TOLEDO “México ya no tiene referentes”

El pintor dice que no hay artistas de la categoría de Tamayo. El promotor de la cultura y protector de las lenguas se resiste a hablar del futuro como algo planeado

Fotos: Mario Arturo Martínez / EL UNIVERSAL
Sociedad 23/07/2017 10:59 Christian Jiménez Oaxaca Actualizada 11:03

Con 77 años cumplidos, a Francisco Toledo lo alcanzó la modernidad. Hoy es común verlo recorriendo las calles del Centro Histórico con su característico paso apresurado, pero con celular en mano. Su acercamiento a la tecnología ha asombrado a propios y extraños, pero él al ver pasar otro cumpleaños, asegura sentirse viejo.

Francisco Benjamín López Toledo nació en Juchitán de Zaragoza en 1940. Fue en 1959 cuando montó su primera exposición al lado del galerista Antonio de Souza, en México y en Texas, lo que acortó su distintivo a Francisco Toledo.

A lo largo de los años se ha abierto a los medios de comunicación. Cada vez con más cercanía confía declaraciones y cuenta anécdotas de sus casi ocho décadas.

En entrevista con EL UNIVERSAL en el patio del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), se resiste a hablar del futuro como algo planeado y al ser cuestionado sobre sus planes señala: “Me voy a comer, no sé qué más voy a hacer”.

Figura en varias pistas

Toledo es un apasionado promotor de arte, labor que inició en 1972 con la apertura de la Casa de la Cultura en Juchitán. A las acciones en su tierra natal les siguieron las que aún se realizan en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), el Taller Arte Papel Oaxaca, el Centro de Artes de San Agustín (CaSa), la Biblioteca para Invidentes Jorge Luis Borges, el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO), el Jardín Etnobotánico, la Fonoteca Eduardo Mata y la Biblioteca Francisco de Burgoa, sitios iniciados por el artista y que aún reciben su respaldo.

“Hay que darle continuidad al trabajo que se ha hecho, seguirlo alimentando: más libros, más cine y más música. Es lo mismo”, comenta el artista mientras frota sus manos sobre su melena alborotada que va perdiendo negrura.

“En los espacios creados por el maestro hay cabida para todas las expresiones del arte”, asevera. “En el CaSa, por ejemplo, hay un espacio destinado para la danza y si no hay más, por ahí está el director, díganle que haga más”, bromea.

El pintor participará en agosto en la intervención de un cráneo acrílico de jaguar al que, comenta, planea ornamentar con laminillas de plata o de oro, así 
como con dibujos de su estilo y complementarlo con un espejo que le colocará en las fauces. “Así, cuando alguien se asome podrá verse dentro de las fauces del animal”, detalla.

“Viejo... y ya”

“Me la ponen difícil”, asegura mientras mira hacia el cielo. En esta ocasión, a petición de los reporteros, a Toledo le ha tocado definirse en tres palabras.

“Es difícil definir a una persona. Si tuviera que pensar en una sería viejo… y ya”, espeta para librarse de la interrogante que lo ha puesto en aprietos. Viejo, pero no sabio, aclara: “   Pensé que a esta edad se llegaba a cierta sabiduría, pero no; pero bueno, está la palabra”, contesta Toledo.

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El artista inquieto

Aunque le cuesta trabajo referirse a sí mismo con palabras, se ha descrito a través de autorretratos, que detallan aspectos como el nacimiento o la vejez, con colores, formas y técnicas que con la experiencia y el paso de los años el pintor ha perfeccionado. El patio del IAGO, testigo de sus confidencias ante los medios, albergó en mayo pasado la exposición “Naa Pia”, “Yo mismo” en zapoteco, en donde el artista se representó de 120 maneras distintas: como un mono (animal con el que se mimetiza frecuentemente), un trompo, un insecto, un niño e incluso como un esclavo.

“Pintarse como un trompo, como un ‘juguete’ del tiempo que no ha podido permanecer un instante quieto”, no carece de ironía, escribió sobre el exponente de la plástica el escritor oaxaqueño Guillermo Santos, en la reseña de la muestra.

Y el autor comentó al respecto: “Soy yo, el que puede estar quieto, o puede estar frente al espejo, sin moverme, sin perder intimidad en el trabajo porque no hay otra persona a la cual estás dibujando”.

Detalles altruistas

A través de la fundación amigos del IAGO, Francisco Toledo emprende iniciativas que benefician a sectores comunitarios. El proyecto más reciente es el huerto urbano creado para la suficiencia alimentaria de las presas del reclusorio ubicado en San Francisco Tanivet, Tlacolula de Matamoros.

El impulso filantrópico del maestro fue respaldado por la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) en el estado. Se trata de un jardín que rompe con el ambiente del penal, donde las internas sembraron acelgas, tomates, zanahorias y otras verduras a fin de instruirlas en una actividad productiva que sea útil para su dieta. Y próximamente se implementará la cría de gallinas para autoconsumo.

Protector de lenguas

Fundador de la Editorial Cálamus, que reparte ejemplares gratuitos de las “Fábulas de Esopo” en zapoteco, y con el firme propósito de preservar la lengua de su natal Istmo de Tehuantepec, Toledo lanzó a través del CaSa la convocatoria a escritores en zapoteco, en cualquiera de sus variantes, a participar en el concurso Premios CaSa, creación literaria en lengua zapoteca, tanto en territorio oaxaqueño, como aquellos que residan en Los Ángeles, California. Para promover obras inéditas en zapoteco, el ganador de cada categoría de los Premios CaSa recibirá un bono de 30 mil pesos; además, en poesía y en literatura infantil (premio Mario Molina), el ganador obtendrá también un grabado del artista.

“Lo que le duele y lo que ya no”

Para Francisco Toledo, la labor que ha realizado para promover el arte y preservar la riqueza culturar a través del Patronato Pro-Defensa y Conservación del Patrimonio Cultural del Estado de Oaxaca (Pro-Oax), que en 2007 impidiera la instalación de un Mc Donald’s en el Centro Histórico y hace un par de años frenara la construcción del Centro Cultural y de Convenciones de Oaxaca en el cerro del Fortín, son lo de menos si se comparan con los dolores de su cuerpo por las mañanas.

“Mire, todas las mañanas me levanto y me duele el cuerpo, me duele la cintura, eso es lo más importante. Cualquier cosa que yo haya hecho, lo borra el momento en el que padezco de huesos, pero bueno”, resalta.

Al artista plástico, México le dejó de doler. Después de más de 50 años de carrera en las artes y de acciones políticas para frenar atentados por la cultura se limita a hacer una mueca cuando se le cuestiona sobre la situación del país.

No quedan artistas

Ante el reciente fallecimiento del pintor José Luis Cuevas, quien aseguró que era él y no Toledo el máximo exponente de la plástica en México, el también Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) opina entre sonrisas: “Era el máximo exponente… pero no oaxaqueño”.

“No quedan referentes de la plástica en México, a un nivel muy arriba no queda nadie. No hay, de la categoría de Tamayo, no hay. Vivos todavía queda Vicente Rojo y Felguérez, que sobrepasan los 80 años… y yo ya voy, arrastrándome, son muy difíciles años”, continúa.

El camino hacia las ocho décadas, insiste, le ha costado incluso la pérdida 
de habilidades.

“Maíz bueno”

En el mismo patio, la hija del pintor y poeta Natalia Toledo se dice admiradora del trabajo de su padre. “Siempre está yendo de un lado a otro, viendo actividades, planeando… siempre fue muy activo, aunque él dice ser muy flojo, es la percepción que tiene de sí mismo. Siempre despierta temprano. Me hubiera encantado tener esa energía y esa disposición”, afirma.

Al mirar hacia atrás, Natalia reconoce que el trabajo que se ha realizado por iniciativa del maestro es importante “todas estas cosas se hacen con dinero, pero no nada más con dinero, sino con amor y con ganas de querer hacerlas… si todos pusiéramos un granito de arena, con talento y con ideas seríamos mejores personas y mejores ciudadanos. Pero como dicen las abuelas, en el maíz hay podrido y hay bueno”.

Promotora del zapoteco, para ella el legado que su padre ha dejado a su familia no es solamente tangible.

Es admiradora de su trabajo pictórico, al que define como “su propio camino”, y asegura estar muy agradecida del trabajo que Francisco Toledo hace para la comunidad.

“Gracias a su interés he aprendido otras cosas. Yo trabajo para la preservación de lo nuestro, como las lenguas, pero él siempre está buscando qué materiales, y enriquece mi labor con lecturas que ya hizo. Cuando yo voy, él ya viene de regreso, eso te vuelve más rico”, expone sobre el trabajo en equipo que realiza con su padre. No obstante, para la también diseñadora de moda, la herencia de valores es más importante: “De mi padre hemos aprendido la generosidad, que cuando tienes, tienes que compartirlo”.

Un afectado más

Nadie se salva de los conflictos sociales en Oaxaca. El promotor cultural suspira al ver a la ciudad llena de basura y ambulantes: “En mi esquina hay un paquete de basura, pero hay que tener paciencia. Con La Guelaguetza aumenta la basura plástica, y en los ríos hay más botellas que pescados”, lamenta.

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