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“Tengo 83 años y en toda mi vida nunca había sentido un temblor así”, cuenta la mujer con tranquilidad, quien dice estar acostumbrada a la constante actividad sísmica en el estado.
Pero aunque la comunidad reconoce que los sorprendió por su intensidad y duración, se expresa serena sin temor.
“No, no me da miedo, porque estamos acostumbrados a los temblores”, cuenta mientras acaba de comer debajo de un techo y paredes dañadas severamente.
Ella y su hijo, Jesús Camilo, se muestran seguros de que su casa se mantendrá en pie y renovada una vez que reparen las fisuras.
“Son paredes que han soportado muchos terremotos, lo que se ve más aparatoso es lo que está pegado, pero estas paredes así como parecen, en realidad no están afectadas”, argumentan.
Como la mujer que está en silla de ruedas debido a su proceso de recuperación luego de una operación en la columna, la mayoría de habitantes continúan viviendo dentro de sus casas, acostumbrados a los sismos, reiteran.
Aunque con severas afectaciones, él y su familia continúan viviendo dentro de la casa porque no tienen otra opción, pero planean más adelante reparar su vivienda sin ayuda gubernamental.
“Aquí seguimos, la otra semana vamos a empezar a repararla, arreglarle, quitarle el miedo, taparle lo feo”, dice el padre de familia confiado de que resista otro sismo.
Segundos después, con seriedad, recuerda el sismo del 16 de febrero que lo sorprendió a él, a su esposa y sus hijos, y reconoce sentir temor, “pues sí me da miedo, pero para dónde me voy, aquí me tengo que quedar. Estamos acostumbrados a los chiquitos [sismos], a los de 5, a los de 6, pero a éste no”.
Aunque autoridades locales y el gobernador Alejandro Murat Hinojosa recorrieron el municipio, a las casas de Zabel y de Francisco nadie llegó pese a vivir en el centro de la población, por lo que desconocen de algún tipo de ayuda para enfrentar la emergencia.
“Nada, nada, aquí no existimos, no hay dinero, aquí nomás cuando ocupan para el voto entonces sí vienen, ya sabe cómo está todo”, denuncia Francisco.
Aquí en este municipio se reportan más de 50 viviendas afectadas, un número indeterminado de negocios, así como el templo, la clínica y el hospital del ISSSTE.
Además de ello, la carretera federal 200 que comunica a Pinotepa Nacional con Jamiltepec, a la altura del paraje Río de la Arena presenta derrumbes, por lo cual, durante 12 horas permaneció cerrada.