Una llamada anónima dio la pista para hallar el cuerpo de Bruno; la familia del marino acusa simulación
El cuerpo de Bruno Avendaño fue encontrado tras 30 meses de una búsqueda llena de anomalías, agravio a la familia y hasta intentos de extorsión
Santo Domingo Tehuantepec.– En el fondo de un paraje de arbustos espinosos que pintan un lugar sin vida, se levanta uno de los pocos matorrales verdes que resguarda bajo su enramada una tumba clandestina seca y cuarteada, es la del policía naval y general de la Secretaría de Marina (Semar) Bruno Avendaño Martínez , desaparecido el 10 de mayo de 2018.
Flanqueando la tumba abierta están un racimo de gladiolas rojas, una cruz de madera amarrada a los tallos y una veladora que da sus últimos destellos. Lukas, hermano de Bruno, dice que la familia lleva flores y le prende una veladora al lugar, como lo dictan las costumbres funerarias, y así lograr el descanso eterno para el alma del marino.
La tumba, localizada en lo que será una nueva colonia detrás del Hospital General de Tehuantepec, en las tierras comunales de Santa Cruz Tagolaba, fue hallada en diciembre de 2019 gracias a una llamada anónima a la Vicefiscalía Regional del Istmo de Tehuantepec, según informó la Fiscalía General del Estado (FGE) de Oaxaca a la familia del marino.
Pero la cruz de Bruno no es la única en el paraje, a 10 metros se observa otra en el camino. Es de acero y está marcada con una fecha que se registra cuatro meses después de la desaparición de Bruno, el mismo año. Parece que el lugar se está convirtiendo en un vertedero de cadáveres, teoriza Lukas ante lo peligroso de la zona.
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El joven, antropólogo y artista de performance, intenta no quebrarse frente a lo que fue por casi dos años la tumba de su hermano.
Se esfuerza mucho al dar los detalles del hallazgo, como que a Bruno le pegaron un balazo en la nuca. Que se detectaron irregularidades durante todo el proceso de investigación. Las simulaciones de los agentes de investigación los primeros 21 días tras la desaparición. Los agravios a la familia. Las amenazas a su madre y hasta el intento de extorsión a su persona.
“No me quiebro fácilmente, me cuesta llorar, nunca lo hice frente a las autoridades, pero lloro cuando recuerdo toda la cadena de irregulares que cometieron en el proceso de una búsqueda simulada. Más que la muerte, me causa dolor el agravio a mi familia, a Bruno. No se me pasa el coraje, el enojo, no olvido todo lo que nos decían: que sabíamos a lo que se dedicaba Bruno, que si lo habían visto en una toreada en Santa Rosa de Lima, que si estaba en un encerrón con una nalguita, que la familia era la principal sospechosa, todo eso me llena de coraje”, comenta.
Llamada anónima
Foto: Roselia Chaca
Los momentos en los que Lukas no logra contener las lágrimas son cuando repasa la bitácora de los 21 días de búsqueda trazada en la pared blanca de su casa, la lista se está borrando después de dos años y seis meses de la desaparición y muerte de Bruno.
En realidad este suplicio se extendió un año más, pues los restos fueron localizados en diciembre de 2019, pero la fiscalía informó del hallazgo en marzo de 2020. En julio se constató la identidad de Bruno y el 12 de noviembre se notificó a la familia. El cuerpo les fue entregado el 2 de diciembre y sepultado al día siguiente.
Durante dos años, Lukas y su madre se convirtieron en investigadores: peinaron la zona de Tehuantepec en brigadas con vecinos y amigos.
Monitoreaban las redes sociales, los periódicos y todas las noticias en la región. Cada vez que se localizaba un cuerpo, llamaban a la fiscalía o se presentaban pidiendo informes , pero de la localización del cuerpo de Bruno, en diciembre de 2019, nada se supo, nada se publicó. El informe refiere “llamada anónima”.
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En medio del caos y la desesperación, Lukas ideó convertir la pared de su cuarto en una gran bitácora de hechos, allí anotó hasta el más mínimo detalle de los primeros 21 días de búsqueda, desde el descubrimiento de que el expediente de Bruno no había sido ingresado a la página de desaparecidos, hasta la participación de su madre en un círculo de espiritualismo, donde le dijeron que Bruno seguía vivo a los 17 días de su desaparición y pedía agua.
“El día 4 de julio me di cuenta que no podría seguir así, así que fue la última vez que escribí y pasé todo a una carpeta. Fue gracias a esa bitácora que me di cuenta de las irregularidades, de cómo los agentes dejaron de buscar al quinto día y si nos acompañaban en las brigadas, pero nunca se bajaron de las camionetas a buscar.”
Lukas está seguro que si no hubiera convertido la desaparición en algo mediático, desde su presentación en el consulado de Barcelona, España, el cuerpo de Bruno no hubiera sido localizado y la familia seguiría en incertidumbre.
Es por ello que el próximo año retomarán la exigencia de justicia y atraerá la queja que interpusieron ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) contra la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca.