Ciudad Ixtepec— La nostalgia por la comida, el sabor y la tierra, eso son los elementos que llevan a los istmeños radicados fuera del estado a adquirir los productos envasados y fue lo que una familia zapoteca aprovecho para emprender a través de las redes sociales y con ello afrontar la crisis.
Aunque comenzó su proyecto de productos envasados mucho antes de la pandemia, fue durante ésta cuando comenzó a diversificar el negocio, y pasó de tener sólo un producto a contar con 20 variedades que se colocan en tiendas locales y de la capital del estado, además de llegar a varios estados del país.

Foto: Roselia Chaca
Lo que hace llamativa la propuesta de Joel es la forma tan fácil, económica, rápida en la que alguien puede acceder al sabor tradicional. En menos de 10 minutos, el cliente en la comodidad de su casa tiene listo un pescado adobado con aderezo, una carne asada condimentada o un tepache frio. Todo esto se puede lograr si sigue al pie de la letra los tutoriales que sube en la página de Facebook que el mismo dirige.
“Con 40 pesos el cliente tiene para darle el sabor tradicional a su platillo. Con ese precio, además aprende a cocinar siguiendo los tutoriales que subimos en las redes sociales, ya que sin ser expertos pueden preparar un rico caldo usando el recaudo istmeño, o un platillo de camarones con el aderezo tradicional. No tienen nada más que abrir el frasco y agregarlo a la carne, los mariscos y listo”, cuenta.
Según el emprendedor, la intención es que ese paisano nostálgico, que vive lejos de la tierra, “coma rico, con sabor istmeño y económico”, explica mientras supervisa la comida del día en su restaurante.

Foto: Roselia Chaca
Fue entonces cuando ideó seguir con la propuesta inicial de envasar y ofrecer la esencia de las comidas tradicionales, difundirlo en redes sociales y realizar envíos.
El joven, cuenta, aprovechó el encierro para ofrecer tutoriales de cocina con sus propios productos, y fue tanto el éxito, que comenzó a comercializar en la capital del estado, el sur de Veracruz, donde radica una gran mayoría de istmeños, el centro del país y en las tienditas de la región.
“La verdad la crisis nos llevó a esto, a proponer, porque no podía correr a los empleados, así que cerramos el restaurante pero empezamos a envasar y a vender, sobre todo a los que yo llamo clientes nostálgicos, y de un producto ahora tenemos 20”, dice.
La estrategia ha funcionado, y pese a la crisis que enfrenta todo el país, Joel mantiene a sus ocho empelados y ahora además tiene siete becarios que se capacitan en la elaboración de alimentos. “Creo que esta crisis nos llevó a proponer una alternativa”

Foto: Roselia Chaca
Edwin Hernández, es un joven pintor muralista de Salina Cruz especializado en dibujar flores tradicionales istmeñas, pero cuando la emergencia sanitaria llegó, hubo que dejar el pincel y apostar a su negocio de emprendimiento “Curados biadxi”, para tener ingresos económicos, pues la crisis lo dejó sin una sola propuesta de mural, decoración de espacios y fiestas.
Al igual que Joel, Edwin aprendió el oficio de elaborar dulces curtidos de su abuela, que a la vez se lo enseñó a su madre y ésta a él, saberes que lo ligan a su familia a través de la cocina tradicional. Así que aún cuando los murales estaban en su auge durante el proceso de la reconstrucción tras el sismo, vio en los curtidos un nicho de mercado y comenzó por crear su propia marca, misma que creció en los últimos meses.
Un año antes de la pandemia, con mucho esfuerzo ahorró y almacenó todo el material que se utiliza para el curtido de frutas como el ciruelo, nanches y mangos; alcohol y el azúcar, fue así que logró adquirir la materia prima en buen precio, que después de dispararse la crisis alcanzó hasta cinco veces el valor normal.
“Si no fuera por este emprendimiento yo no tendría ingresos, porque de la pintada me cancelaron todo. Comerciar el producto en redes ayudó, ahora ya colocamos en tiendas de la región y tenemos una producción de 30 mil litros de curados para un año” , comenta en entrevista el pintor.
“Quizás suene insensible, pero esta crisis me dio la oportunidad de ver un mercado, un nicho comercial”, comenta el ahora emprendedor zapoteco que hoy envía sus dulces curtidos a varios puntos del país.