La Chinantla, renace la cuna mundial de la vainilla
Es considerada la región de mayor diversidad genética; actualmente, 100 familias se encargan de producir la especia.
La orquídea de la vainilla está a punto de florecer en el campo de Raúl Manuel Antonio, en Rancho Grande, una comunidad en la zona montañosa de la Chinantla, donde por 25 años se ha impulsado el cultivo de este producto de demanda mundial.
Luego de la Conquista, la vainilla de La Chinantla, en la región de la Cuenca, se compartió con el mundo hasta llegar a Madagascar a través de los franceses a inicios del siglo XX. Precisamente, Francia y Suiza son los principales compradores extranjeros de los 500 o 600 kilos de vainilla verde que se producen al año en Valle Nacional y de los 85 kilos de producto seco.
Por la calidad de esta especia, la Fundación Slow Food para la Biodiversidad de Italia, catalogó a La Chinantla como la única región del mundo donde se localiza vainilla en su medio natural, así como el área de mayor diversidad genética, razones por las que la considera como su lugar de origen.
En el año 2000, Rancho Grande recibió el premio Slow Food Award para la Biodiversidad por el rescate de este cultivo a partir de 1994, luego por décadas se abandonó, limitando su uso a cuidados de belleza.
Mientras camina entre los árboles de cocuites donde se enreda el bejuco, a unos 850 metros sobre el nivel del mar, Raúl recuerda que el café dominaba los campos de Rancho Grande, pero frente a la inestabilidad de los precios, en 1989 los campesinos optaron por la vainilla, la cual crecía en el monte.
Alertados por expertos de la Universidad Autónoma de Chapingo sobre la demanda de la vainilla, los pobladores de Valle Nacional comenzaron a organizarse para reactivar el cultivo heredado por los chinantecos, que la ocupaban como tributo a Moctezuma.
En el municipio existen 100 familias que salvaguardan la vainilla en 10 hectáreas distribuidas en las agencias de Armadillo, Armadillo Chico, San Rafael, San Rafael Agua de Pescadito y Rancho Grande.
“Lo comenzamos sin esperar reconocimientos, sólo por la necesidad de rescatar nuestro campo y tener una alternativa para trabajar, para vivir”, apunta Raúl.
Cotizado sabor
Los vainillales en Rancho Grande comparten suelo con árboles de naranjo, limón y plantas de café. Pero su tratamiento es especial, los nutrientes orgánicos se aplican sólo a la raíz de la orquídea, ya que es frágil.
Los esfuerzos han dado resultados, pues cada año clientes extranjeros pagan hasta 10 mil pesos el kilo de vainilla secada al sol, la verde se vende en 600 pesos. Aunque, al no tener comprador fijo, los campesinos la venden al mejor postor.
En el caso de Rancho Grande, los productores entregan cada año 18 kilos de la especia a un grupo de franceses en México que se denominan “Cazadores de sabores”.
“Vamos lento, pero bien, pues aunque aún no logramos cubrir lo que requieren las grandes empresas para exportar, estamos seguros que dedicados a conservar la calidad seguiremos en el mercado”, dice el hombre, quien ha llevado la vainilla chinanteca a países como Italia, Alemania y España.
Datos de 2016 de la Sagarpa indican que, con 512 toneladas, la producción de vainilla en México se duplicó en 13 años y actualmente se cultiva en mil 59 hectáreas.