacen transmisiones en vivo de los partidos en redes sociales, todos los familiares que están allá, los ven jugar, les apoyan y están al pendiente de lo que hace el equipo”.

Don Marcelino Eufracio Herrera tiene 102 años, cada que puede con la ayuda de su familia acude a ver a su nieto, sobrinos y demás niños a jugar, “estoy contento de verlos jugar. Yo jugué mucho básquetbol, con pelota hecho de puro cuero de toro, ahora ya no cuesta nada jugar…”, dice entre risas, aclara que, aunque ya no escucha, ve a los jóvenes, aunque tampoco reconoce sé quién es quién.
“Para la comunidad es muy importante el básquetbol, porque desde siempre se ha jugado este deporte, si los muchachos se preparan y se dedican al deporte, y a la escuela, no va ser necesario migrar, si ellos le echan ganas, serán hombres del futuro. Que el deporte los mantenga en la escuela”, expresa Miguel González, ex agente, quien impulsó el deporte hace más de dos años en La Joya; “esto surgió de imprevisto, pero luego fue agarrando forma, la idea fue que los abuelos basquetbolistas vieran jugar a sus nietos, ahora cuando van a jugar, regresan siempre con algún lugar y me siento muy orgullo de ellos”, explica. Agrega que sus nietas también juegan, pero en Estados Unidos, porque sus hijos viven allá.
“El deporte, la cultura y el arte son la solución de tantas problemáticas que se están viviendo en el país. No debemos de bajar los brazos (…)Que las generaciones que él dejó bajo su mentoría sigan estas enseñanzas. Esperemos que estas historias jamás se vuelvan a repetir”, indicó Sergio Zúñiga, excoordinador del proyecto “Gigantes descalzos de la montaña” que visibilizó hace años a las infancias triquis y su pasión por el deporte.