Mercedes Jiménez aprendió de sus abuelas el proceso para la producción de tortillas a los seis años de edad y, desde entonces, es su única actividad económica y la cual la ayudado a mantenerse como madre soltera.
“Yo tengo 75 años, a los seis años empecé a hacer tortilla a mano, a cargar nixtamal hasta Xoxo (...) Molíamos con metate y ahorita todavía lo hago”, recuerda Mercedes.

Foto: Juan Carlos Zavala
Todos los días, Mercedes Jiménez se levanta a las tres de la mañana para llevar el nixtamal al molino y luego regresar a su casa para iniciar con la producción de las tortillas. Esta labor concluye entre las cinco y seis de la tarde, luego debe continuar con la limpieza y preparar todo para la cocción del maíz que se usará en la siguiente jornada.
Cada día, elabora 400 tortillas que vende a tres pesos cada una; una venta que genera mil 200 pesos, pero para la que invirtió unos de mil pesos, con la compra del maíz, la leña y el agua potable.
“Me gano lo que se gana un hombre (...) si mis tortillas se venden a tres pesos me gano mil 200 al día. Yo lo trabajo, yo tengo tantos años de trabajar, se hacer tortillas de mano. Usamos mil litros de agua que lleva un bulto de maíz. Nosotros gastamos, si compramos el maíz y todos los ingredientes, aproximadamente mil pesos y ya de lo que nos deja vamos comiendo, nos deja poquito pero ahí vamos al día.
“No vamos a decir que vamos a comer carne, porque no hay para carne, pero comemos frijoles con tortilla, para sacar los hijos a la escuela, porque no alcanza”, relata.
El trabajo de más de 15 horas apenas le genera a Mercedes unos 200 pesos diarios de ganancia. Aun así, su actividad dedicada a la elaboración de tlayudas desde pequeña y que le ha permitido sostenerse como madre soltera, la llena de orgullo.
Su especialidad le ha permitido conocer otros lugares del país e incluso, enseñar a otras mujeres en otros municipios de Oaxaca.
Aún joven, cuenta, fue a Tlaxiaco, a Huajuapan de León y a municipios de la Sierra Juárez para hacer una demostración y enseñar cómo se elaboran las tortillas grandes; esto, afirma, lo hizo sin recibir pago alguno.
"Yo fui, no me pagaron, porque quiero que la gente no se muera de hambre; que, aunque sea una tortilla con frijoles, que es lo que nos vamos a comer diario”, dice.
Hasta ahora, menciona, las autoridades municipales no les han informado porqué se canceló la Feria de la Tlayuda y únicamente ha escuchado rumores que por el Covid; sin embargo, opina que no debería ser un problema porque siempre lavan bien las verduras que elaboran en la preparación de los alimentos, además de que tienen bien aseados sus locales.
Del mismo modo, apunta que son las mujeres quienes prácticamente corren con todos los gastos para la realización de la feria, porque el Ayuntamiento de San Antonio de la Cal les cobra 5 mil pesos por derecho de piso y son ellas quienes gastan en la construcción de los stands: “Compramos lámina, madera, clavos, alambre, todo, porque la autoridad no nos echa la mano”, señala.
“Pierde uno un buen ingreso con la cancelación de la feria (...) por eso, nosotros queremos que se haga la Guelaguetza, así salimos adelante porque nos fuimos hasta el suelo. Dicen que es por el Covid, pero tenemos aseado, lavamos las verduras con el líquido; la pasta de frijol la hacemos con nuestras manos”, destaca la experta en el maíz.
Asimismo, aprovecha para denunciar que las mujeres de San Antonio de la Cal que se dedican a la elaboración de tlayudas no reciben ningún tipo de apoyo del gobierno, por eso le ruega al presidente Andrés Manuel López Obrador que apoye a la gente humilde de su localidad.