Alertan sobre agua con arsénico en Zimapán, Hidalgo
Pozos de agua tienen altos niveles del contaminante, afirman
Édgar tiene problemas de visión y las manos con manchas blancas. Le han dicho que el origen de sus males es por el alto contenido de arsénico en el agua, y que podría desencadenar un cáncer o gangrena. Él no tienen miedo, siempre ha vivido aquí y no tiene para dónde irse.
“La piel punteada no me provoca dolor, sólo es desagradable porque tengo que dar explicaciones cuando alguien pregunta por qué está así”, dice.
Édgar y su hermano Francisco viven en Zimapán, en su familia son tres hermanos y dos han sido afectados por la contaminación de metales pesados que se encuentran en el agua de este lugar. El hombre de 38 años y con infecciones constantes en los ojos muestra las manos con pequeñas manchas que se acentúan en las palmas, los puntos blancos son la prueba de que en su sangre existe arsénico.
Zimapán se ubica en la Sierra Gorda de Hidalgo, en una zona semidesértica, donde habitan 40 mil personas, la mayoría tiene empleos relacionados con la minería. Aquí, la composición natural del suelo genera la contaminación de metales en el agua.
El municipio es conocido a nivel mundial por dos hechos: el primero, porque de aquí salió la única aportación mexicana a la tabla periódica de los elementos, el vanadio, ubicado en el número 23 del grupo cinco, y la segunda, porque en sus aguas hay una alta presencia de arsénico y plomo, que lo ponen al nivel de Chile y Bangladesh.
Según reportes de la Superintendencia de Servicios Sanitarios de Salud, en los años 60 el agua en la región de Antofagasta en Chile registró 80 veces lo permitido y en Bangladesh la organización no gubernamental Human Rights Watch (HRW) denunció que superaba cinco veces la norma de la OMS.
En los pozos de abastecimiento de Zimapán se registran altas concentraciones de arsénico que superan casi 100 veces la presencia del metal permitido para el agua potable por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuya norma es de 0.01 miligramos por litro.
La presencia de arsénico en Bangladesh y Chile ha causado alarma mundial, pero en Zimapán no ha pasado nada.
Buscaban cólera, hallaron arsénico
En Zimapán, el descubrimiento del arsénico en los mantos freáticos fue en 1992, cuando de manera casual se detectó el metal, mientras se hacían pruebas sobre el cólera. La doctora María Aurora Armienta Hernández, quien en esa fecha realizó investigaciones sobre el municipio para el Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), informó que la principal fuente de contaminación por arsénico en los pozos de agua potable es natural y que, de los cinco existentes, el que tiene mayores concentraciones es el de la comunidad de El Muhí, que surte principalmente la cabecera municipal y el centro de la región.
Francisco Patiño Cardona, científico e investigador del Conacyt, considera criminal que nadie haya volteado hacia ese municipio, el porcentaje es 100 veces superior a lo permitido por las normas de salud. “Imaginen a una persona consumiendo y usando el agua contaminada toda su vida”, señala y exige que la Secretaría de Salud aclare las principales enfermedades y sus causas, “si alguien dice que no hay un impacto a la salud de la población, miente”. No hay manera de que no haya repercusiones en la población si toda la vida alguien ha tomado esa agua, asevera. La contaminación por arsénico genera primero manchas en la piel y deriva en todo tipo de cáncer desde estómago, piel, pulmón, vejiga e incluso gangrena, “una de las enfermedades más crueles para morir”, enfatiza, el científico.
Por su parte, Jesús Raúl Cruz Mejía, jefe de la Jurisdicción Sanitaria de Zimapán, de la Secretaría de Salud, asevera que no está en sus manos realizar una investigación sobre esta contaminación, debe haber una coordinación con varias instituciones y la decisión debe ser del secretario de Salud del estado. Normalmente las enfermedades que más se presentan en la región, dice, son infectocontagiosas, “son las que tenemos registradas en nuestro sistema de información”. No hay una base científica para decir a los habitantes que no consuman el agua, “imagínese el impacto que podríamos generar si hacemos una alarma bajo una circunstancia en la que no tenemos una base científica documentada”, destaca.
EL UNIVERSAL mandó a realizar 3 estudios
EL UNIVERSAL tomó tres muestras de agua del municipio y las mandó a analizar en el laboratorio Agrolab, Análisis Técnicos S.A. de C.V., avalado por Entidad Mexicana de Acreditación (EMA).
En la primera, recolectada del pozo El Muhi —el de mayor contaminación— se buscaron metales pesados, concretamente arsénico. Se trabajó con la técnica americana EPA Method 6010-C, y el resultado es que tiene un porcentaje de 0.940 miligramos de arsénico por litro, 94 veces más de lo tolerado.
La segunda fue de agua tratada para liberar el arsénico en la planta Dr. María Aurora Armentia. El resultado es que sólo logra bajar 0.2 miligramos al registrado, de acuerdo al laboratorio, 0.719 miligramos por litro. Esta agua, cuando llega a los hogares registra hasta 0.377 miligramos por litro, de acuerdo a una muestra que se tomó de la calle Juárez.
La situación cambia radicalmente cuando el agua que surte a los domicilios es de otro pozo. Se hizo el estudio del líquido de tuberías de la calle José María Morelos, aledaña a Juárez: el resultado de concentración marca LCL, es decir, el nivel más bajo de calibración, que se traduce en agua limpia de arsénico.
El problema —señalan los vecinos consultados—, es que no pueden decidir de que pozo será el agua que llega a sus casas a través de las tuberías.
El ex alcalde de Zimapán, el perredista José María Lozano (2009-2012), quien fue uno de los primeros en tratar de ofrecer agua limpia, con la construcción de la planta tratadora Dra. María Aurora Armentia Hernández, que se inauguró en 2011, dice que en el municipio hay un círculo vicioso, pues la red de suministro tiene sarro que provoca que el agua tratada se contamine de nuevo al ingresar a la tubería, por ello se busca apoyo internacional para cambiar todo el sistema de abastecimiento.
La planta es el único método con el que cuenta el municipio para frenar los metales, pero al final del gobierno de Lozano llegó al cargo el priísta Carlos Ortiz Rodríguez (2012-2016), quien durante su administración la hizo funcionar de manera intermitente; “él decía que era un proyecto mío y por eso no lo ponía a funcionar”, señala José María. Fue hasta 2017 cuando se volvió a intentar limpiar el agua, para ello el edil Erick Marte Rivera busca financiamiento de organismos internacionales.
Y mientras la ayuda llega, en Zimapán la vida sigue. Édgar se concentra en su trabajo para mantener a sus hijos, aquí cada quien tiene sus problemas cotidianos y el arsénico no es uno de ellos, por eso en los ojos de Édgar o de cualquier habitante surge una mirada de desconcierto cuando un extraño pregunta si hay temor por el uso de agua contaminada.
Buscan ayuda internacional