Todos los días, Ivonne Martínez Baños, de 37 años, se levanta desde muy temprano, se alista, despierta a su hijo de 10 años y lo ayuda a prepararse para ir a la primaria; después, se  dirige a trabajar.

Su cotidianidad pareciera  similar a la de cualquier otra persona, pero la diferencia es que ella lo hace en una silla de ruedas.

Ivonne trabaja en el área de Recursos Financieros de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), donde labora desde hace ocho años. Durante un recorrido de trabajo tuvo un accidente automovilístico que le causó severas lesiones en la columna, quitándole movilidad en las piernas. Recuperarse le tomó alrededor de dos años, al querer retomar su trabajo y también sus labores como madre, que desempeña con el apoyo de sus  padres.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) por cada mil habitantes en Oaxaca hay 65 personas con discapacidad, la mayoría son   adultos mayores de más de 60 años. De esa cifra,  49% son mujeres y 51% hombres. Sobre el tipo de discapacidad a la que se enfrentan hay poca información.

A nivel nacional los datos se limitan a indicar que  64 de cada 100 personas que padecen alguna discapacidad tienen una que le impide  usar las piernas.

La falta de información sólo es una parte. El activista Agustín Marte, quien tiene una discapacidad motriz de nacimiento, indica que aunque hay avances en la inclusión, en el estado hacen falta acciones contundentes.

 Añade que no existe un registro que indique cuántas mujeres que son madres tienen alguna discapacidad y las necesidades que tienen para el desempeño de sus diferentes roles. “Los censos no se centran en personas con discapacidad, ni detallan a qué se dedican, en muchas ocasiones ni siquiera se toma en cuenta a este sector  para realizar censos económicos”, lamenta.

Aunque Ivonne pudo recuperar la cotidianidad de su vida de manera paulatina y aprendió a valerse por sí misma, sentada en su silla semideportiva, recuerda que le tomó al menos tres años acostumbrarse a moverse en silla de ruedas; además, tuvo que tomar   varios cursos intensivos para perfeccionar sus habilidades manejándola.

Ivonne asegura que para ella las condiciones laborales  no han sido difíciles y que  sus compañeros nunca la han discriminado, por el contrario, la auxilian cuando necesita apoyo. Las dificultades que enfrenta, dice, no están en su centro de trabajo sino fuera de él.

Pero Ivonne ha tenido suerte. Agustín Marte afirma que la mayoría de las personas con algún tipo de discapacidad no tienen las mismas oportunidades escolares ni laborales que el resto de las personas; a pesar de que  legislaciones vigentes y  tratados internacionales hacen hincapié en que debe existir igualdad de condiciones para toda la población.

Las personas con alguna discapacidad, explica, se ven obligadas a dedicarse a un oficio a pesar de tener alguna profesión. Agustín estima que 70% de la población con discapacidad no ha podido culminar una carrera, y del 30% restante son muy pocos los que ejercen su profesión o tienen acceso a una plaza laboral.

Ivonne se ha propuesto adquirir un vehículo adaptado y aprender a manejar, pues debe trasladarse desde colinas de Monte Albán hasta la  Carretera Internacional, donde trabaja.  En su experiencia, dice, los agentes de tránsito y la ciudadanía no tienen la cultura suficiente para respetar los cajones destinados a personas con discapacidad ni  para adoptar las medidas de seguridad y tránsito que requieren los vehículos adaptados y sus conductores.

Marte coincide con que hace falta sensibilizar a todos los sectores de la sociedad para que la inclusión sea una realidad. “La discapacidad nos compete a todos, los avances han sido pocos, se puede decir que hay logros, organizaciones, grupos, pero hace falta mucho por hacer”, declara.