Acapulco: el puerto rehén de cárteles

Las noches de fiesta en el puerto eran conocidas en todo el mundo, ahora no cesan los homicidios; en 2017 ocurrieron 834; en lo que va de este año suman 300

Todos los días en la costera se puede ver a militares, policías federales, estatales y marinos haciendo recorridos de vigilancia. Fotos: Salvador Cisneros
Nación 22/04/2018 16:15 Arturo de Dios Palma Acapulco, Guerrero Actualizada 16:17

Acapulco para muchos fue considerado como el paraíso: playas cálidas, clima envidiable, fiestas interminables, ahora, también para muchos es el purgatorio o el infierno. Desde hace más de una década el puerto está sumergido en la violencia, las muertes, las desapariciones, las extorsiones, la perdida de la vida cotidiana y de turistas. La economía en algunos sectores está colapsada, otros sobreviven, y unos más de plano, ya desaparecieron.

Distintos estudios colocan a Acapulco como una de las ciudades más violentas del país, del mundo. La violencia está en casi todos lados, y últimamente llegó a las playas.

Es el domingo 15 de abril, son las 12:00 horas, la playa Caletilla está llena de bañistas locales, y algún turista que decidió regresar a pesar de que acaban de concluir las vacaciones de Semana Santa.

La escena es cotidiana: niños corren para todos lados sobre la arena, en el mar unos nadan y otros sólo se remojan; los vendedores ambulantes no paran de ofrecer sus productos. Un disparo rompe con la escena, ahora todos corren a protegerse, buscan a sus familiares, y un hombre queda tendido sobre la playa mientras que el oleaje lo golpea. Las autoridades redujeron el crimen a un pleito entre narcomenudistas que disputaban el control de esa playa.  

Es el último asesinato en una playa de Acapulco, pero no es el único.

El gobierno del estado, junto  con la federación han insistido que la Costera Miguel Alemán, la principal franja turística de Acapulco, está blindada de la violencia que se vive en las colonias y en las periferias de ese municipio.   

Todos los días en casi toda esa franja se puede ver a militares, policías federales, estatales y marinos haciendo recorridos de vigilancia, sin embargo, la violencia se ha hecho presente.

En Acapulco en 2017 ocurrieron unos 834 homicidios dolosos, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, y en lo va de este año la cifra ya se acerca a los 300.

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Se acabó la fiesta

Las noches de fiestas en Acapulco eran reconocidas en casi todo el mundo. La diversión en discotecas, bares, restaurantes, cantinas y  tabledance  eran cotidianas.

Juan —el nombre ficticio de un ex empleado de una discoteca que en algún momento estuvo sobre la Costera Miguel Alemán—, cuenta como las noches se volvieron peligrosas, tristes y poco rentables para los empresarios.

Por ejemplo, en la discoteca donde trabajaba ya cerró, pero evoca la última gran noche: en la semana santa de 2010. Dice que durante toda esa noche entraron casi 6 mil personas y se consumieron más de 20 cajas de whisky  Etiqueta Roja. Esa vez, asegura, se rompió un récord en asistencia. Esas noches no han vuelto. Narra que en las últimas noches en que la discoteca estuvo abierta hubo ocasiones donde apenas llegaron 40 parroquianos.

Si alguien conoce la Costera Miguel Alemán, esa es precisamente Laura Caballero: su familia ha tenido negocios en ese lugar desde hace 45 años. Recuerda que no se daba abasto para atender los negocios, ahora, le sobra tiempo.

Precisa que su familia llegó a tener hasta ocho negocios sobre la Costera, ahora sólo tiene uno que ante la ausencia de turistas está luchando por mantener.

Acorralados

En los últimos días, los chóferes y transportistas han vivido acosados por el crimen organizado. En distintas ocasiones han parado el servicio como una medida de seguridad y como una forma de protesta.

Y no es para menos: no sólo los están extorsionando, también los están matando.

El último asesinato fue el viernes en la colonia Jardín Mangos, al poniente del puerto. El dirigente transportista, Nabor de La Paz fue encontrado muerto en la cajuela de un auto.

En los últimos días, los chóferes de camiones de la rutas Base-Caleta y Costera-Renacimiento y Zapata pararon en varias ocasiones para exigir cese la violencia en su contra por parte de grupos delictivos. Denunciaron que han sido amenazadas, además de que les cobran cuota.

Días después también suspendieron el servicio los transportistas que van a las colonias del poniente, al Jardín, Pie de la Cuesta y otras que van a colonias urbanas como Mozimba y rutas que van a las calles 13, 15 y 18.

Desde el inicio de esta disputa en Acapulco, uno de los sectores más vulnerados por el crimen organizado fueron los transportistas, sobre todo, los de las rutas de la periferia de la ciudad, como los que van al Coloso, a la Colosio, al Renacimiento, a la Zapata, a la Vacacional, y algunas más. Muchos de estos taxistas que murieron fueron utilizados como carne de cañón para mandar mensajes a rivales o para pasar droga de un punto de la ciudad a otro. Pero también fueron ejecutados por participar como halcones  de una de las bandas que habitan en el puerto.

Un taxista platica como trabajan en medio de los criminales: “No te voy a engañar, les dan lana y ahí andan de pendejos”.

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