Los “pesos pesados” de Cuba 86
Cuando el 5 de noviembre pasado agentes de la Fiscalía General de Justicia de la CDMX irrumpieron en Cuba 86 para buscar indicios del asesinato de dos adolescentes de la comunidad mazahua, Alan Yair “N” y Héctor Efraín “N”, los “pesos pesados” de la vecindad ya no se encontraban en esta.
Según vecinos y comerciantes de la zona, todos se esfumaron desde que estalló la noticia de que agentes de la Secretaría de Seguridad Ciudadana habían detenido a un hombre que empujaba un “diablito” con dos cajas de plástico que contenían los cuerpos desmembrados de los menores desaparecidos.
Nadie se explica por qué Baltazar “N”, de 25 años, y al que la fiscalía acusa de “probable participación en la muerte de los dos adolescentes”, permaneció en la vecindad en donde presuntamente Alan Yair y Héctor Efraín fueron asesinados.
Cámaras de la zona detectaron el 31 de octubre las espaldas de un sujeto que a las 23:34 pasó rumbo a la vecindad, empujando un “diablito” vacío. La misma persona apareció a las 23:57, ahora de frente, llevando el “diablito” ya cargado y conduciéndolo con dificultad. A las 23:59 el individuo regresó a la vecindad, corriendo a grandes zancadas.
Se le habían caído las cajas en República de Chile y decidió abandonarlas. Minutos más tarde Edgar “N” pasó por ahí. Encontró los objetos abandonados, e intentó robárselos, probablemente sin saber lo que contenían las cajas y las bolsas guardadas en su interior. Fue detenido por agentes de la Secretaría de Seguridad Ciudadana que montaban de madrugada un operativo.
A pesar de tener dos sujetos detenidos, el vocero Ulises Lara declaró que la fiscalía no había podido establecer aún el móvil del asesinato.
El 29 de julio de 2020, autoridades de la Secretaría de Seguridad Ciudadana fueron informadas de que el inmueble de Cuba 86 estaba invadido por la Unión Tepito desde hacía años. Vecinos y comerciantes reportaron que en los alrededores de la vecindad los robos a transeúnte eran cosa de todos los días (los peatones son despojados de sus celulares, principalmente), y que desde ese lugar se dirigía el “cobro de piso” a los comerciantes de la zona.
Omar Sánchez Oropeza, El Gaznate, miembro de la Unión Tepito, estaba encargado del cobro de piso entre los impresores de la Plaza de Santo Domingo y comercios aledaños.
Quienes se negaban a pagar eran llevados con los ojos vendados a Cuba 86, una vecindad doblemente invadida, en la que la Unión Tepito había despojado a los invasores originales: vendedores ambulantes del centro.
En 2016 la cuota exigida a los comerciantes era de 50 mil pesos, “de entrada”, y más tarde mensualidades de 5 mil. Impresores denunciaron que El Gaznate revisaba diariamente sus facturas de venta, por lo que se hallaba al día en lo referente a las entradas de cada negocio del rumbo.
El dinero de la extorsión era concentrado por su mujer, Carmen Piedad Hinojosa, cuyo nombre rueda en la prensa desde hace años y a la que apodan La Güera de Tepito.
El Gaznate reclutó menores de edad de las vecindades de Cuba, Pensador Mexicano y 2 de Abril, y los empleó como halcones, cobradores de piso y narcomenudistas. La vecindad en la que presuntamente fueron “castigados” hasta la muerte los adolescentes de origen mazahua Alan Yahir y Héctor Efraín era un centro de almacenamiento de artículos robados, pero también un centro de secuestro exprés en el que se retenía, golpeaba y amenazaba a los comerciantes morosos.
“Después de que me quitan la bolsa me ponen la pistola en la cara y en la boca y dije: ‘ya me mataron estos canijos’”, denunció en 2017 un comerciante que se vio obligado a cerrar su negocio.
La Unión “expropió” los negocios de quienes se negaban a pagar.
El Gaznate fue ejecutado en mayo de 2018 en un estacionamiento cercano. De acuerdo con vecinos, La Güera de Tepito heredó el grupo criminal que operaba Sánchez Oropeza: en julio de 2018 el Invea fue a verificar y clausuró parcialmente el inmueble de Cuba 86, y fue La Güera de Tepito quien firmó de recibido.
Hay extensa galería fotográfica de la gente que forma parte del grupo que ha operado en Cuba 86. Pero, sencillamente, en el inmueble ya no hay nadie.
En la fotografía, tomada anoche, que aquí comparto, se observa la vecindad iluminada, sin vigilancia, abierta de par en par como esperando el retorno de sus antiguos propietarios.
Todo volverá a ocurrir mientras los “pesos pesados” de Cuba 86 sigan libres y el inmueble continúe abierto a esa forma de normalidad que son la violencia y la ilegalidad.
“Extinción de dominio”, claman desesperados vecinos y comerciantes.