Supervía: termina espera de 9 años

La carretera tendrá una inversión de 6 mil 500 mdp y reducirá de 6 a 2 horas y media el traslado de la capital a Puerto Escondido.

De los 104 kilómetros que comprenden la supercarretera, en un principio de avanzó solo 50% y en varios tramos el pavimento desapareció. Fotos: EDWIN HERNÁNDEZ/ EL UNIVERSAL
Especiales 09/04/2018 12:20 Ismael García Ejutla de Crespo, Oaxaca. Actualizada 18:31

“¡Qué van a ayudar! Acá siempre nos prometieron apoyos por la construcción de la carretera, pero nada. Mire, por las vibraciones de las explosiones mi casa se cuarteó y hasta ahora no hay ayuda”, eso dice con enfado  Gudelia, campesina habitante de Santiago Yogana, municipio que abarca el inicio de la supercarretera Oaxaca-Costa, y cuya casa está a unos metros de un enorme puente inconcluso, sobre el lecho de un río del mismo nombre.

Su única esperanza es el campo, en que haya trabajo para su marido, mientras ella y su hija mayor pastorean su poco ganado: dos bueyes, una vaca, un becerro y unos cinco chivos, todo su patrimonio.

La obra vial que enlazará de manera rápida a la capital con destinos de playa del litoral en el Pacífico fue anunciada hace una década; la iniciaron hace ocho años, quedó trunca y el actual gobierno estatal anunció su reinicio, con una inversión aproximada de 6  mil 500 millones de pesos, a través de Banobras.

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Los imponderables son muchos para el atraso en los trabajos: exigencias de los pueblos en el trazo carretero para ser beneficiados con obras extras; disputas agrarias —como la de San Vicente Coatlán con Sola de Vega—; siembra de enervantes; hallazgo de vestigios arqueológicos y la quiebra de Ingenieros Civiles Asociados (ICA) —la primera concesionaria—, desde hace dos años.

De los 104 kilómetros que comprende, se avanzó únicamente  56%  y en varios tramos el pavimento desapareció; en otros, taludes de tierra bloquean parte de la vialidad y en unos más, toneladas de fierro se oxidan tras el abandono. “Se va a concluir entre 15 y 20 meses”, ofreció el gobernador Alejandro Murat el pasado 27 de marzo, en la localidad de Barranca Larga, Ejutla, al dar inicio a los trabajos. Una vez terminada, la supercarretera reduciría de seis horas a dos horas y media el traslado entre la capital oaxaqueña y Puerto Escondido.

Tortuoso inicio

Fue en marzo de 2008  que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) publicó la convocatoria de licitación de la obra, que ganó el Grupo Omega, un conglomerado de empresas; en 2009, penúltimo año del gobierno de Ulises Ruiz, comenzaron los trabajos, pero en ese sexenio únicamente se avanzó un 3%.

En un comunicado, el 16 de abril de 2012, ICA anunció la adquisición de la concesión Barranca Larga-Ventanilla a través de una subsidiaria; el contrato incluía la construcción, operación, explotación y mantenimiento de la autopista de 104 kilómetros de longitud por un periodo de 30 años. Pero los trabajos avanzaron de manera lenta, hasta que se detuvieron en el año 2015.  En noviembre del año pasado, ICA se declaró en quiebra, cedió los derechos y exigía una indemnización de mil 500 millones de pesos por dejar la obra, que fue retomada por el Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin); desde 2017, el gobernador Alejandro Murat ya había gestionado al menos 3 mil millones de pesos, a través de esa figura financiera gubernamental, para iniciar los trabajos.

Danza de dinero

Sin embargo, en ocho años los costos también se incrementaron. En diciembre pasado, EL UNIVERSAL Oaxaca informó que el Fonadin aceptó pagar las deudas adquiridas por la empresa ICA para la construcción, operación y explotación del tramo Barranca Larga-Ventanilla, de la supercarretera Oaxaca-Puerto Escondido, de acuerdo con el contrato de cesión de derechos y obligaciones de la concesión que se le otorgó a esta empresa, a través de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT).

Con la firma del contrato con fecha 27 de octubre de 2017, pero firmado hasta el 14 de noviembre, el Fonadin se comprometió a pagar el saldo insoluto, intereses y cualesquiera otras cantidades que se adeuden al Banco Nacional de Obras y Servicios (Banobras) en términos del Crédito Preferente y de la Carta de Pago del Crédito Preferente, “liberando al cedente de cualquier obligación de pago, derivada del mismo”.

El Crédito Preferente al que se refiere es al obtenido el 15 de junio de 2012 con Banobras, por la cantidad de mil 368 millones de pesos, según el documento al que tuvo acceso EL UNIVERSAL.

De la mismo forma, aceptó asumir el pago del Crédito Subordinado y todas las obligaciones que del mismo se derivan hacia la empresa, “mediante la suscripción del Convenio de Extinción del Crédito Subordinado”, el cual se adquirió con el mismo Fonadin el 15 de junio de 2012, por la cantidad de mil 200 millones de pesos.

El argumento de ICA para abandonar los trabajos fue porque  “se han suscitado diversos eventos de carácter social, como bloqueos y acciones violentas, por algunas comunidades del estado de Oaxaca que impidieron la continuidad de la ejecución de las obras del tramo carretero”.

El 15 de noviembre 2010, en su mensaje por el Sexto Informe, Ulises Ruiz dijo que el Proyecto de Prestación por Servicios (PPS), contratado entre ICA y el gobierno federal, garantizan los 9  mil 500 millones de pesos para la terminación de dos supercarreteras: Oaxaca-Istmo y Oaxaca-Costa, este último con 4 mil 850 millones de pesos.

La primera estimación de la obra, por 2 mil 500 millones de pesos en 2009, fue de la empresa Omega Corporation, pero después adujo complicaciones financieras y elevó el costo a 4 mil 600 millones de pesos.

Luego de retomarla ICA, ésta dijo que la vía tendría un costo de 5 mil 300 millones de pesos.

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Las promesas

El 5 de agosto de 2012, el gobierno de Cué retomó los trabajos “después de vencer complicados obstáculos técnicos, legales y financieros que por más de una década impidieron su realización”; la vía a la Costa, dijo, entraría en operación en 2014.

Para el 30 de enero de 2015, el entonces gobernador insistió en que la obra quedaría concluida en su mandato.

Durante un acto, con la presencia del director general de Ingenieros Civiles Asociados (ICA), Alonso Quintana Kawage, se comprometió a conculir los trabajos  antes que finalizara el año 2015, según refirió en un comunicado.

Retoman compromiso

En el inicio de su mandato, el 1 de diciembre de 2016, el gobernador Alejandro Murat ofreció retomar la obra y concluirla en su administración;  el año   2017 fue de   gestiones ante instancias federales y a finales del año pasado anunció haber logrado 3 mil millones de pesos, a través del Fonadin.

Finalmente, el pasado 27 de marzo, en la localidad de Barranca Larga, Ejutla —donde inician los 104.27 kilómetros de la supercarretera, que concluye en Ventanilla, Santa María Tonameca, cercana a Puerto Escondido—, Murat y el titular de la SCT, Gerardo Ruiz Esparza, anunciaron el reinicio de los trabajos. Tendrá una inversión de 6 mil 500 millones de pesos;  se realizará a través del Banco Nacional de Obras y Servicios (Banobras) y con recursos del Fondo Nacional de Infraestructuras (Fonadin), informó el secretario.

De acuerdo con el delegado de la SCT, Javier Lazcano,  se crearán mil 800 empleos directos y alrededor de 3  mil 300 indirectos; la población beneficiada será de 100 mil 767 personas que habitan en los municipios de Ejutla de Crespo, Santiago Yogana, San Vicente Coatlán, Miahuatlán de Porfirio Díaz, San Pablo Coatlán, San Sebastián Coatlán y Santa María Colotepec.

Se estima que habrá un tránsito promedio de  4  mil vehículos.

Entre los trabajos que comprenden se encuentran la construcción de 10 estructuras mayores, un viaducto, 64 pasos a desnivel, nueve entronques, tres rampas de emergencia y tres túneles, así como dos plazas de cobro.

Por su parte, el gobernador Alejandro Murat Hinojosa informó que  una vez concluida la vía federal permirtirá no sólo el tránsito ágil de vehículos, sino detonará la inversión y el desarrollo, al permitir el paso rápido del transporte de carga. El mandatario estatal   agradeció al gobierno de la República y al presidente Enrique Peña Nieto todo el respaldo a su administración para seguir generando más empleo e inversión para el estado de  Oaxaca.

Por lo pronto, aún con su enojo,  Gudelia tiene esperanzas de que el reinicio de los trabajos traiga de nuevo empleos, “aunque sea de chalán”, pues el árido campo no da maíz de temporal suficiente para comer y refiere que tampoco   hay pastura para los animales.

“Cuando trabajaban, aunque causaron daños a mi casa, pero cuando menos había trabajo para nuestros paisanos; ojalá que sí cumplan, ojalá que podamos tener un dinerito para mantener a la familia”, dice esperanzada.

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