Opinión

“Dos años, no sé quién me mandó matar, no sé por qué”

Héctor De Mauleón

Señalar simplemente al Cártel Jalisco es una manera cómoda de no llegar a ningún lado en el caso de Ciro Gómez Levya

Según Armando Escárcega, El Patrón, el mismo que contrató a la célula de ejecución que la noche del 15 de diciembre de 2022 intentó asesinar al periodista Ciro Gómez Leyva, la orden de llevar a cabo el atentado vino de la cúpula del Cártel Jalisco Nueva Generación.

Fue dictada por Nemesio Oseguera, El Mencho, y transmitida por Ricardo Ruiz Velasco, El Doble R, jefe de plaza en Aguascalientes, Michoacán, Guanajuato y San Luis Potosí.

Un mando de segundo nivel habría buscado a Escárcega, por órdenes del Doble R, para que ayudara a orquestar el asesinato del periodista.

Según la versión del propio Escárcega, entregada a personal de la Fiscalía General de la República, dicho mando señaló que al Mencho y al Doble R, Gómez Leyva “ya los traía hasta la verga”.

Luego de pasar un tiempo en la cárcel, a la que llegó en 2018 acusado de extorsión, Escárcega, que había trabajado en diversos despachos de abogados, decidió abandonar la Ciudad de México para instalarse en Aguascalientes.

De acuerdo con fuentes de la fiscalía, en dicha ciudad mantuvo contacto con personajes del Cártel Jalisco que se acercaron a pedirle consejo profesional, Escárcega lo dio. Y como su consejo dio buenos resultados, volvieron a buscarlo una vez más, y lo siguieron buscando, ya como hombre de confianza.

Algunos asuntos se los pagaron con droga; algunos otros, con armas.

Ha dicho que cuando le plantearon lo de Gómez Leyva no pudo negarse. Reclutó a los integrantes de una célula criminal dedicada al sicariato, la extorsión y el narcomenudeo, que operaba en Iztacalco y Venustiano Carranza, y que había formado parte del grupo de Juan Balta.

Uno de los integrantes de la célula, apodado El Bart, que fue quien disparó contra el periodista, relató más tarde en una entrevista con Saskia Niño de Rivera que el personaje que lo inició en la vida criminal como “vendedor de vicio” lo había amenazado con matarlos, a él y a su padre, si no “daba de baja” a su primer “paciente”. El Bart llevaba más de 20 muertos en su nómina cuando recibió la orden de ir contra Gómez Leyva. Le dijo a Niño de Rivera que los periodistas, “por querer sacar su nota, se meten con quien no deben o hablan de más. No se ponen a pensar que tal vez estas personas tengan un paro más arriba que ellos”. No hizo, sin embargo, referencia alguna al personaje o al grupo criminal que lo contrató.

Escárcega, conocido como El Patrón, dijo que no cobró por el favor y que se limitó a coordinar al grupo de sicarios que la noche del 15 de diciembre actuó en una calle de la colonia Florida.

Tras el atentado fallido se reunió con los sicarios en un Toks cercano a Tepotzotlán, según dio a conocer la reportera Miriam Moreno. Ese día, El Patrón estuvo a la vista de agentes de investigación encubiertos que sin embargo no lo detuvieron: huyó a Estados Unidos, donde fue detenido año y medio más tarde y en donde hizo todo lo posible para no volver a México. Pidió asilo político o al menos un juicio largo a fin de evitar la extradición. Alegó que tenía miedo de que lo silenciaran.

Están por cumplirse dos años del atentado.

En su columna publicada ayer en Excélsior, Ciro Gómez Leyva hizo un rápido resumen del caso: 14 personas encarceladas, cuatro mujeres que ya salieron de la cárcel mediante juicios abreviados y cinco hombres que están dispuestos a reconocer el delito de tentativa de homicidio a cambio de una pena menor.

Se sabe que El Patrón se negó a solicitar la vía del juicio abreviado. ¿Por qué?

En todo caso, Gómez Leyva no se muestra optimista “en cuanto a que con él (El Patrón) se logre avanzar mayormente”.

El periodista se fue de México desde octubre. Con 14 detenidos, la inmensa mayoría personajes menores a los que nada vincula con el Cártel Jalisco, sigue sin conocer el móvil del atentado, continúa sin saber a ciencia quién y por qué dio la orden de asesinarlo.

Se entiende su desencanto. Señalar simplemente al Cártel Jalisco es una manera cómoda de no llegar a ningún lado.

¿Existe en realidad ese personaje de segundo nivel que según Escárcega le dio la orden de operar el asesinato de Gómez Leyva? ¿Cuál fue la nota o cuáles fueron las notas que provocaron la ira de los capos?

Dos años después solo están los testimonios de gente que ignora al servicio de quién salió a matar, y la versión de que hubo alguien, más arriba del Patrón, interesado en cortar la vida del periodista.

Gómez Leyva afirma que conoce el contenido de la declaración completa de Escárcega y que “solo porque es lo mejor para el desarrollo del caso” ha decidido reservársela por lo pronto.

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