Complicidad
Al paso que va Morena, y con el crecimiento de la corrupción y gobernando entre escándalos que parecen un campo minado, es posible que para 2024 no la tenga nada fácil
Apenas concluyó el proceso electoral de 2021, el presidente de la República inició su propia sucesión. Hubo ajustes en su gabinete para concluir su gestión. Abandonó su proyecto de reelección o de prórroga de mandato gracias a la crítica.
Este año arrancó mal y de malas; la economía estancada, la pobreza y el desempleo creciendo, la violencia incontenible y la pandemia de regreso. La inflación arriba del 7 y los precios de los energéticos al alza. No tengo duda alguna de que AMLO ganó la Presidencia con el apoyo de Enrique Peña Nieto quien puso en libertad a la líder del SNTE a fin de que este sindicato operara las urnas, sumen el probable respaldo de la delincuencia organizada; dos apoyos que fueron claves para que obtuviera el triunfo en el 2018.
¿Cómo pretende manejar el presidente la elección de 2024? Todo indica que buscará revivir los viejos procedimientos priistas; él mismo decide quién será la o el próximo candidato.
Tiene el control de Morena y se ha dedicado a destrozar a la oposición; en apariencia tendría vía libre para triunfar en las próximas elecciones presidenciales. Sin embargo, le estorban el INE y el Tribunal Electoral que han demostrado ser verdaderamente autónomos y garantes de la democracia. Así que el presidente ya tiene en el Senado de la República las iniciativas para reformar la Constitución y lograr el control absoluto de ambas instituciones. Ha declarado que en aras de la austeridad el propio gobierno debía manejar el proceso electoral (como ocurría con el PRI). Los otros problemas que tiene son internos; definitivamente no están de acuerdo con el dedo presidencial Monreal y Ebrard; quienes saben que los estatutos de Morena establecen que la elección de sus candidatos se hace con encuestas, este método ha demostrado ser útil, pero no democrático y menos cuando nadie conoce; ¿quién, cómo y cuándo? se realizan las encuestas.
Don Adolfo Ruiz Cortines, presidente veracruzano, decía que para ser candidato en el sistema priista había que ser socio en algún negocio o cómplice en asuntos delicados o secretos del presidente. El PRI no escogía al candidato más capaz, sino al que cubriera más efectivamente las espaldas del presidente, que era a quien elegía al sucesor. Este sistema que duró 70 años llamó la atención incluso de los franceses, Maurice Duverger (1917-2014) publicó que el éxito del PRI radicó en la férrea disciplina y el control que ejercían desde la cúspide de la pirámide económica, política y social los presidentes-monarcas. Hoy esos tiempos han vuelto al país, pero ya no tiene el presidente la férrea disciplina. La población ha crecido y madurado políticamente, y ello ha quedado demostrado en múltiples eventos, que en los tres últimos años han provocado un profundo, pero merecido desgaste de la imagen presidencial.
Al paso que va Morena, y con el crecimiento en los últimos meses de la corrupción, gobernando entre escándalos que parecen un campo minado, es posible que para 2024 no la tenga nada fácil; pues además de las promesas de campaña que han quedado en el olvido, hoy en día son más los fracasos que los aciertos que ha cosechado este régimen.
Todo indica que el dedo apunta a la jefa de Gobierno de la CDMX, pero la rebelión en contra apareció en las demás “corcholatas” destapadas, además se ve difícil que el presidente pueda pasar por encima del INE y del Tribunal Electoral. Los partidos ya están alertas para impedir que la reforma constitucional se apruebe y evitar que México sea sometido a un sistema híbrido de autocracia y democracia. A propósito del testamento; ¿no sería mejor herencia, que el presidente permita que se resuelva su sucesión por la democracia?