Bajar la cordillera de montañas desde estos pueblos que viven enclavados en la puerta de la selva es cansado y hasta peligroso para cualquiera; la situación se complica si son enfermos, embarazadas o ancianos.
Foto: Mario Arturo Martínez
Esa fue precisamente la razón principal que expusieron las autoridades de estas comunidades a los representantes del Programa Bienestar cuando les informaron sobre la campaña de vacunación. Solicitaron que en vez de exponer a los ancianos zoques a ese desgaste, las vacunas de la empresa china CanSino subieran hasta la entrada de la selva, pero la petición no logró eco en las autoridades encargadas de la logística.
En cambio, se destinó sólo un día, el miércoles 21 de abril, para vacunar a 140 personas de la nación zoque y a habitantes de las poblaciones aledañas en el centro de salud de General Pascual Fuentes. Sólo 10 ancianos se atrevieron a bajar de la selva.
Además del duro trayecto, también influyó la desinformación para que sólo ese grupo se vacunara contra el virus.
Foto: Mario Arturo Martínez
La agente municipal de San Antonio, Ilcia Jiménez, explica que el funcionario responsable de avisar de la campaña de vacunación transmitió el mensaje a personas ajenas a las autoridades, por lo que creó desinformación entre los habitantes al no venir directamente de la mesa directiva, lo que terminó por no convencer a los ancianos.
“Yo le dije al arquitecto Juan Sabine que subieran las vacunas, pero no me contestó la petición, pues la verdad cuesta mucho bajar a El Jícaro. Si la vacuna la hubieran subido, los abuelos sí se hubieran vacunado en el pueblo. Los hubiéramos convencido, pero la información se la transmitieron a personas ajenas a las autoridades”, explica la agente municipal.
EL UNIVERSAL buscó a la Jurisdicción Sanitaria del Istmo y a la subdelegación de Bienestar para saber cómo se les harían llegar las dosis, pero la primera respondió que la logística es federal y de la segunda no se obtuvo una respuesta.
Foto: Mario Arturo Martínez
Pobladores de la comunidad Benito Juárez consultados por este diario señalan que en esta zona no se les proporcionó información previa a los habitantes, por parte del personal médico del centro de salud, sobre los beneficios y las contraindicaciones de la vacuna. Fue por ello, dicen, que la mayoría se quedó con el rumor de que vacunarse llevaría a la muerte y decidieron no bajar y se quedaron sin vacuna.
Pese a ello, en el domo de la Santa Cruz, en la cabecera de Zanatepec, las autoridades municipales y de Bienestar mantuvieron abiertas las puertas por si “los guardianes de la selva” decidían acudir por la vacuna, pero ya nadie bajó, porque a estos pueblos, los últimos de Oaxaca, el miedo les ganó.