Entre los principales problemas a los que se enfrenta este sector de la población están: la falta de transporte adaptado, pavimentación irregular de las calles y la falta de rampas. En este contexto, los jóvenes realizaron una bicicleta desmontable para silla de ruedas que facilita el transporte de sus usuarios de una manera más cómoda, segura y rápida.
Por su parte, Vanessa comenzó a tomar cursos de emprendedurismo y realizó su tesis acerca de juegos incluyentes para espacios públicos, en la cual proponía juegos para que niños con y sin discapacidad pudieran divertirse juntos. Este proyecto ganó un concurso para mujeres diseñadoras.
Con el dinero obtenido de las competencias lograron comprar herramientas para iniciar su proyecto Ecotenka.
Cuando decidieron enfocarse a crear bicicletas comenzaron a vender sus productos: bicis para vender cafés, en forma de estantes para libros, para llevar cine a zonas rurales, y su favorito: bicis omelettes, donde seis personas pedaleaban mientras un chef cocinaba, así quemaban calorías mientras las ingerían.
A pesar de que Ecotenka parecía una empresa en ascenso, había un proyecto inconcluso que generaba cosquillas en los emprendedores. Fue entonces cuando la DT Bike levantó la mano otra vez. Las personas con discapacidad necesitaban mayor infraestructura “no hay rampas en cada una de las banquetas, tienen que ir sobre el arroyo vehicular que, además, tiene baches. Debe haber una manera más sencilla y segura para que puedan transitar”, explica Amadeo.
El Gobierno de la CDMX en 2015 señaló que si se juntaran todos los baches de la Ciudad, se tendría una superficie de 2 millones 89 mil 968 metros. “Las personas que utilizan sillas de ruedas en muchas ocasiones deben recorrer distancias largas, es peligroso para ellos si sus llantitas se atoran”, detalla Vanessa.
Los primeros prototipos para la DT Bike, dice Amadeo, “eran unas cosas horrendas, eran monstruos Frankenstein”. Sin embargo, querían conocer la opinión de sus posibles clientes, así que asistieron al organismo de Integración al Desarrollo de las Personas con Discapacidad.
La reacción de la gente al ver la silla fue de desagrado y dijeron que era una bicicleta obsoleta. “Creo que esa experiencia ha sido de las más difíciles, pero no nos rendimos y seguimos trabajando. Les preguntamos lo que estaba mal y a las tres semanas regresábamos con cambios”.
Los números estaban en rojo, el dinero se terminaba y la presión de su familia aumentaba.
Después de esto, varias personas los contactaron porque querían tener su propia DT Bike, pero con ajustes.
La mayor gratificación para los jóvenes es encontrarse a sus clientes y escuchar historias de cómo la DT Bike ha mejorado su movilidad. Quieren seguir generando alternativas para que la gente sea independiente.