Cubrebocas de telar, la opción para que la pandemia no mate la actividad artesanal en Mitla

Sociedad 13/05/2020 09:44 Christian Jiménez Oaxaca Actualizada 11:47

En Xaagá hay alrededor de 2 mil habitantes, una cuarta parte de ellos se dedica a la actividad textil

Villa de Mitla. —La pareja conformada por Marbella Olivera y Javier García Ruiz, originarios de Xaagá —perteneciente a la Villa de Mitla, hace 17 años fundaron el taller Manasés, derivado del latín hebreo que significa “pueblo olvidado”. Ambos luchan actualmente para vencer el olvido en el que la pandemia del coronavirus ha sumido a la actividad artesanal.

La tierra mitleña ha dado vida a cientos de artesanos que viven de la actividad textil, de trabajar el barro y de sembrar en el campo. Antes de que el taller se abriera —comenta Javier—, él y su esposa se dedicaban a comercializar lo que otros talleres producían en estados como Michoacán, donde la venta de los textiles oaxaqueños era elevada en esos años.

Con el tiempo, tomaron la decisión de abrir su propio taller. En las comunidades de la Villa de Mitla, los hombres aprenden desde los cuatro años a elaborar textiles, primero, a hilar en la rueca, y luego, a manipular los telares. Mientras que las mujeres aprenden a tejer las puntas del rebozo con gancho.

En Xaagá hay alrededor de 2 mil habitantes, una cuarta parte de ellos se dedica a la actividad textil que otorga empleo a diferentes sectores de la comunidad; no obstante, Marbella calcula que 80% de la población sabe trabajar los textiles, pues se aprende desde la niñez.

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Foto: Edwin Hernández

Javier aprendió de su padre, y sabía que era necesario hacer un equipo con modistas y costureras que se adaptaran a la visión del taller.

Además de rebozos, la familia García Olivera elabora blusas y huipiles: “Empezamos a diseñar las blusas y a modernizar las confecciones porque, en un principio, los modelos eran cuadrados, pero pensamos en las nuevas generaciones para elaborar piezas estilizadas que ayudaran a conservar y portar con orgullo la cultura”, precisa.

De manera directa, en el taller hay 10 artesanos dedicados al tejido. Además de ellos, de forma indirecta, 15 costureras y 20 mujeres encargadas de hacer los terminados con gancho de blusas y rebozos; todos dependen económicamente de la actividad artesanal.

La pareja reconoce que ha sido difícil mantener abierto su taller, ante la ola de modernidad en prendas y la industrialización de las artesanías, así como la falta de apoyo institucional. “Hemos trabajado muy duro y luchado para tener recursos y continuar operando. Hay mucha competencia, incluso, con otros estados que han implementado recursos de producción, como telares eléctricos, ofreciendo los productos a precios más bajos (...) no podemos competir contra eso”, explica Marbella.

El inicio de la emergencia sanitaria agrava la situación de talleres artesanales en el estado, pues se han suspendido las ferias y exhibiciones donde podían ofrecer sus productos. “La mayoría de los artesanos han cerrado sus talleres (...) aquí no llegan los apoyos del gobierno”, lamenta.

Hilos de ayuda

Hace más o menos un mes, La Casa del Artesano Oaxaqueño, a través de su administradora Jazmín Cervantes Guerrero, ofreció a la familia García Olivera la posibilidad de reproducir un prototipo de cubrebocas artesanal para poder obtener ganancias que permitieran la subsistencia del taller. Otras dos familias de Mitla también fueron invitadas.

La Casa del Artesano opera desde marzo de 2019, bajo la idea de ser un espacio en el que los artesanos de diversas regiones del estado contaran con un espacio para ofrecer sus productos. Hasta hoy, un millar de familias encuentran aquí   un lugar de apoyo para obtener ingresos en medio de la pandemia.

Jazmín, quien, en su trabajo como abogada, ha ofrecido su marca registrada —Jaz— para estandarizar y comercializar los cubrebocas y, desde antes de la contingencia, otros productos elaborados por productores locales que cumplen con estándares de calidad y se ofrecen a precios accesibles.

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Foto: Edwin Hernández

Fue ella quien generó el prototipo, y hasta hoy, los productos han viajado a ciudades como Nueva Jersey y   Nueva York, ésta última  con más contagios de coronavirus en Estados Unidos. Además, se han enviado a España.

“Es un trabajo nuevo para nosotros, pero hemos ido desarrollando la idea, hicimos un molde de madera y usamos pellón quirúrgico”, agrega Marbella.

La Casa del Artesano promueve los cubrebocas y otros productos a través  de Facebook, con el fin de generar una cadena comercial que permita la subsistencia económica de las familias que dependen de  las actividades artesanales.

Al respecto, Javier apunta que en una semana llegan a producir tejido suficiente para 300 cubrebocas. Cada pieza se ofrece entre los 25 a los 50 pesos, dependiendo la talla y el diseño.

“Quisiéramos que la gente adquiera los cubrebocas y los use con el compromiso de cuidarnos todos. Es muy satisfactorio contribuir al bienestar de los oaxaqueños”, finaliza Marbella.

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