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Cuando se habla de comida oaxaqueña, es imposible no pensar en aromas intensos, técnicas ancestrales y sabores inconfundibles. En el corazón de esta cocina se encuentra un producto tan humilde como poderoso: el chorizo oaxaqueño. Pero ¿Qué lo hace diferente de otros embutidos? ¿Por qué es esencial en platillos como las tlayudas? Aquí te lo contamos.
¿Qué es el chorizo?
De acuerdo con Larousse Cocina, el chorizo es un embutido de origen español, elaborado a base de carne de cerdo picada, condimentada con especias, chiles y vinagre. En su país natal suele secarse por semanas e incluso meses, tiene una textura firme y se consume en rebanadas.
Sin embargo, cuando este alimento llegó a México, tras la conquista, fue transformado profundamente. En el preparación se incorporó el chile y se prefirió una preparación más fresca, suave y altamente especiada. Así nació el chorizo mexicano: un producto que se adapta a los sabores regionales y que rara vez se conserva por periodos largos.
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¿Cómo se elabora el chorizo oaxaqueño?
El chorizo oaxaqueño es una variante local que se distingue por su mezcla de ingredientes, su preparación artesanal y su sabor inconfundible. En regiones como los Valles Centrales, la receta incluye carne de cerdo con grasa molida, chile guajillo, ajo, clavo, canela, vinagre de frutas y una selección de hierbas de olor como orégano, laurel y mejorana.
Después de reposar la mezcla, se embute en segmentos pequeños de unos cuatro centímetros, se cuelga y se deja orear durante unos días. El resultado: un chorizo suave, jugoso, de color rojo intenso y con un sabor especiado, picante pero no agresivo.
¿Qué diferencia al chorizo oaxaqueño de otros?
A diferencia del chorizo español —seco y firme— o de otras versiones mexicanas —más grasosas o condimentadas con achiote—, el chorizo oaxaqueño destaca por:
- Su equilibrio entre especias y acidez, gracias al uso de vinagre de frutas.
- Su preparación artesanal, muchas veces sin maquinaria industrial.
- Su consistencia suave, ideal para cocinarlo asado, frito o en salsas.
- Su versatilidad: se vende embutido, en bola, como longaniza o incluso sin tripa, bajo el nombre de “masita”.
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¿Cómo se come el chorizo oaxaqueño?
Este chorizo forma parte de muchos platillos tradicionales del estado. Aparece en enchiladas, entomatadas, frijoles puercos, molotes y hasta en desayunos acompañando huevos o en omelettes.
Pero uno de sus usos más celebrados es en la tlayuda, ese icónico platillo oaxaqueño hecho con una gran tortilla crujiente, frijoles refritos, quesillo y diversos acompañamientos.
¿Por qué es tan importante en las tlayudas?
El chorizo oaxaqueño aporta un contraste irresistible al resto de ingredientes de la tlayuda: su sabor profundo realza los frijoles, el quesillo y las verduras. Puede servirse desmenuzado, en trozos o en su forma entera, ligeramente asado al carbón, como se hace en los mercados tradicionales de Oaxaca.
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En lugares como el mercado 20 de Noviembre o el mercado Benito Juárez, los comensales eligen sus ingredientes y los ven cocinarse frente a ellos, impregnados por el humo y la tradición. El chorizo es uno de los más solicitados y no es para menos: su aroma en el anafre es irresistible.
¿Qué representa el chorizo oaxaqueño para la gastronomía mexicana?
Más allá de su sabor, el chorizo oaxaqueño es una expresión viva de identidad. Forma parte de una cocina que ha sido reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO y que, desde 2008, también ostenta ese título a nivel estatal.
Preservar su preparación tradicional es preservar la historia de una región que resiste al olvido a través del sabor. Cada bocado de chorizo oaxaqueño cuenta una historia.