En entrevista con EL UNIVERSAL, Elizabeth Rojas Peña, hermana de Estela, cuenta que desde hace tres años la vida de su familia cambió de manera radical, pues enfrentan a un sistema en el que la justicia para las mujeres no llega.

Estela tenía 38 años y era originaria de Huazolotitlán, Pinotepa Nacional; al igual que sus hermanos, abandonó su comunidad para acudir a estudiar Contaduría en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO).
“Mi papá es carpintero y mi mamá costurera. Mi hermana era una persona tranquila, quería vivir y tener un hijo, porque los doctores le dijeron que no podía”, dice Elizabeth Rojas, quien agrega que su hermana fue diagnosticada desde los 16 años con artritis juvenil, enfermedad degenerativa.
Su hermana recuerda que el día de su desaparición tuvo contacto con Estela a lo largo de la tarde, pero después de las 17:00 horas su celular fue apagado.
El 27 de noviembre, la contadora fue a una reunión para acordar el pago de un dinero que le debía Armando N., quien acudió con su chofer, Joel N.; sin embargo, ambas personas volvieron a la ciudad y afirmaron no saber nada de ella.
La asesora legal de la familia Rojas Peña, Miriam del Rayo Alonso, puntualiza que se recuperaron videos de negocios, del C4 y pruebas circunstanciales entre las que se enlistan llamadas, muestras de ADN, entrevistas y fotografías, por las que se pudo determinar la presunta responsabilidad de Armando N. y Joel N.
Fue la Fiscalía de Género de Valles Centrales, mediante las investigaciones que encabezó la comandante Elizabeth Torrija, quien recabó las pruebas y llevó el caso a la vicefiscalía de la región, en donde se liberaron las órdenes de aprehensión.
Aunque la fiscalía local consideró el delito como feminicidio, el Tribunal Superior de Justicia del Estado de Oaxaca (TSJO) lo reclasificó como homicidio calificado.
De los 146 crímenes contra mujeres registrados por la FGEO en 2019, sólo 29 fueron tipificados como feminicidio, mientras que 117 se consideraron homicidio; uno de éstos es el de Estela.
“Le pedimos al Tribunal que juzgue con objetividad. Y a las personas que conocen a Armando N. y Joel N., que si son víctimas de algún delito cometido por ellos, se acerquen”, dice Elizabeth, en espera de justicia para su hermana.