Desde el óleo o el barro, joven de la Sierra Sur consolida su arte con la tristeza de demonios
Luis Ángel Martínez, conocido como Waz, de 23 años, se ha descubierto como un artista autodidacta que en su trabajo busca reflejar su historia de vida y con ello restarle carga negativa a los antagonistas bíblicas; para eso utiliza diferentes materiales orgánicos que son recolectados por él mismo
Oaxaca de Juárez.— Detrás de él, una de sus obras se eleva: insectos caminan, avanzan hacia arriba sobre un fondo azul y alrededor de un cráneo: como una plaga bíblica. Waz, como se autodenomina el artista oaxaqueño Luis Ángel Martínez Cruz, tiene 23 años y es originario de San Miguel de Suchixtepec, en la Sierra Sur.
Su primer acercamiento con el arte fue a los 11 años, cuando se unió a grupos dedicados al grafiti. “Me gustaron el trazo y el color, de ahí me fui interesando por la pintura y el anime”, dice. Desde entonces, él se ha consolidado como un artista autodidacta.
A su corta edad ha logrado crear una distinción en sus pinturas con paletas de colores mate, logradas por el uso elementos naturales y orgánicos como la mica, minerales, hierro, carbón, ceniza y la tierra multicolor que hay en las comunidades de Oaxaca.
Con el óleo como base, otorga a su obra vitalidad, como si también fueran elementos vivos. En ella también destacan personajes como demonios o monstruos, algunos satirizados.
La técnica es también fundamental en su proceso creativo. Waz fue descubriendo su camino a través de la escultura, donde se interesó por aprender la elaboración de piezas de barro, que llevó a la pintura a un sitio más plano, detalla.
“Mi interés sobre eso [de las pinturas sobre cuadros] se fue hacia las tierras. En la cerámica utilizan minerales puros y busqué cómo llevarlo hacia los cuadros... la base siempre es óleo, pero el acabado es más orgánico: uso carbón, ceniza, hierro rojo, mica y minerales traídos por mí.
“Me voy al campo, ahí descubrí la mica, que es una cosa muy chida, y todo eso le agregamos a la obra. Lo hace más orgánico para obtener colores mate. Una cosa es representar el mensaje y la otra es la técnica”, apunta.
A Waz le interesó generar paletas de colores mate porque los considera neutros y permite que pueda apreciarse de mejor manera el mensaje de la obra. Para este joven, el arte debe estar inclinado hacia lo que el artista es, y debe contar su historia. Él, por ejemplo, nació y creció en un círculo religioso en donde su padre es pastor de una iglesia cristiana. A partir de esto, salen sus demonios.
Siempre leía la Biblia, y le gustaba, recalca. Ahí fue donde descubrió la historia del antagonista de Dios, Satanás y el eterno dilema moral sobre el bien y el mal.
También leía libros religiosos donde aparecían demonios que le parecían algo surreal, con lo que le “explotaba la cabeza” por la manera en que representaban estos personajes, siempre “satanizados” y con una energía negativa.
Sus pensamientos, cuenta, debía reprimirlos porque no podía hablarlos con los adultos y mucho menos con sus padres. Fue el dibujo lo que le dio esa oportunidad, la ocasión de decir lo que quería expresar de forma visual.
“Para mí los demonios son una cosa muy pura; que sí, como tal incitan algo, pero si lo ves desde el punto de vista religioso, al final la persona es la que decide realizarlo. Es hacerlos ver como algo más neutro, y por eso la inclinación hacia lo malo, lo bueno.
“En mi obra siempre van a encontrar la dualidad... y ciertos demonios que existieron en algunas culturas. Como personas los creamos y les dimos una carga negativa, y reflejarlo es lo más padre”, reconoce el joven artista.
Por eso, finaliza, algunos de sus personajes, demonios o monstruos, tienen un carácter melancólico: sufren la percepción negativa de los hombres que los crearon.