Inflación obliga a población del Istmo de Oaxaca a sacrificar ganancias y buena alimentación
Desde 2006, Tehuantepec registra de nuevo la variación más alta en el Índice Nacional de Precios al Consumidor de unos 150 municipios del país que mide el Inegi
Juchitán.– Doña Rosy se muestra sorprendida al regresar del mercado, porque en sólo una semana subieron los precios del kilogramo de cebolla, la docena de plátanos machos y las piezas de aguacate, al igual que las carnes de res, cerdo y pollo. “¡No es posible!”, exclama mientras revisa la desgastada cartera de plástico, donde sólo le quedan monedas.
Desde la segunda quincena de agosto, diversos productos destinados a la alimentación básica y otros como el café, la sal, el aceite comestible y el papel de baño, comenzaron a aumentar de precio, explica doña Gabriela, quien cada mes pelea con las variaciones en el precio del tanque de gas de 20 kilos: “ahora me costó 455 pesos, ya bajó 45 pesos menos. ¿Cómo estará al otro mes?”, pregunta.
Como desde 2006, de nueva cuenta el municipio de Santo Domingo Tehuantepec, en la región del Istmo, registra la variación más alta, de 0.91, en el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), de unos 150 municipios del país que mide el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi).
A final de cuentas, el aumento de precios en los alimentos y productos en este municipio también impacta a otros de la región, como Salina Cruz y Juchitán de Zaragoza.
“¿La verdad… la verdad?, no conozco nada de eso del índice de no sé qué”, comenta doña Elva, quien se alista para el regreso a clases, pues ella se dedica a la venta de bocadillos como tacos, tostadas y tortas en las escuelas de Juchitán.
“Fui a apartar carne molida, y ya me dijeron que los precios de ahora subieron un poco más que los que tenían en agosto del año pasado”, dice.
El empresario y comerciante juchiteco José Ramón Caraveo denuncia que “ninguna autoridad federal o estatal comprendió la lección que nos dejó, a la sociedad en general, el largo conflicto que se vivió en Oaxaca durante 2006 y los años siguientes, donde los bloqueos de carreteras incrementaron los precios de los fletes y por ende los precios de las mercancías y del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC)”.
Si en ese entonces, el flete de un camión de papelería de harina de maíz o de papas costaba 60 mil pesos, con los bloqueos de carreteras que duraban varios días, con la mercancía varada en la carretera, el precio se duplicaba a 120 mil pesos, desde México o de cualquier otro punto del centro del país, al Istmo.
Desde entonces, explica el empresario, es el consumidor quien absorbe los incrementos, en detrimento de su bolsillo.
Un golpe a la economía local
Doña Rosy tiene una familia de cuatro personas, su esposo, una hija, el nieto y ella. Hasta hace tres semanas, iba al mercado cada tres días y entre carnes, verduras y frutas, gastaba 300 pesos; no obstante, a partir de los días finales de agosto gasta casi 500 pesos, sin incluir la compra de dos kilos de tortilla por día, que cuestan 52 pesos, y unos seis huevos blancos de gallina, por 20.
En esta semana que pasó, cuenta, casi se pelea con su amiga doña Elena, quien lleva más de 20 años vendiendo en el mercado zonal de la ciudad, porque el kilo de cebolla se lo vendió a 20 pesos. “¿Hace unos días me dio el kilo a 10 pesos y ahora está a 20?”, dice que le reclamó.
“El flete de los sacos de cebolla ahora aumentó”, le respondió la marchanta.
“Todo está aumentando de precio”, insiste por su parte doña Elena, quien comenta que está sacrificando sus ganancias para no perder a su clientela de más de 20 años.
El kilo de aguacate, detalla, volvió a subir de 60 a 120 pesos, mientras que el plátano macho estaba a 50 la docena, ahora vale el doble, 100 pesos.
Apenas pasan de las nueve de la mañana y en el puesto o caseta de don Luis, los clientes se arremolinan. Unos van por el kilo de filete que ahora cuesta 170 pesos, 30 más que hace unos días; otros buscan la carne con hueso que ronda los 130, cuando antes se vendía en 100 pesos. “¿Qué le vamos hacer?”, interroga. “Sí, ¿qué le vamos hacer?”, responden sus clientes.
Doña Amelia comenta que también la carne de cerdo sigue aumentando. El kilo, explica, estaba en 120 pesos, ahora alcanza los 140. Para una familia de cuatro integrantes, apenas si alcanza para una sentada. Ella es profesora; no obstante, con todo y sueldo, apenas le alcanza para la comida. “¿Cómo le harán las personas que ganan el salario mínimo o menos?”, pregunta y se queda sin respuesta.
La esperanza de muchas familias istmeñas está en el regreso a clases presenciales: una vez que se restablezca la venta alrededor de las escuelas.
“Entonces, tendremos otros ingresos y podremos comprar una que otra fruta y verdura para complementar las carnes de res, cerdo y pollo y los pescados que siguen subiendo de precio”, indica doña Elva.
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