Con "versos sustentables", Yune va'a busca preservar el cuicateco y los recursos naturales

El Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas produjo el disco Dbaku de Yune Vaá.

Foto: Alicia Pereda Martínez
Nación 10/02/2019 18:30 Alicia Pereda Martínez Actualizada 18:32

Las rimas de Yune va'a (casa del viento) van más allán de la lengua y la música, están comprometidas con la tierra que da la vida. Con 23 años de edad, Alfredo Díaz Nabor no sólo quiere revitalizar el cuicateco —una lengua indígena que según el Inali está en riesgo medio de desaparición— sino también fomentar el cuidado de la naturaleza a través de la cosmovisión de su pueblo.

Estudiante de la Ingeniería en Recursos Naturales Renovables por la Universidad Autónoma Chapingo, Yune va'a es originario de Santa María Pápalo, ubicado en Cuicatlán, de la región cañada de Oaxaca.

—Uno de mis objetivos es mostrarle a la gente que existe el cuicateco, nuestro pueblo es una minoría en cuanto a espacio geográfico y número de hablantes; sólo se habla en esta región de Oaxaca. A veces las personas ni siquiera saben que existimos—, comenta en medio de un campo cultivo, donde un par de campesinos aran la tierra.

De personalidad fuerte, el joven rapero enlista los temas que aborda en sus rimas: migración, violencia contra las mujeres, el trabajo en el campo y las tradiciones de los cuicatecos.

Aunque desde los 11 años ha estado fuera de su comunidad por cuestiones académicas, el oaxaqueño ha sabido contar las diversas realidades en las comunidades indígenas. Está consiente tanto del profundo amor que se le profesa a la madre tierra como de las prácticas de machismo que no se extinguen.

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Un cultivo

A los 15 años, mientras estudiaba la secundaria en la ciudad de Oaxaca, Alfredo comenzó a escribir sus primeros temas de rap en español, era sólo un hobbie. Antes, el movimiento del hip hop llegó a él como la lluvia a los cultivos.

 — El rap llegó a mí con las bandas como Cartel de Santa, Calle 13 o Kinto Sol. Un primo me mostró el género y poco a poco me fue gustando cada vez más.

Sin embargo, por un tiempo Yune va'a abandonó la música y fue hasta la universidad en que desempolvó los micrófonos, pero esta vez con un aire nuevo: combinando el español con su lengua materna de manera profesional y llegando incluso hasta la Hora Nacional.

Entonces Alfredo dejó de ser él mismo para cederle paso a un personaje fuerte y seguro, que en el escenario busca impregnar a sus escuchas de rimas y conciencia.

— Yune va'a es un personaje y yo me adapto a él. Subir al escenario me genera satisfacción y orgullo porque a las personas les doy a conocer mi lengua y me identidad.

Con alrededor de dos años de experiencia profesional, el joven oaxaqueño comenta que su interés por no dejar morir la lengua es casi solitario, al menos desde la ventana del arte. Su comunidad, Santa María Pápalo, carece de músicos y poetas que le rindan honor a sus raíces. Según el Inali a penas más de 12 mil personas hablan la lengua.

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La cosecha

Además, a través de su voz y letras, Yune va'a hace visible su preocupación por el medio ambiente, que está orientada dentro y fuera de su tierra. El joven oaxaqueño desea que los ciucatecos hagan conciencia en torno al cuidado de los recursos naturales y que quienes no pertenecen a su comunidad aprendan del arte con que los campesinos hacen la tierra brotar.

 —Los campesinos tienen saberes que la ingeniería no puede alcanzar (...) Pero además, los pueblos originarios son los mayores dueños de los recursos naturales que existen, con mi música quiero hacer hincapié en su cuidado, que la gente de mi pueblo aprenda a valorar lo que tiene y a defenderlo. Quiero generar identidad.

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Para Alfredo el inicio de 2019 llegó con buenas noticias, a penas hace un mes el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas presentó el disco Dbaku (cuicateco) de Yune Va’a. Con cinco temas originales en letra y música, esta pieza refleja musicalmente géneros diversos que van del huapango, el rock, hip-hop, hasta el funk. El proyecto está dirigido a la juventud indígena.

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