Covid-19: pese a nuevo riesgo, trabajadoras sexuales no pueden parar ni quedarse en casa

De las más de 400 personas que se dedican a este oficio, sólo 188 cuentan con carnet de sanidad, pero ninguna con seguridad social; ya se han registrado muertes

Covid-19: pese a nuevo riesgo, trabajadoras sexuales no pueden parar ni quedarse en casa
Ilustración: Ani Cortés
Sociedad 23/08/2020 10:56 Christian Jiménez Oaxaca Actualizada 08:40

A “La China” la vida se le fue en un suspiro.  Ha pasado casi un mes desde que la noticia de su muerte, a causa del Covid-19, se propagó por las calles de la llamada “zona roja”, en el centro de la ciudad de Oaxaca, donde decenas de mujeres ejercen el trabajo sexual, que no tiene oportunidad de guardar la cuarentena, ni porque se vive una pandemia.

Sus compañeras la extrañan. Son cuatro quienes recorren el centro de la ciudad en la zona de tolerancia, y van de las inmediaciones de las calles Aldama a Zaragoza una y otra vez, buscando clientes, para asegurar el sustento diario que desde hace cinco meses, se ha mermado considerablemente, pese a que desde entonces, el cubrebocas se volvió un artículo esencial en su día a día. 

La China y sus compañeras, son  trabajadoras sexuales desde hace al menos 40 años. Las edades de quienes le sobreviven van de los 50 a los 65 años, por eso conocen las calles y sus peligros, pero no tenían forma de advertir que un virus podía quitarles la vida. 
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Foto: Edwin Hernández

Saber cuántas mujeres como “La China” han resultado positivas al  Covid-19 o muerto por contraerlo es prácticamente imposible porque ninguna institución municipal ni estatal se ha acercado a ellas, pese a que según el reglamento municipal, emitido por la Dirección de Control Sanitario del Ayuntamiento, cada una debe contar con un carnet de salud, mismo que debe ser actualizado tras una inspección médica semanal.

Inés se acomoda en una silla antes de desayunar y cuenta, que a pesar de enterarse de la pandemia en los medios de comunicación, así como de los casos que se conocen entre quienes confluyen en la zona que une al centro de la ciudad con la Central de Abastos, el pausar su trabajo es un lujo que no puede concederse.

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Ninguna pudo advertir lo que sucedía con “La China”, quien antes de morir, pese a ser una mujer de edad avanzada, siempre fue saludable y alegre. A ella, la recuerdan como una mujer comprometida por el bienestar de sus hijos y nietos, pese a que éstos la discriminaban por su forma de vida.

“Fue de un momento a otro que se le apagó la vida. Estaba bien y después se enfermó, los síntomas al principio eran comunes y después se agravó tanto que tuvieron que llevarla al hospital, ahí, la muerte la sorprendió a pocos días de su llegada”, recuerda con tristeza.

Al igual que “La China”, Inés no cuenta con seguridad social. Está por cumplir los 60 años y desde muy joven su trabajo le ha permitido ser el sustento de sus tres hijos, así como de sus nietos. Sin embargo, las ganancias también se han acortado ante el miedo de los clientes de adquirir el virus por contagio sexual. 

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Foto: Edwin Hernández

“Han habido días sin clientes, en los que caminamos de arriba abajo, buscando sin encontrar nada”, lamenta.

Aunque la pandemia no ha cesado, el tránsito de Oaxaca al semáforo rojo naranja, ha reactivado el flujo económico y por lo tanto, de personas que acuden al centro de la ciudad buscando sexoservicio, reconocen Inés y sus compañeras.

La cuota que cobran es de alrededor de 250 pesos la hora, tarifa, que comparten con un hotel de la zona; sin embargo, ante la crisis económica que ha propiciado el nuevo coronavirus, la tarifa es negociable.

Para ellas, mujeres que ejercen el oficio desde hace décadas, los clientes principales son hombres de edad avanzada que acuden a la Central de Abasto a hacer compras, trabajadores de esa zona u hombres que vienen del campo a la ciudad.

Los hombres jóvenes, dice, y con mayores posibilidades de cubrir una tarifa más elevada, acuden a la calle de Zaragoza, donde trabajan  “las bonitas”, mujeres jóvenes que vienen de distintas comunidades indígenas, de otros estados e incluso de otros países.

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Foto: Edwin Hernández

Unas calles antes, trabajan las mujeres trans, quienes, al igual que las más jóvenes, lo hacen mayormente durante la noche, mientras que Inés y sus compañeras, trabajan durante el día y la tarde, pues para ellas es más agotador y peligroso laborar durante las noches.

De los aproximadamente 400 trabajadoras sexuales de las que las autoridades municipales tienen conocimiento, 188 cuentan con el carnet que, según Inés, es inspeccionado constantemente por funcionarios municipales y por elementos de seguridad. Quienes están regulados, en su mayoría, son quienes ejercen desde hace tiempo, ya que el reglamento data de los años 80.

“Quienes no tienen carnet son ´las bonitas´porque muchas de ellas no han hecho legal su situación en el país, muchas otras mienten sobre sus trabajos a sus familias y trabajan a escondidas. La prostitución es peligrosa, nos mantiene en riesgo, pero es nuestra forma de vivir”, lamenta Inés.

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