Era Tatiana; ahora se llama Sebastián
Su sexo es biológicamente femenino, pero su identidad de género es masculina
Sebastian Aletze tiene una barba que enmarca su rostro y encima de su camiseta se asoma el vello de su pecho. Es un hombre transgénero, aunque no se le nota. Ya pasaron ocho años desde que dejó de reconocerse como mujer. El nombre que aparecía en su acta de nacimiento, Tatiana, fue cambiado. Su sexo es biológicamente femenino, pero su identidad de género es masculina.
Para el joven de 26 años el proceso de reasignación inició con un tratamiento sicológico que le permitió integrarse al género deseado a la par de la administración de hormonas.
El tratamiento con base hormonal para un hombre trans muestra cambios de masculinización; los primeros son notables a las seis u ocho semanas. Poco a poco dejó de menstruar y su rostro empezó a cubrirse de vello facial. Se ensancharon sus hombros, desarrolló más musculatura, aumentó de peso y se agravó el tono de su voz. “Yo no lo notaba tanto, pero las personas cercanas a mí sí”, recuerda Sebastian.
Cuando de intervenciones quirúrgicas se trata, hombres y mujeres trans tienen en común un punto de partida: los senos, ya sea injerto o extracción.
En su proceso de masculinización, Sebastian pidió que le retiraran las mamas después de dos años de estar bajo el tratamiento hormonal. “Antes me vendaba para ocultarlas. Era algo que me quitaba horas y tenía que hacerlo sólo porque nadie sabía”, dice.
Quien intervino a Sebastian fue el cirujano plástico Juan José Méndez, especialista en procedimientos de reasignación de género y miembro de la Asociación Profesional Mundial para la Salud Transgénero (WPATH, por sus siglas en inglés).
Para Sebastian, de 26 años, la reasignación de género empezó con un tratamiento sicológico que le permitió integrarse al género deseado.
Con 10 años de experiencia en estos procedimientos, ha realizado muchas cirugías de feminización y masculinización de cuerpo y rostro, así como cerca de 45 cirugías genitales de hombre a mujer y 10 de mujer a hombre.
“Somos muy pocos los equipos que realizamos estos procedimientos de reasignación en la Ciudad de México. De hecho, tengo entendido que somos los únicos capacitados para la cirugía de transición genital en el país. Muchos deciden viajar a otros lugares”, aseguró el cirujano a EL UNIVERSAL.
En la transición de mujer a hombre, el proceso para el cambio de genitales es poco común, más largo y complicado que el caso contrario, pues se hace por microcirugía. Se quitan la matriz y los ovarios, se obtiene una porción de tejido del antebrazo o de la pierna para poder formar el pene y se implantan testículos. “Sólo 2% de los hombres trans son los que completan la transición de genitales.
Actualmente, la reasignación en hombres ha tenido un repunte. Estamos teniendo turismo médico a nivel mundial por el incremento de solicitudes de masculinización de genitales, aunque sigue siendo un porcentaje bajo, a comparación de la cirugía de reasignación de hombre a mujer”, advierte el doctor Méndez.
Para las mujeres transgénero hay muchas opciones de cirugías además de la genital, todo un catálogo que apuesta por una feminización. Desde la frente hasta los ángulos de la cara. También está la alternativa de remover la manzana de adán, poner senos, lipoescultura para hacer cintura y caderas y levantamiento de glúteos.
En Argentina estos procedimientos quirúrgicos se realizan en algunos hospitales públicos, pero hay lista de espera. En México, por otro lado, en materia de salud para las personas trans, sólo en la Ciudad de México se da apoyo sicológico y hormonal gratuito.
Respecto a estos procesos quirúrgicos, la activista y coordinadora de la Red de Juventudes Trans en México, Jessica Marjane, refiere que “no se puede exigir desde una mirada cis genérica que una persona trans tenga que alcanzar el ideal de hombre y mujer”. En cuanto a la atención médica que recibe la comunidad trans, ésta suele sufrir discriminación dentro de los Centros LGBT, debido a que “no hay una política integral de salud que reconozca que no sólo se trata de tratamientos hormonales, sino de un acompañamiento integral despatologizado en cuanto a su identidad y que puede incluir o no hormonas, tratamiento o cirugía”.
El cirujano Juan José Méndez recalca que “transgénero” no es una conducta sexual a una afinidad de sexo o de preferencia, sino que es “sentirse atrapado en un cuerpo diferente”.
El fin de la transición es adecuar la apariencia física y corporalidad a la realidad síquica, espiritual y social, como lo señala el Glosario de la diversidad sexual, de género y características sexuales.
Sebastian Aletze ha considerado la cirugía genital, pero pretende esperar más avances médicos y tener una economía más estable. Por ahora ha pensado en utilizar prótesis de un miembro masculino que está hecho de silicona de grado médico. Su familia, amigos y novia lo han apoyado en todo.
El tema trans en hombres no ha sido tan visible, cree Sebastian: “Activamente, dentro de espacios LGBT se ha excluido la opinión de hombres trans. Estamos invisibilizados, pero dentro de eso hay un pequeño paraíso [en el que] no nos enfrentamos tanto a la violencia. Se atiende más las necesidades de mujeres trans, porque hay cuestiones negativas que ellas enfrentan y que los hombres no”. Él no ha sufrido discriminación por ser un hombre trans, pero lo han juzgado por ser amanerado, ya que asumen que es un hombre gay.
Según el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, seis de cada 10 personas pertenecientes a la comunidad LGBT sufrieron discriminación durante el último año y más de la mitad reportó haber sufrido expresiones de odio, agresiones físicas y acoso.
“Es importante atender la violencia, pero también hay que ver el tema de la salud. [Queremos] saber que [podemos] ir a un médico y que no [nos] va a mirar feo o no va a discriminarnos. Una vez que te sientes seguro, piensas: ‘¿Qué más necesito? Nada. No pido nada más’”, comenta Sebastian.