Cuando los abrazos asfixian
El presidente López Obrador debe dar un golpe de timón y actuar ante esos balazos de impunidad y la descomunal ineficacia de su equipo
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La <strong>delincuencia organizada</strong> <strong>transnacional </strong>es un <strong>fenómeno delictivo</strong> complejo que implica la ejecución de múltiples actividades ilícitas y cuyas consecuencias presentan una amenaza para cualquier sociedad consiguiendo socavar seriamente sus estructuras sociales, políticas y económicas. La vida cotidiana en México está ya impregnada de ejemplos en donde los ciudadanos tienen que transitar en un mundo de impunidad. De zozobra. De miedo e impotencia. Las <strong>organizaciones criminales </strong>han adquirido una capacidad de mercado notoria para proporcionar productos y servicios determinando la vida de regiones enteras; son forjadoras de un orden criminal.</p>
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Han desarrollado una amplia extensión de <strong>actividades económicas</strong>, sociales y no hay argumentación plausible para negar que están integrados en varios niveles de gobiernos sin importar color partidista. El horror de las últimas semanas dibuja a la perfección el daño —ni hablar del fracaso— de la política integral cuatroté de los abrazos al andamiaje del Estado. Ejemplos sobran y tapar la impunidad rampante con el dedo mañanero ya no alcanza.</p>
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Se llega al punto de no retorno cuando grupos ofrecen mecanismos de resolución de disputas generando una práctica de “justicia” fuera de los cauces legales volviendo a ciudadanos súbditos de un orden violento y no de un régimen de leyes.</p>
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El crimen transnacional ha evolucionado estos últimos tres años de manera vertiginosa, hay un mercado de la violencia y de actividades ilícitas sin precedentes, los intereses oscuros se asocian con los delincuentes que sin miedo al Estado consolidan ese manto de <strong>impunidad </strong>escalofriante. Mientras en el palacio la discusión y el relato continúan distrayendo con testamentos y culpando al pasado, el presente se pudre comprometiendo el futuro.</p>
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Atentados y crímenes contra periodistas y activistas que no ruborizan ni estremecen al poder alarman a la comunidad internacional. La delincuencia organizada se empodera de la mano de gobernantes y la ola de impunidad es un riesgo latente a la gobernabilidad y a la imagen del país.</p>
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<strong>Quintana Roo</strong> muestra nuevamente quién manda ahí donde hace meses se anunciaba que la llegada de la <strong>Guardia Nacional </strong>terminaría con la violencia, pero la realidad nuevamente se impone.</p>
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No bastan los anuncios espectaculares sin estrategia y orden.</p>
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La perla del caribe mexicano vive una encarnizada disputa territorial entre organizaciones transnacionales que están definiendo su rumbo.</p>
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Estos actores parecen estar ensayando diferentes relaciones con las fuerzas coercitivas del Estado sin embargo, el asunto se vuelve estratégico rumbo a los procesos electorales y de cara al 2024.</p>
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México no puede seguir en la ruta de la descomposición, de la violencia y la corrupción sin consecuencias importantes en todos los niveles. Los criminales desafían porque se saben intocables.</p>
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Los abrazos asfixian a la justicia y están matando el estado de Derecho. El presidente <strong>López Obrador</strong> debe realinear su agenda, dar un golpe de timón y actuar ante esos balazos de impunidad y la descomunal ineficacia de su equipo que sufre de mareo transexenal.</p>
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No hay buenas noticias en medio de la estela de muerte de una pandemia pésimamente manejada y una crisis económica que engulle a millones de mexicanos. Y en la complejidad del contexto Morena vive un riesgo latente de autodestrucción.</p>
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La agenda del pleito gira alrededor de las reformas pendientes. <strong>Estados Unidos</strong> aprieta y la dirección enfilada en estos últimos meses no ha sido linear, más bien contingente y creando incertidumbre para menguar la diplomacia de otro manotazo ahora con la “seguridad compartida”. No obstante, la molestia con el régimen cuatroté es notoria y en muchas esferas, pública, el presidente no acusa recibo de las señales advirtiendo la tormenta eléctrica.</p>
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Sin detenerse ni serenarse parece tener prisa. ¿Algo sabrá?</p>