Domadoras de olas: niñas de Oaxaca se abren camino en el surf, pese a exclusión en el deporte
Desde Puerto Escondido, Roxel y sus hijas, Joy y Romyna, de 14 y 7 años, buscan inspirar a otras niñas para terminar con la exclusión y discriminación en este deporte, hasta ahora dominado por hombres en el país
Puerto Escondido, Colotepec.— El Jeep se desvía sobre la carretera que conecta a Mazunte con Puerto Escondido y toma un camino de terracería. A un costado corre un río que desemboca en el mar y muestra advertencias continuas: zona de cocodrilos. El vehículo ingresa a la playa y se dirige a la punta. El golpeteo incesante de las olas acalla todos los otros sonidos con fuerza.
Romyna y Joelle, Joy, Ramírez Pérez, de siete y 14 años, respectivamente, descienden de la camioneta y se preparan. Toman sus tablas y corren al mar. Su padre, José Ramírez, un surfista profesional de olas grandes y uno de sus instructores, les lleva la delantera apenas por unos segundos. Su madre, Roxel Pérez, también surfista profesional y su instructora, por esta ocasión espera en la playa.
Hay buen oleaje. Joy practica el tubo, maniobra que consiste en pasar por una ola “hueca” y da la posibilidad de montar la pared de la ola rodeada de ella. Romyna, por su parte, practica el pegón, movimiento en el que se alcanza la parte más alta de la ola y, luego, con la tabla se vuelve a bajar.
Tanto Romyna como Joy son dos niñas que practican un deporte hasta ahora dominado por hombres en México y Oaxaca, pero en el que cada vez más mujeres demandan igualdad en las competencias.
Para ellas, la inspiración para practicar el surf viene directamente de sus padres; sin embargo, también es algo que disfrutan, que las hace felices e, incluso, las ayuda a olvidarse de sus problemas.
“Lo que más me gusta es surfear porque puedo hacerlo con mi familia y mi hermana. Me siento feliz adentro del agua y se me olvida todo, como la tarea”, dice la más pequeña.
“Mis papás surfean desde muy chicos y ellos empezaron a llevarme seguido al agua, porque para ellos es como comer. Me empezaron a llevar y me empezó a gustar mucho. También me encanta surfear porque me hace sentir muy feliz, divertirme y olvidarme de mis problemas, como la escuela”, expresa la mayor.
Falta equidad en el deporte.
Romyna apenas lleva poco más de un año en este deporte, empezó a los seis; sin embargo, ya ha participado en torneos en los que compite con niños de su edad.
Joelle, de igual manera y cotidianamente, debe competir contra niños porque casi no hay niñas de su edad que participen en estos torneos.
“Hay más niños que mujeres, pero cada vez hay más y pienso que será bueno para que en un futuro hagan más eventos. Por ejemplo, este año iban a hacer un evento que sea sólo de mujeres aquí en Puerto Escondido”, menciona Joelle.
Aunque en los últimos años, el surf ha dejado de ser una actividad estereotipada que se asociaba con el consumo de drogas y pasó a ser un deporte de alto rendimiento para atletas, con una industria millonaria detrás; las mujeres que practican este deporte enfrentan exclusión y discriminación, así como desigualdad.
Roxel, por ejemplo, tenía 13 años cuando se mudó con su madre de la Ciudad de México a Puerto Escondido, en 1992. Tras un par de años empezó a surfear y, entonces, era la única mujer mexicana que practicaba el deporte.
“Me acuerdo que veía a las extranjeras, había una que se metía en Zicatela y ella era como mi inspiración (...) Entonces, mujeres surfistas tampoco había muchas y las que había eran extranjeras”, cuenta en entrevista.
A ella le llamó la atención la adrenalina al estar dentro del agua y también el poder salir de su casa, porque a esa edad, menciona, no había muchas opciones de actividades para realizar en Puerto Escondido; además, tenía muchos aspectos positivos en su vida. Su madre, recuerda, no estaba de acuerdo, pero tampoco se opuso.
El surf lo aprendió gracias a amigos que la llevaban y cuidaban al practicar; también le ayudó que su padre la tuviera en escuelas de natación de alto rendimiento, deporte en el que también llegó a competir.
Como surfista profesional en la categoría bodyboard, Roxel cuenta con varios trofeos de primer lugar y ha competido en torneos internacionales y nacionales en Puerto Escondido, Acapulco, Colima, Baja California y San Diego, California, en EU. Además, es la primera presidenta de la Asociación de Surfing de Oaxaca.
“Se requiere de mucha constancia y que no te desanimes. No importa la edad que tengas, siempre que vienes al mar te enfrentas con olas diferentes. Siempre en una sesión te vas a caer 100 veces y vas a hacer una buena; eso es lo padre, nunca terminas de aprender y siempre estás con un elemento natural que te da sorpresas”, relata.
Roxel explica que también se requiere saber nadar, tener rapidez, fuerza, equilibrio, buena alimentación y dormir bien. “Requiere mucho físicamente, otro tipo de entrenamiento como correr, yoga... cosas que complementan que puedas surfear bien”.
Hay pocas mujeres en este deporte en México, opina Roxel, porque primero se debe vivir en el mar y, cuando eres niño o niña, tener el apoyo de los padres. En el caso de sus hijas, explica, es su esposo quien se hace responsable de ellas cuando están en el mar.
“Pienso que las mujeres no empiezan tan jóvenes porque los papás no las llevan. En mi caso, aprendí tarde, a los 17, 18 años. Ya no necesitaba que me llevaran, iba aunque no me dejaran en mi casa. Eso es un factor para que no haya tantas niñas”.
Pese a ello, advierte que en Puerto Escondido hay una nueva generación de surfistas que tienen hijas y por tanto las llevan a practicar este deporte, porque es su estilo de vida.
Un segundo problema, dice, es la exclusión de las mujeres en las competencias y que siguen viéndolas como un objeto. “A la mujer sólo la explotan como atractivo visual, mientras que los hombres son los deportistas”.
Roxel recuerda un torneo de surf en el que el premio económico del “bikini contest” era más grande que el premio de la categoría femenil de surf.
“Me acuerdo de una marca de ropa que hizo a propósito unos shorts transparentes y dijimos: ‘Ok, si eso es lo que va a hacer que la bolsa de premios sea más grande, entonces las mujeres de surf van a entrar con el short transparente para que les aumenten la bolsa, es lo que quieren dar a entender’. Me acuerdo que entramos con esos shorts y que sí aumentaron la bolsa”.
Desde entonces, lamenta, la situación no ha cambiado mucho. En los últimos torneos en Puerto Escondido han excluido a las mujeres de las competencias de surf, pero el torneo de bikinis sí se lleva a cabo, pese a que ya hay mujeres atletas surfistas.
“Hace dos o tres años no hubo categoría femenil y todavía el [año] antepasado, en el bikini contest, una de mis amigas, una canadiense, entró en pantalón y licra, y se ponía como a remar y decía: ‘Es que nosotras somos atletas, nosotras no somos para estar haciendo esto’.
“Ese tipo de acciones de repente suenan, pero todavía hay gente que no se da cuenta”, dice.
Para ella, lo más importante es que sus hijas “amen de corazón [el deporte] (...), pero tampoco las queremos forzar a hacer algo que ellas no quieran”.
Tampoco sabe si desea que se conviertan en profesionales y vivan de ello. Lo que sí quisiera, dice, es que otras niñas vieran a sus hijas y se animen a surfear: “Que ellas inspiren a otras niñas para que vean que sí se puede, que las mujeres podemos hacer todo lo que queramos”.