El artista que cambió su obra por un taller con Francisco Toledo

En "Lo abstracto de emprender", Daniel Gómez Íñiguez cuenta sus periplos y enseñanzas que lo llevaron a alcanzar el éxito empresarial.

Foto: Especial
Nación 20/04/2019 08:00 Redacción Ciudad de México Actualizada 13:07

En "Lo abstracto de emprender", Daniel Gómez Íñiguez narra que el pintor oaxaqueño Gabriel Salvador Cruz, quien vivía en la calle, le hizo el trueque de una pintura suya a cambio de un taller con el artista Francisco Toledo, además de diferentes obstáculos por las que atravesó para consolidar su propia empresa.

Sucedió frente a la catedral de Oaxaca. Un hombre descalzo plasmaba con maestría la iglesia tejiendo un hilo sobre otro, entintándolos de manera precaria, acorde con su desamparo económico: "Lo miré fijamente y le pregunté su nombre. No me contestó. Me quedé mirando y pasaron los minutos. Insistí...: ¿en cuánto me vendes el cuadro? Él me respondió: 'no los vendo los regalo'. Ante su respuesta seguí con mi interrogatorio: ¿con qué comes? ¿Dónde vives? Entre que me informaba y forzaba su respuesta apenas me dijo: 'Se me olvida comer. Vivo en las calles'".

Gómez Íñiguez conversa sobre este pasaje de su vida publicado en el libro "El Arte de emprender". El pintor, que sólo aceptaba intercambios, sin levantar la vista del lienzo le dijo: "Sólo porque eres muy insistente te haré el trueque. Siempre he querido estudiar un curso de encuadernación en la escuela de Francisco Toledo".

Gómez Íñiguez pagó el curso y cuatro meses después recibió por correo la obra. Semanas más adelante hospedó al pintor en su departamento de Monterrey.

Los cuadros de Gabriel Salvador Cruz, los primeros regalados o cambiados por comida, ahora cuelgan en las paredes de coleccionistas internacionales. Nacido en Oaxaca en 1975 aprendió el oficio de pintor en las calles de oaxaqueñas en diversos talleres. Cuenta Daniel Gómez que el pintor sufrió de todo, y que trazó en las paredes de su departamento esbozos y figuras acompañados de su falta de costumbre para el baño, vestirse o comer. Daniel Gómez logró colocar un cuadro del pintor en 20 mil dólares, y el artista utilizó cada billete en otra obra. El dinero no le importaba, crear era su meta.

Para Daniel Gómez Íñiguez la enseñanza que le ha dejado aquel pintor oaxaqueño que ahora expone en galerías de diversos países, ha sido que en el arte legítimo lo que importa es el camino que se recorre, no la fama ni el dinero.

A partir de esta metáfora, y después de nueve años y más de 500 conferencias impartidas al rededor del mundo, a Daniel Gómez Íñiguez le sigue sorprendiendo la pregunta que le hacen por la mayoría de los jóvenes que pretenden comenzar un negocio: ¿qué es emprender? Pero intentar definir el “emprendimiento” sería como versar sobre la espiritualidad o la religión, apunta Gómez Íñiguez: existen cientos de opiniones, cada quien tiene una respuesta distinta.

Por eso el reconocido conferencista y empresario regiomontano, catalogado por la revista FORBES como uno de los jóvenes menores de 30 años con mayor impacto global en el mundo de los negocios, decidió compartir su experiencia como emprendedor en su libro "Lo abstracto de emprender"; el cual presentó ante la comunidad de la UDLAP Jenkins Graduate School.

La publicación, que agotó su primera edición de 3 mil ejemplares en menos de un año, relata los lances que este joven ingeniero químico tuvo que afrontar en su vida para consolidar su propia empresa.

A lo largo de 35 capítulos, el lector encontrará una voz en primera persona dispuesta a contar una interesante historia repleta de cambios, dificultades y triunfos. Desde su primer negocio como vendedor de nueces cuando tan solo era un niño, pasando por una itinerante e intrincada vida estudiantil, un viaje iniciático a la India y hasta una desventura con la KGB en Moscú, Daniel revela sus cuantiosos periplos por el mundo, así como los retos y las enseñanzas que lo llevaron a lograr la cima del éxito empresarial.

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