Habitar casas de 30 metros cuadrados
Señala experto que en el Istmo cuesta 4 mil pesos construir un metro cuadrado
Las vibraciones que causan las retroexcavadoras que derriban las viviendas se confunden con las réplicas de un terremoto. Las mujeres se ponen de pie, miran al cielo cubierto de una nata de nubes grises e imploran que deje de temblar.
Detrás del río Las Nutrias, que separa al centro de la ciudad con el barrio Cheguigo, Reyna de la Cruz Luis apenas distingue entre el golpeteo de las máquinas y la insistencia de los temblores.
Tres años atrás Reyna remodeló la vivienda de tejavana que heredó de sus abuelos. Gastó más de 100 mil pesos entre materiales y mano de obra. “Tardé como seis o siete meses para terminar la remodelación”, cuenta.
La vivienda renovada, que se extendía en la calle Pino Suárez, se desplomó la noche del terremoto del jueves 7. Desde esa fecha Reyna vive en el patio de su casa, espacio que comparte con sus familiares.
Al igual que Reyna, al menos 120 mil personas de la región del Istmo se quedaron sin un techo. Por ello, el gobierno federal anunció un apoyo de 120 mil pesos para reconstruir las viviendas. La cantidad, explica la mujer, es insuficiente.
“Esos 120 mil pesos no me van a alcanzar para hacer mi casa como era antes (...) hace tres años remodelé la casa, tardé como siete meses y gasté más de 100 mil pesos. ¿Cómo me va alcanzar ahora que están más caros los materiales y cobran más los peones?”, se cuestiona Reyna.
El arquitecto Alberto Sánchez, quien labora en el Foro Ecológico Juchiteco, coincide con el dictamen de Reyna: los 120 mil pesos que dará el gobierno no alcanzarán para una nueva casa. “La construcción de un metro cuadrado cuesta 4 mil pesos en el Istmo. Las viviendas tradicionales estaban construidas en 200 metros cuadrados. Para levantar viviendas similares se necesitarían 600 mil pesos”, detalla.
“Con los 120 mil alcanzaría para una casita de 30 metros cuadrados. Resulta grotesco pensar que los zapotecos puedan vivir en espacio tan reducidos”, señala el especialista.
Resistir. Sobre los 204 metros cuadrados, donde estaba construida la vivienda de Reyna, sólo queda una lodosa plancha de cemento y a su lado resiste un corredor que se sacude cada que las máquinas entran para remover los escombros de las casas vecinas. “Siento que se va a terminar de caer, pero hay que sacar los escombros”, dice con tristeza.
A Reyna se le enredan las palabras cuando explica cómo invertirá el apoyo que le otorgará el gobierno para volver a alzar su casa. “Sólo me dijeron que debo retirar cada mes 30 mil pesos hasta completar los 120 mil en enero”, explica.
Tras el derribo de los últimos rastros de la vivienda, Reyna rescata de entre los escombros la máquina de coser con la que se mantenía confeccionando huipiles de cadenilla. El aparato aparece rotó y lleno de polvo. No resistió. Ella también se vence.
La mujer se angustia porque no sabe cómo se mantendrá sin los 500 pesos semanales que ganaba por su trabajo y por la incertidumbre de saber cómo vivirá en un espacio de 30 metros.