Todo el amor para Oaxaca: Gutiérrez Müller

Las cuatro niñas de faldas largas y con pañuelos en las manos subieron despacio al palco central del auditorio Guelaguetza. Desde ahí, y al ritmo de la música, anunciaron los sones y los ritmos de la Costa, región habitada por el pueblo afrodescendiente del estado.

A cargo de Santiago Pinotepa Nacional, esta región fue la encargada de cerrar la primera función del segundo Lunes del Cerro: la octava de la Guelaguetza, en la que 13 delegaciones mostraron al mundo sus tradiciones hecha ritmo.

Con las cuatro pequeñas llegaron las coplas y versos que narran el sabor de la vida costeña; también la invitación para que los ocupantes del palco de honor bajaran a mezclarse con el pueblo que baila y goza.

Así lo hicieron el gobernador Alejandro Murat y la escritora Beatriz Gutiérrez Müller, invitada especial de esta celebración y quien a cada paso dado recibía la simpatía del público, como si al estar cerca de ella por añadidura se estuviera también cerca de su esposo, el presidente Andrés Manuel López Obrador.

La llegada de la mujer que se negó a ser llamada Primera Dama fue todo un acontecimiento. Desde su entrada al auditorio del Cerro del Fortín fue ovacionada por las casi 12 mil personas en el espacio.

El gobernador agradeció su presencia, aseguró que era “un mensaje contundente del cariño que el Presidente le tiene a Oaxaca” y dijo que la doctora estaba ahí para “ llenar de alegría a todo Oaxaca”.

Gutiérrez Müller agradeció al mandatario estatal y a todos los oaxaqueños la invitación. Aseguró que la Guelaguetza representa a Oaxaca ante todo México y el mundo.

Lo que siguió fue el desfilar de una celebridad. No podía dar un sólo paso sin que la interrumpiera la solicitud de una selfie, el disparo de una cámara o el comentario de algún asistente. Les respondió a todos.

Repartió objetos tradicionales, que se entregan para preservar el sentido de la palabra Guelaguetza (compartir en zapoteco), y se subió a las tarimas donde las bailarinas esperaban su turno.

“Estamos iniciando la Cuarta Transformación de la vida pública de México, en la que todos están participando, deben participar, cada quien desde donde puede, como puede, ayudando a construir un mejor país”, dijo la invitada cuando se le cuestionó cómo calificaba el momento que vive la nación. “La 4T está de 10”, agregó.

“Todo el amor para Oaxaca”. Gutiérrez Müller prefirió no hablar de política: “No soy del gobierno, no opino de cosas políticas”, respondió cuando se le preguntó sobre los pueblos originarios y los derechos que han sentido vulnerados por los megaproyectos que impulsa el Presidente.

Lo mismo dijo cuando fue cuestionada sobre la gran fiesta que se realiza en el estado con los municipios más pobres del país.

“Yo no soy del gobierno”, repitió, con la promesa de transmitir las preocupaciones expresadas.

“Todo en la vida se te tiene que devolver. Si das amor, se te tiene que devolver amor. Todo el amor para Oaxaca”, afirmó.

Ante la insitencia de los medios, la escritora señaló que Oaxaca era “uno de los estados consentidos” del gobierno federal: “Ustedes tienen que exigirle siempre a los gobiernos, desde el federal, estatal y municipal, que les rindan cuentas y devolución de todo lo que dan”.

En medio de la gente y poco antes de que las niñas anunciaran el cierre del festejo, una mujer de trenzas con listones se acercó a Gutierrez Müller e improvisó versos costeños.

No era cualquier mujer. Se trataba de Roselia Pérez Cosío, Diosa Centéotl 1986 y encargada de las 40 personas que formaban la delegación de la Costa.

“Pinotepa Nacional siempre se ha distinguido por comunicarnos en rima. Eso es lo que venimos a hacer aquí”, dijo la mujer costeña , quien buscaba a toda costa entregarle a la escritora una blusa tradicional adornada con chaquiras “para que la portara con orgullo”.

“Es un privilegio enorme que venga a conocer nuestras costumbres, que Oaxaca es rico, es un estado rico en cultura y es un privilegio que doña Beatriz venga a ver todo este folclor que ofrece nuestro estado”, aseguró la mujer, quien encabeza el grupo al que pertenecían las cuatro niñas pequeñas del palco.