Defienden derechos de afromexicanos

Senadora Susana Harp busca que se les reconozca en la Carta Magna

Foto: Archivo / EL UNIVERSAL
Nación 21/10/2018 19:50 Juan Arvizu Ciudad de México Actualizada 19:54

En reconocimiento de los derechos indígenas para más de 1.3 millones de personas afrodescendientes, la senadora Susana Harp Iturribarría (Morena) busca que las garantías para este sector se reconozcan en la Constitución.

Al presentar esta semana un punto de acuerdo a favor de esta población, la senadora afirmó que los afromexicanos son objeto de “un fenómeno de invisibilidad y se exponen a condiciones de discriminación institucional y situaciones de exclusión y vulnerabilidad”. 

Harp Iturribarría propuso una adición al artículo dos de la Constitución y tras su exposición en tribuna obtuvo la adhesión de las ocho bancadas que forman el pleno senatorial, un respaldo inusual para un proyecto, previo a su turno a comisiones.  Será dictaminada en Puntos Constitucionales, Asuntos Indígenas y Estudios Legislativos.

La legisladora de Oaxaca refirió que durante 19 años afrodescendientes llevan a cabo actividades bajo el lema: “Unidos por el reconocimiento constitucional”, que ya es efectivo en Oaxaca, Guerrero, Ciudad de México y Veracruz.

La población afrodescendiente se distribuye en el Estado de México, Veracruz, Guerrero, Oaxaca, Ciudad de México, Nuevo León y Jalisco, principalmente, y con base en la Encuesta Intercensal del Inegi, la presencia nacional de este grupo es de un millón 381 mil 835 personas.

En tribuna refirió que la historia de los afrodescendientes en México está ligada a la diáspora de personas de origen africano, a partir del siglo 16, y se trata de un acontecer de injusticia, violencia y esclavitud. 

Fueron comprados y llevados a Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Guanajuato y a la  Ciudad de México. No gozaban de libertad alguna y vivían en condiciones infrahumanas. 

“Hoy pedimos el reconocimiento constitucional, porque estos mexicanos viven en su propio país una discriminación estructural que se representa en el trato diario entre personas o cuando acuden a una institución y, peor aún, cuando tratan de cruzar las fronteras de su México”.

El colmo del maltrato, dijo, es que las autoridades migratorias, por prejuicio, “los hacen cantar el Himno Nacional para confirmar su nacionalidad”. 

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