Foto: Roselia Chaca
En la familia ampliada de Nancy y Giovanni se enfermaron 14 integrantes, de los cuales, dos murieron; Juan Jiménez de 64 años y Silvia Esteban de 78, padres de Giovanni. Ambos se registraron en la plataforma del gobierno federal en mayo. Recibieron una llamada para darles instrucciones, y al ser personas con problemas de movilidad, se les indicó que no se presentaran al módulo para no exponerse, ya que una brigada de vacunación acudiría a su casa.
“Mi suegra, por obedecer, no fue al módulo; esperó que la fueran a vacunar a su casa por ser diabética, en esa espera estaban ella y mi suegro cuando cayeron enfermos. Mi suegro murió el 11 de abril; mi suegra, 16 días después. La vacunación a los de 60 y más comenzó en Juchitán el 17 de abril, ya no les tocó”, cometa Nancy vía telefónica, desde su hogar.
El Covid trajo dolor y miedo a la familia de Nancy y Giovanni, después de la perdida de dos de sus integrantes evitan salir lo más que pueden, por eso la vacuna significa para ellos una nueva oportunidad de retomar un poco la vida normal que tenían antes de la pandemia. Hoy, los nueve miembros adultos de la familia se han vacunado, sólo esperan los niños y una joven de 19 años.
Pero no todos han querido recibir la dosis en la familia de Nancy. Ella tiene el reporte que un par de tíos por la vía materna y su abuela de 82 años, se negaron a recibir la vacuna por miedo; otros por influencia de la religión evangélica.
Foto: Roselia Chaca
Un mes después de la aplicación de la vacuna a los mayores de 60 años en Juchitán, un funcionario del Programa Bienestar llamó al celular registrado en la plataforma Mi vacuna, que era de un sobrino, y le preguntó el motivo por el que no presentaron a la anciana el día de la vacunación.
“Como yo hice el registro de la tía, anoté mi celular. Un día me hablaron para preguntar por qué no se vacunó, les dije que por miedo. En esa ocasión me comentaron que ella podía acercarse a otras campañas futuras sólo llevando su registro. Le avisé, pero ella sigue negándose a la vacuna por miedo, principalmente”, explicó Daniel Martínez, sobrino de la anciana.
Este joven también reportó que no sólo familiares ancianos se han negado a ser vacunados, también primas suyas mayores de 30 años. El argumento común en todas es el miedo a las reacciones, pero sobre todo por la desinformación que circula en las redes sociales sobre muertes ligadas a las vacunas.