Copala. — Previo a la llegada de los difuntos, las mujeres de la nación triqui se levantan desde las tres de la mañana para hacer totopos, parte fundamental de las ofrendas para recibir a las ánimas desde el 31 de octubre hasta el 2 de noviembre de cada año.

Para las familias de estas comunidades ubicadas en la región de la Mixteca de Oaxaca, las celebraciones del Día de los Fieles Difuntos son las más cercanas que tienen con sus seres queridos que se adelantaron a la muerte y forman parte de los  festejos más importantes de acuerdo con su cosmovisión.

Por ello, la celebración se vuelve sagrada desde una semana antes de los días festivos: “Desde ahorita empiezan a venir muchas mariposas, dice mi madre que son las almas de nuestros seres queridos que vienen a visitarnos. Durante los días 1 y 2 de noviembre, nadie puede estar en las puertas, para no estorbar en la llegada de las almas”, narra a EL UNIVERSAL Elia Ortiz, una vecina de San Juan Copala.

Las ofrendas para recibir a los difuntos se adornan desde antes del 31 de octubre, pero los alimentos se colocan ese día. Desde una semana antes se comienza con los preparativos,  porque a partir del 31 la casa debe estar bien ordenada y con la puerta siempre abierta, porque en ese en ese momento van entrando las almas para convivir”, dice el agente municipal Guillermo Pérez Flores.

 

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En la cultura triqui, estos días se vuelven sagrados y de total convivencia para con los difuntos, pues señalan que en esos días ni siquiera se puede regañar a los niños, ni pegarle a los animales, para que las ánimas no se sientan ofendidas.

Las familias explican que durante el día 31 de octubre comienzan a llegar las ánimas de los pequeños, por lo que en las ofrendas se ofrecen alimentos para ellos como frijoles, tortillas blandas, agua, jugos y dulces, además de los alimentos tradicionales, como chayotes y calabazas cocidas.

Ya en los días 1 y 2 de noviembre se festeja a los adultos y para ellos se colocan los platillos tradicionales de las familias de esta zona de la Mixteca, como el caldo de res o de toro, así como totopos, refrescos y cervezas.

 

Foto: Juana García

A eso de las nueve de la mañana del día primero, las mujeres terminan de poner sus ofrendas, adornadas de plantas y flores y de la región. “Cuando se termina de poner los alimentos, almorzamos todos, después de eso, se va a visitar a las comadres, todo el día es de paseo acá”, cuenta  Elia.

También durante ese día las personas se pasean de una casa a otra e, incluso, entre  comunidades triquis. Se toma y se bebe con parientes y familiares y se convive con los difuntos.  

“Se come y se toma todo el día, hasta donde aguante tu estómago”, entonan las mujeres triquis de la Cieneguilla y San Juan Copala.

 

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Elia cuenta que ya espera la visita de sus ahijadas y ahijados. Después ella hará lo mismo con otras comadres y así continuamente. “Si yo tengo ahijados ellas me vienen a visitar, me traen caldo de res, pozole, totopo, o lo que ellos cocinaron para su altar y yo les tengo que dar lo que yo prepare para ellos. Los alimentos son para convivir con los familiares y allegados”

Ese mismo día se acude también a convivir en el panteón, con la banda de viento y una fúnebre misa, en honor a los difuntos. Ya en el cementerio, se destapan las cervezas y se sirve el caldo de res y se reparten los totopos, entre las familias.

Los vecinos de San Juan Copala indican que el cementerio de este lugar es donde casi todas las almas emergen, por la antigüedad del lugar. “Es el más antiguo y el primero que establecieron las familias triquis cuando San Juan Copala era el centro ceremonial más importante para nuestra nación”, agrega Guillermo Pérez.

 

Foto: Juana García

 

Totopos, ofrenda triqui

 

Con un conocimiento especial del nixtamal, se hacen los totopos, que no son más que tortillas con un tostado específico, mismas que forman parte fundamental del arte culinario en las ofrendas de las celebraciones del Día de los Fieles Difuntos.

Las mujeres triquis llegan a hacer más de 300 piezas de totopos por familia; nueve piezas acompañan cada plato de caldo de res, en las ofrendas se colocan nueve platos, por lo tanto, son nueve piezas por platillo.

Por la ligereza de los totopos y el tueste, son el alimento de las ánimas durante su retorno al siguiente año, comenta Herlinda Flores de Cieneguilla Copala.

 

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Lo tenue también es para el altar: “La creencia de mi abuelita es que lo que adorna el altar no debe ser muy pesado, porque lo que se pone en el altar es para que se lo lleven los difuntos, para que se puedan llevar su altar. Aunque ahora ha ido variando la mesa del altar, por ejemplo”, agrega Guillermo.

María, otra habitante de la comunidad, recuerda que desde siempre se ha festejado el Día de los  Fieles Difuntos. Su abuela, recuerda, le contaba que se hacían totopos en estas fechas, además de comer caldo de res y adornar los altares con flores y plantas de la región.

Herlinda Flores, por ejemplo, este año pondrá 18 platos con sus respectivos 18 montones de nueve  piezas de totopos a su ofrenda. Comenzó desde el martes pasado a hacer totopos, lleva ya cuatro costales y concluyó este sábado 29 de octubre, para ahora sí dar inicio al ritual y la celebración.

 

Foto: Juana García

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