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Se lo hizo saber a su esposa Rosa Elva Solórzano García y ambos creyeron que era una reacción normal a la vacuna. Federico Chávez se preparó para ir a trabajar en un taxi, empleo que realiza para completar con los gastos de la casa ante la baja pensión que recibe; salió para llevar a lavar el vehículo y cuando regresó a su hogar, estaba bañado en sudor y con mucha sed.
Aún así, salió a trabajar con la idea de que lo que sentía sólo era temporal; pero en el fraccionamiento Los Tamarindos la boca se le empezó a trabar y tenía dificultades para hablar, como si la quijada se apretara. Su esposa lo acompañaba.
A más de quince días de que fue dado de alta, la familia señala que las autoridades y el personal del IMSS en Salina Cruz no se han hecho responsables de garantizar la atención médica de Federico Chávez y para darle seguimiento a su salud le han dado citas médicas que ocurrirán hasta dentro de un mes y cuatro meses.
También requiere de una resonancia magnética con la cual determinar la causa por la que se convulsionó y la mitad del cuerpo quedó paralizado; sin poder hablar y con sus capacidades cerebrales empeorando. El hospital; sin embargo, no tiene el equipo para realizar el estudio y debe subrogarlo, pero no lo ha hecho con el argumento de que no tiene dinero.
“Mi molestia es que el servicio médico del Seguro Social también hasta una simple aspirina no tiene dentro de su farmacia. Y las citas que le está dando son para que vea el neurólogo hasta el día 1 de agosto, imagínese. Hasta qué tiempo lo va a ver el neurólogo, hasta el 1 de agosto, y hasta el 7 de junio le toca psiquiatría.
Hay días en que el profesor de Santo Domingo Tehuantepec logra hablar un poco y otros en los que empeora. Ahora, Rosa Solórzano, advierte que también empieza a presentar daños en su cerebro porque se “porta como un niño”.
En su hogar únicamente viven Federico Chávez, Rosa Elva Solórzona y su hija de 17 años Zaylette; esta última es quien debe hacerse cargo de la atención a Federico Chávez, ya que su mamá debe salir a trabajar como cocinera. Sus condiciones económicas no son buenas y mucho menos para procurar el cuidado médico.
Elva Solórzona, con sus bajos ingresos, debe gastar en un taxi particular que los lleve hasta Salina Cruz y los regrese a su hogar, para que su esposo reciba atención médica; otras vez, debe recurrir a un médico particular cuando se agrava la salud de Federico Chávez.
“Esa es mi molestia, quisiera que el servicio médico del seguro social le dé atención a mi esposo. Esa vacuna, en algunos casos beneficia, que no todos los cuerpos reaccionan igual, y no hay garantías de atención médica.
“Dice el seguro que los estamos haciendo responsable, eso no es cierto, sólo (pedimos) que le acerquen más la fecha (de sus citas), no estoy pidiendo más o que el gobierno haga algo y que mande alguien que le de terapia. Imagínate cuánto de dinero, yo soy una mujer pobre y estoy trabajando en el área de cocina, cuánto puedo ganar”, expresa.
“Sí lo tenemos registrado y en espera de fecha para dictaminación por el comité nacional de expertos”, informó la dependencia a través de Yuko Nakamura, jefa de la Unidad de Epidemiología de los SSO.
Mientras que el IMSS informó a este medio que el caso sigue en valoración pero hasta el momento no ha dado a conocer su postura sobre los señalamientos de la familia.