Pandemia, tiro de muerte a ganadería del Istmo que ya agonizaba por la sequía

Por el Covid-19 se desplomó el precio del ganado en pie, que pasó de 48 a 27 pesos el kilogramo

Pandemia, tiro de muerte a ganadería del Istmo que ya agonizaba por la sequía
Foto: Archivo EL UNIVERSAL
Sociedad 25/05/2020 09:57 Alberto López Oaxaca Actualizada 10:54

La pandemia del Covid-19 y la sequía están colapsando la actividad ganadera del Istmo de Tehuantepec, como nunca antes había ocurrido en la historia reciente de ese sector, el cual concentra poco más de la mitad de un millón y medio del ganado bovino que existe en el territorio oaxaqueño.

Desde el pasado mes de febrero, los ganaderos del sur de Oaxaca denunciaron la muerte de  más de 50 cabezas de bovinos a causa de la sequía. No hubo lluvias el año pasado y el agua escaseó en los potreros de temporal y, por consecuencia, se agotó el pasto. En ese entonces,  esperaban las lluvias que nunca llegaron en abril y ahora los pozos están secos.

Con la pandemia, explica  Margot Nolasco Robles, representante de unos 400 ganaderos del municipio de Santo Domingo Zanatepec, ubicado a unos 83 kilómetros al oriente de esta ciudad zapoteca, empeoró severamente la situación de los ganaderos. 

Por el Covid-19 se desplomó el precio del ganado en pie, que pasó de 48 a 27 pesos el kilogramo.

¿Por qué cayó el precio del ganado?, se le pregunta al presidente de la Unión Ganadera Regional del Istmo (Ugrit), Jorge López Guerra: “El precio se desplomó por la falta de demanda. La pandemia paralizó la movilidad del ganado y los compradores del centro y norte del país, procedente de Querétaro, Nuevo León y Sinaloa, dejaron de adquirir los becerros para la engorda”, explica.

Antes de la sequía y la llegada del coronavirus, en este año, desde diciembre de 2019, los ganaderos istmeños ya resentían la caída de sus ventas y de los precios del bovino en pie, debido a la entrada de reses de contrabando procedentes de Centroamérica, pero con registro de crianza en el sur del territorio mexicano. Pese a que denunciaron esa práctica,  el tráfico ilegal siguió.

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Foto: Archivo EL UNIVERSAL

“Entre la pandemia y la sequía, los ganaderos enfrentamos los fuertes daños económicos  sin ayuda de nadie. Tenemos el propósito de mantener la producción de carne y leche y sus derivados, pero ya no aguantamos los gastos por el encarecimiento del alimento y en menos de un mes, seguramente, tendremos la mortandad de cientos de reses”, advierte  Nolasco Robles.

De acuerdo con cifras de la Ugrit, antes  de marzo de este año, en medio de la sequía, los compradores de becerro de engorda procedentes del centro y norte del país empezaron a cancelar sus adquisiciones. Al día, en todo el Istmo se vendían unas 400 cabezas de bovino. De ese total, 55% va al mercado norteamericano y el resto se sacrifica en México, una vez engordado.

En toda la región, dice Jorge López Guerra, hay desde el mes de marzo un excedente de bovinos por el Covid-19 que provocó la suspensión de las compras: “En cada potrero hay, en promedio, 10 becerros que debemos alimentar y cuidar que no bajen de peso y que no mueran. ¿Sabes cuánto cuesta eso a sabiendas que te preparaste para venderlos?”, pregunta sumamente molesto.

Por la sequía no hay agua y tampoco pasto. A los becerros se les da algo de sorgo, que es pura fibra, pero no tiene nutrientes. La paca de sorgo es para que se mantenga en pie, aunque pierda peso. En Chiapas y Veracruz están vendiendo una mezcla de mazorca y hojas del maíz, conocido como silos, pero la tonelada anda por los 3 mil pesos contra los mil 500 de hace dos meses.

Aparte de que no hay alimentos, es caro lo que se consigue en el mercado. Mantener 10 cabezas más, porque no se vendieron, eleva nuestros costos y empeora nuestra situación: “Entre la pandemia y la sequía vamos derechito al quebranto, adelanta doña Margot, quien insiste en su diagnóstico: sin alimentos y si agua, van a morir nuestros bovinos”.

Los ganaderos del sur de Oaxaca, que ya sufrieron la muerte de más de mil 500 cabezas de reses en el primer semestre del año 2017, ahora insisten y claman que desde las esferas gubernamentales volteen a verlos: “No queremos que nos regalen dinero. Pedimos que juntos elaboremos un plan integral para salvar la ganadería y garantizar la producción de carne y leche”, aseveran.

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