A cuentagotas. Acusan que apoyo luego de "Beatriz" es insuficiente
Al menos una decena de localidades siguen incomunicadasy en espera de ayuda del Ejército
Los tres varones están desesperados. Llevan cinco días en instalaciones militares, en espera de un traslado aéreo de víveres para su comunidad, San Antonio Ozolotepec, que fue devastada por la tormenta tropical Beatriz, que en las primeras 24 horas de lluvia dejó dos muertos y, al menos otros dos desaparecidos.
“Desde el lunes [5 de junio] solamente nos llevaron media tonelada de alimentos y es todo; el martes, miércoles y jueves nos prometieron que irían y no se ha podido; este viernes dijeron que ahora sí”, dice Jaime Matías Hernández, autoridad auxiliar de esa agencia perteneciente al municipio de Santiago Xanica.
Como San Antonio, al menos una decena de pequeñas localidades siguen incomunicadas y a la espera de ayuda suficiente, tras los daños causados por las torrenciales lluvias del pasado 1 de junio, que azotaron 127 municipios de las regiones Istmo de Tehuantepec, costa y sierra sur.
Desde el día 4, cuatro aeronaves, dos del Ejército, una de la Policía Federal y uno del gobierno oaxaqueño no son suficientes para abastecer a los pueblos ubicados en las partes montañosas y cuyos caminos fueron destruidos. Mucho menos si lo impiden las condiciones climatológicas.
“Se hacen los esfuerzos todos los días, pero estamos sujetos a las condiciones atmosféricas. En las zonas altas hay apenas tres o cuatro horas de claridad en las que se puede bajar con las aeronaves disponibles.
“El Ejército tiene toda la disposición, los mandos y los soldados estamos listos las 24 horas, pero dependemos de otras situaciones”.
Eso asegura el general Cuauhtémoc Francisco Arellano, jefe de Estado Mayor de la 44 zona militar, dependiente de la Octava Región de la Sedena, convertida ahora en cuartel desde donde más de 700 elementos llenan los vehículos aéreos.
Recuento impreciso
A una semana del paso de Beatriz por territorio oaxaqueño, la Coordinación Estatal de Protección Civil del gobierno de Oaxaca no ha cuantificado con exactitud los daños. Los datos más recientes señalan que fueron 127 de los 570 municipios los perjudicados, a los que la Secretaría de Gobernación emitió la declaratoria de emergencia.
Asimismo, se registraron al menos 75 cortes carreteros, dos de los cuales incomunicaron a los valles centrales con el Istmo de Tehuantepec; uno, en el kilómetro 203, donde colapsó el puente Tequisistlán, que sigue cerrado al paso de vehículos y la gente tiene que transbordar a pie.
Hasta el viernes había 700 personas en refugios temporales en Puerto Escondido, Pochutla, Barra de Copalita, Santa María Huatulco, Candelaria Loxicha y Santiago Astata.
En materia educativa, ni el propio Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca tiene los datos exactos del número de escuelas dañadas por las lluvias, debido a que su personal no ha podido llegar a los pueblos más apartados, y sin comunicación.
Según su más reciente reporte, son 54 planteles que resultaron afectados por las intensas lluvias causadas por Beatriz, de los cuales cuatro serán reubicados en su totalidad.
Estos últimos se localizan en la comunidad El Vigía, San Pedro Pochutla; el preescolar de San Agustinillo, Santa María Tonameca, y San Ildenfo Amatlán, Miahuatlán, y la primaria de San Agustinillo, Tonameca.
De las 54 escuelas reportadas con afectaciones, 30 apenas han sido visitadas por personal técnico para su evaluación y 23 ya fueron atendidas.
El saldo fatal, hasta ahora, es de siete personas fallecidas a causa de Beatriz; Prisciliano Zárate Jiménez, de 60 años de edad, perdió la vida en la agencia de Santiago Lapaguía, por un alud.
Murió de la misma manera, Marisela López Mendoza, de 25 años de edad, originaria de San Pablo Topiltepec, del municipio de San Carlos Yautepec.
También Julián Martínez Martínez, de 10 años de edad, de la localidad de San Marcial Ozolotepec; Irma Romero y Laura Ruiz Romero, de 70 y 55 años de edad respectivamente, oriundas de San Francisco Ozolotepec.
Asimismo, Florencio Martínez, de 65 años de edad, quien vivía en San Pedro Quiatoni, Tlacolula, y Rigoberto Pineda Salinas, de 40 años de edad y vecino de San Isidro Pishishi, Tehuantepec.
Sólo quejas
Ocho días después del paso del meteoro, las quejas siguen. El viernes, en las instalaciones de la 44 zona militar, el secretario de Desarrollo Social y Humano (Sedesoh), Raúl Bolaños Cacho Cué, encabezó una reunión con autoridades de los tres niveles de gobierno.
Sólo recibió reclamos, ante la lenta ayuda; incluso algunos de los asistentes lo señalaron de utilizar de manera proselitista la tragedia para tomarse fotos en las zonas dañadas, pues el apoyo no llega como se esperaba.
El funcionario se limitó a responder que revisaría las necesidades para priorizar el envío de la ayuda a Santa María y a San Francisco Ozolotepec. Por si fuera poco, convocó a mantener la coordinación y a “no politizar la entrega de víveres”.
“El lunes mandaron un helicóptero que estaba muy chico y nada más llegaron 60 despensas, lo que no fue suficiente para abastecer a la gente, pues somos 700 habitantes; el martes logré que mandaran una brigada de médicos y medicinas”, narra Jaime Matías, el agente de San Antonio Ozolotepec.
No fue informado de la reunión, pese a que se encontraba en las instalaciones de la 44 Zona Militar; el Instituto de Educación tampoco tiene contabilizados sus tres planteles dañados, por lo que desde hace más de una semana no hay clases.
“Hoy nos prometieron que iría un vuelo, pero no me atienden. Que el gobernador Alejandro Murat vea por esa necesidad, que le dé prioridad a mi gente, a mi pueblo, que está necesitado”, suplica. Sábado, fue la esperanza que le dieron para que una aeronave llegara a su comunidad.
Salió de su pueblo con sus dos compañeros desde el domingo; caminaron por seis horas hasta San Juan Ozolotepec, para de ahí transbordar en vehículos y llegar a Miahuatlán; han dormido en el piso y comen lo poco que consiguen. Sábado, la promesa.
Sigue puente aéreo
El general Cuauhtémoc Francisco Arellano, jefe de Estado Mayor de la 44 zona militar, con sede en Miahuatlán de Porfirio Díaz, informa que desde el primer día de la contingencia aplicaron el Plan DN-III-E, en apoyo a la población afectada por las intensas lluvias.
Detalla que el 4 de junio inició el puente aéreo y a la fecha se han entregado 2 mil 295 despensas y 7 mil 500 litros de agua; en total, se han distribuido 29.5 toneladas de ayuda, con el apoyo del Sexto Batallón de Infantería.
Además, se han instalado 12 comedores comunitarios por parte del propio Ejército Mexicano; se han rescatado y trasladado a 116 personas, de ellas 23 vía aérea; en el caso de la 44 Zona Militar, han participado en total 732 elementos.
“Las instrucciones de nuestro general secretario, Salvador Cienfuegos, es atender a todos lo más pronto posible; las condiciones climáticas lo impiden pero tengan la certeza que la ayuda aérea seguirá”, señala, al precisar que cotidianamente se realizan entre cuatro y cinco vuelos para llevar la ayuda.
El pasado miércoles, el gobernador Alejandro Murat y el titular de la Sedesol, Luis Enrique Miranda, realizaron una evaluación en Huatulco y anunciaron recursos por 10 millones de pesos del Programa de Empleo Temporal para labores de limpieza de casas y calles.
Aseguraron que una vez que se concrete la Declaratoria de Desastre por parte de la Secretaría de Gobernación, se intensificarán los apoyos e iniciará la etapa de reconstrucción.
Aún sin esperanzas
Pero las familias de San Francisco Ozolotepec sólo conocen malas noticias. En esa comunidad de la sierra sur fallecieron dos personas y la ayuda tarda en llegar. En la semana, vía aérea trasladaron a tres mujeres embarazadas para recibir atención médica en Miahuatlán.
Junto con ellas están dos mujeres más que por acompañar a sus familiares dejaron a sus hijos en esa comunidad y ahora no pueden retornar.
“El martes entró un helicóptero a dejar ayuda, pero no ha habido más. Hay más de 10 casas destruidas totalmente y dicen que van a tardar por lo menos seis meses en componer los caminos”, aseguran Rosalinda, Camila y doña Silvana Romero, que miran con melancolía las aeronaves en la sede militar.
“Dormimos en donde podemos, comemos lo que se puede. Qué le vamos a hacer. A ver cuándo regresamos a nuestro pueblo”, se preguntan. Una dejó a un pequeño de cinco años, la mayor dejó a cinco hijos. La desesperanza las envuelve.