
En el Día de las Madres en México, ella, sentada sobre el pasto de un parque, cerca del municipio de Ánimas Trujano, en los Valles Centrales de Oaxaca, manda felicitaciones a las mamás mexicanas, mientras cuida amorosamente que sus hijos terminen la ración de atún y agua que les toca como desayuno.
En la misma caravana del "Viacrucis del Migrante", camina la cubana Evelyn Jiménez, que también celebra el Día de las Madres cada segundo domingo de mayo. “En este día que se conmemora a las mamás mexicanas, me alegra, pero me entristece estar lejos de mi país y de mi mamá. Mi mamá está enferma, no pudo salir y se quedó en un país peor”, cuenta.
Evelyn se lamenta de que el tránsito por México sea muy difícil. “Hay muchas barreras que ponen las autoridades. Si lo permitieran, nosotros compramos los pasajes y abordamos los buses, pero no quieren. Ponen muchas barreras y ahí andamos caminando bajo el sol y mire, todas esas mujeres embarazadas, a punto de desfallecer”.

Agobiados por el calor y la incertidumbre de que por la noche de ayer no sabían dónde podrían descansar, al llegar hoy en la entrada del municipio de Ánimas Trujano, más de 20 mujeres embarazadas, con problemas respiratorios y la presión arterial alta, tuvieron que ser atendidas por paramédicos del Cuerpo de Bomberos.
En el Viacrucis, también camina, sufre y llora Dayana Esteva, una mujer de Venezuela. “Aunque me hago la fuerte, este viaje por México ha sido muy duro. Me han dicho que el acero es duro, pero no, duro es desafiar a las autoridades de Migración de México. Todo iba bien, hasta que llegamos a México. Migración obliga a pasar por el monte y ahí te roba el dinero y de permite pasar”, dice.

“La verdad no sabía ni siquiera qué día estamos hoy en México. Ya supe que es el Día de la Madre, y pues muchas felicidades para ellas, exclama y de pronto la voz se ahoga y vuelve a llorar al ver a sus tres hijos tumbados en el pasto. No merecen vivir así. Abre los brazos en cruz y eleva un suspiro al cielo. Pido a Dios que pronto lleguemos a Estados Unidos”, suplica la venezolana Dayana Esteva quien junto con sus hijos y los cientos de migrantes que avanzan con ella llegaron, tras ocho horas a pie y bajo un sol quemante, al refugio instalado por las autoridades estatales en el Gimnasio “Venustiano Carranza”. Los próximos días seguirán caminando.