Tras los sismos que devastaron el Istmo de Tehuantepec, iniciativas altruistas surgieron para apoyar a las familias que perdieron sus viviendas; empresarios de la capital del país, impulsan proyectos de reconstrucción usando súper adobe y fibra de coco como materia prima principal, materiales que consideran “antisísmicos”.

Alfredo Delgado Dávila, a través de la empresa Estufas Delgado Hermanos, de la Ciudad de México, inició un proyecto de reconstrucción de viviendas en Juchitán de Zaragoza y Ciudad Ixtepec, empleando la fibra de coco como materia prima. Son considerados antisísmicos por la adherencia que, gracias a sus materiales, tienen a la tierra.

Desde hace 86 años, la compañía se dedica a la fabricación de estufas de gas tradicional y biogás, que se venden en localidades donde los pobladores hacen combustible a partir de residuos orgánicos. A partir del sismo buscaron alianzas con permacultores mexicanos y constructores estadounidenses, para poder ofrecer a las familias como alterativa para la reconstrucción prototipos antisísmicos.

Tras las noticias de los daños que ocasionó el sismo en la región del Istmo de Tehuantepec, el equipo de empresarios, trabajadores y constructores se trasladó al lugar para donar casas a las familias afectadas. “Queremos lograr que con la ayuda que la gente está recibiendo de la federación, de 120 mil pesos, se pueda construir una vivienda de este tipo, con dos recámaras, estancia, comedor, baño y cocina”, detallan.

“La selección consiste en beneficiar a familias que hayan perdido su vivienda, que sean de bajos recursos y que los predios se ubiquen en una zona de fácil acceso para que otras personas puedan conocer los proyectos”, continúan.

Casa de coco

Una de las propuestas está constituida a base de fibra de coco (aunque pueden usarse otros vegetales fibrosos como cáñamo, caña, sorgo y maguey), combinadas con cal, tierra y cemento en bajas proporciones. De acuerdo con los integrantes del proyecto, los costos de estas viviendas son hasta 40 por ciento más económicas que una casa tradicional.

“Buscamos aprovechar fibras que tradicionalmente se tiran y se queman, convirtiéndose en un contaminante para el ambiente”, señala uno de los constructores. Se estima que anualmente se generan 12.75 toneladas de residuos de la planta de coco. “Aunque esto podríamos verlo como un problema, es una alternativa para la utilización de residuos agrícolas en productos de alto valor añadido, o como componente para la industria de la construcción”, añade.

La mezcla cal- fibra, explica, puede ser una opción ideal para la reconstrucción, toda vez que su expectativa de vida es muy amplia; a medida que pasa el tiempo, se endurece tras su reacción con el bióxido de carbono de la atmósfera, sustancia que absorbe y ayuda a aminorar el efecto invernadero.

De acuerdo con la red Veo Verde, La fibra de coco cuesta aproximadamente 55 dólares por metro cuadrado y es 100% biodegradable. La fibra de coco puede ser almacenada durante largos períodos en condiciones de baja humedad. En condiciones adecuadas de almacenamiento, este producto no representa un riesgo para ningún animal doméstico ni para el ser humano.

Paredes de súper adobe

Otro prototipo se construye a base de súper adobe, que requiere como material principal la tierra, cal y cemento en bajas proporciones. Se trata de muros erigidos a base de tierra apizonada (una mezcla de tierra húmeda que tiene las proporciones adecuadas de arena, grava y arcilla --a veces con adición de un estabilizante-- en un marco de apoyo externo o en la creación de un sólido muro de tierra) que se mete a un costal y se ancla con un alambre de púas; lo que lo hace antisísmico es su estructura radial.

De acuerdo con la Asociación Civil Permacultura México, este concepto fue presentado originalmente por el arquitecto iraní Nader Khalili para la Nasa para construcción de hábitats en la luna y en Marte, como “Velcro-adobe”, proviene de años de meditación, investigación y desarrollo para la búsqueda de construir fácilmente con el elemento más abundante, tierra. Proviene de la preocupación de alguien que no quería estar limitado por ningún sistema de construcción y en la búsqueda de una sola respuesta para la construcción de hogares, simplificar.

Cada uno de los prototipos, son erigidos en zonas distintas de acuerdo a las características del suelo y el clima de la población, así como los materiales que estén a la mano y puedan aprovecharse. El prototipo de adobe se recomienda para los lugares donde el suelo tiene una alta composición de barro, mientras que el inmueble a base de fibra, es óptimo para los sitios donde predomina el clima tropical.

Los diseños pueden ser variados y se ajustan de acuerdo a las necesidades de las familias, así como al espacio disponible en los predios que quedaron baldíos luego de la cadena de sismos que derribara patrimonios completos.

Además de la donación, los constructores crean empleos, reclutando y capacitando a hombres y mujeres de las poblaciones afectadas, para desempeñar las tareas de reconstrucción. “En un principio nos trasladamos con equipo de la Ciudad de México, pero poco a poco vimos una oportunidad para beneficiar la economía local”, apuntan. (Con información de Edwin Hernández)