Enfundados en sus amplias camisolas color caqui, conocidas como chompa, con casco amarillo y botas negras, los famosos “palúdicos” —porque eran quienes combatían el paludismo, que desde hace siete años no hay registro de ningún caso en Oaxaca— antes de la pandemia iban nebulizando calles, talleres mecánicos y vulcanizadoras, y entregando abate en las viviendas para eliminar los criaderos del mosco transmisor.
Desde la aparición del Covid-19 en territorio oaxaqueño hace ya ocho meses, revela Alejandrino Villar Gallegos, representante sindical de unos 370 trabajadores de la sección 71 del área de Vectores de los SSO, los “palúdicos” intercambian sus uniformes tradicionales por el overol blanco, las mascarillas, los guantes y los zapatos protegidos por una especie de impermeable, cuando ingresan a desinfectar las instalaciones hospitalarias donde solicitan sus servicios.
A fines de julio, luego de que durante 17 días, entre el 10 al 27 de ese mes, el hospital civil Macedonio Benítez Fuentes de Juchitán tuvo que cerrar sus puertas por un brote donde dieron positivo a Covid-19 más de 120 integrantes del personal médico y enfermería, fueron precisamente “los compañeros de vectores fueron quienes acudieron a ese nosocomio para desinfectar todas las áreas”, recuerda Villar.
En medio de la batalla contra la pandemia, los trabajadores de vectores están librando otra en defensa de su estructura laboral con más de 65 años de existencia.
Su reclamo se condensa en 22 demandas, entre las que destaca la realización de pagos pendientes, uniformes para el personal, pago de los bonos Covid-19 prometidos, la entrega del parque vehicular y pago a terceros institucionales.
Pero su principal exigencia es la destitución del director de Administración de los SSO, David Concha Suárez; de su hermano, el jefe del Departamento de Vectores, Jorge Concha Suárez, y de la jefa de la Jurisdicción Sanitaria número 4 Costa, Yaneira Castellanos Nava, tres funcionarios a los que acusan de nepotismo, abuso de poder y desvío de recursos públicos.
Pese a ello, los autoproclamados “soldados de la salud”, los trabajadores de vectores, dicen que seguirán en las tareas de desinfección de las clínicas y hospitales, aunque “con miedo”, y permanecerán en la primera línea de la batalla contra la Covid-19.
Lo hacen, afirman, pese a las carencias materiales que enfrentan, como la del parque vehicular, pues la mitad de los carros tienen más de 10 años de antigüedad.
Los 370 trabajadores de la sección 71 cubren las poblaciones que pertenecen a las Jurisdicciones sanitarias del Istmo, la Cuenca y la Sierra. Las tres restantes zonas, Costa, Valles y Mixteca, son cubiertas por los trabajadores de la sección 73.
Entre ambas secciones, su labor se mantiene, con todos los riesgos dice Villar Gallegos, incluso por encima de la desconfianza de las familias.
“Derivado de los problemas de la inseguridad que hay en el país y en la entidad, en muchas viviendas las personas muestran recelos para recibir el abate desde las puertas”, dicen los trabajadores.
“Poco a poco nos reconocen por nuestros uniformes e identificaciones. Como ‘soldados de la salud’, ahí estaremos en primera fila, porque es nuestra responsabilidad”, agregan.