Aunque buscaron subsanar la situación con la implementación de estrategias que no pusieran en riesgo a ellos ni a los alumnos, como las clases individuales en casa de los niños con problemas, el avance académico fue limitado.
“Fue un año muy difícil para todos, porque uno de los principales obstáculos para alcanzar el 100% de los contenidos fue la conectividad, y en la población la señal de internet es muy mala.
“Por ejemplo, de mis 27 alumnos, 10 de ellos no se pudieron conectar. Tuve que ingeniármelas para regularizarlos en mi casa o en casa de cada uno; fue además cansado y desgastante. Ante esa situación crítica, decidimos regresar, aunque sea en las aulas provisionales”, explica la maestra de cuarto grado, Virginia Ramírez Ramos.
Otro de los problemas que observaron durante un año fue que muchos de los padres y madres de familia no contaban con los conocimientos necesarios para orientar y guiar a los niños desde casa siguiendo las instrucciones de los maestros.
Además, el grupo que más dificultades enfrentó durante las clases en línea, según los profesores de la institución, fue el de primer grado; ya que al no recibir clases presenciales en el nivel preescolar, los problemas sicomotrices se acrecentaron al llegar a la primaria.
“Llevamos dos meses de clases presenciales de dos horas durante dos días a la semana, y puedo decir que lo más difícil de resolver son los problemas motrices que arrastran los niños de este nivel, porque les dificulta trabajar con algo tan simple como las tijeras, actividad que desarrollan en preescolar y no lo tuvieron; así que esa situación se tiene que atender de manera presencial, no hay de otra”, manifiesta la maestra de primer grado, Doraceli Sánchez.
“Los niños sólo están dos horas en las aulas, todo el tiempo con cubrebocas. Todos traen su gel antibacterial, no hay recreo y al entrar se les rocía un sanitizante.
“Al final de las clases, cada padre recoge a su hijo y se lo lleva directo a su casa. No permitimos que los niños se muevan en grupos porque se corre el riesgo que se desvíen del camino a sus casas y se lleguen a contagiar en algún punto, así que la responsabilidad de movilizarlos de manera segura recae en los padres”, comenta el director Ahuitzotl Jiménez Pérez.
Las aulas de plástico fueron construidas hace cuatro años por el gobierno estatal, como respuesta provisional a la destrucción de la escuela, tras el terremoto ocurrido del 7 de septiembre del 2017.
Sus desperfectos ya son notorios: comienzan a desprenderse parte de los soportes del techo y los profesores temen que no resista los fuertes vientos.
“Las aulas nos las dieron mientras esperábamos la reconstrucción de los seis salones que se cayeron con el terremoto. Se supone que no sería más de un año, pero llevamos cuatro años y siguen sin entregarnos las nuevas aulas.
“Estos módulos prefabricados comenzaron a presentar fallas desde los primeros meses, en el primer año. Con los primeros vientos se levantó uno de los salones, así de golpe lo levantó una ráfaga. Los niños se asustaron y los maestros lo sujetamos nuevamente con clavos. No van a aguantar mucho más, pero no tenemos de otra en este regreso a clases, regresamos a lo que teníamos antes”, resalta.
Por ello, autoridades y maestros exigen al Instituto Oaxaqueño Constructor de Infraestructura Física Educativa ( Iocifed) que termine la reconstrucción de las seis aulas que ya tienen 70% de avance, pero cuyos trabajos están suspendidos por la falta de recursos del Fondo de Desastres Naturales (Fonden).
La situación de la institución se agravó después de que la Constructora Salcedo, a la que se le habían asignado los trabajos, los defraudara con el dinero que les asignó el Fonden, ya que sólo construyó 30% de los edificios y desapareció.
Después, la obra fue retomada por la empresa Robles y Gopar, que se comprometió a entregar la escuela en 95 días, pero tampoco cumplió, argumentando que Iocifed no le pagó.
De acuerdo con el informe entregado por Adolfo Maldonado, titular de Iocifed, al Congreso del Estado, en el Istmo de Tehuantepec, hay un avance de 98% en la reconstrucción de 282 escuelas dañadas por los sismos, sin especificar cuántos estudiantes continúan abandonados en aulas provisionales como la primaria Miguel Hidalgo, que se adapta a la nueva normalidad con los mismos rezagos de antes de la crisis sanitaria.