En Oaxaca, el mezcal es mucho más que una bebida espirituosa: es herencia, es identidad y es una de las expresiones culturales más fuertes del estado. Su producción artesanal representa siglos de saber transmitido entre generaciones, de la tierra al alambique, y de ahí al corazón de quienes lo prueban.

Cada sorbo contiene historias de resistencia, sabiduría ancestral y conexión profunda con el territorio.

El mezcal oaxaqueño ha ganado prestigio nacional e internacional, en buena medida gracias a su diversidad de sabores, sus procesos tradicionales y su estrecho vínculo con las comunidades indígenas que lo elaboran. Pero hay un lugar, en específico, donde esta tradición se vive de forma más intensa y cotidiana.

Foto: Gustavo Romero Monterroza - Pexels.
Foto: Gustavo Romero Monterroza - Pexels.

¿Dónde se encuentra la cuna del mezcal artesanal?

A tan sólo 45 minutos de la ciudad de Oaxaca, enclavado en los Valles Centrales y rodeado por un mar de agaves, se encuentra un pequeño pueblo zapoteca que lleva con orgullo un título que lo distingue en el mundo entero. Es aquí donde la producción del mezcal no es una actividad económica más, sino una forma de vida que lo envuelve todo: la familia, la tierra, la historia, las celebraciones y hasta la arquitectura.

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Santiago Matatlán, con su paisaje marcado por extensos campos de agave espadín y un aire impregnado del aroma del horno de piedra, es considerado la Capital Mundial del Mezcal. Este reconocimiento no es una etiqueta turística ni una mera distinción simbólica, es la consecuencia de generaciones dedicadas a perfeccionar un arte que se ha vuelto emblema de México.

Foto: Los Muertos Crew - Pexels.
Foto: Los Muertos Crew - Pexels.

¿Cómo se produce el mezcal en Santiago Matatlán?

En Matatlán, el mezcal se produce como hace siglos: con paciencia, respeto por el agave y manos expertas. Las piñas cocidas en hornos cónicos de piedra se muelen en tahonas giradas por mulas o caballos, luego se fermentan en tinas de madera y finalmente se destilan en alambiques de cobre o barro.

Todo el proceso es visible en los numerosos palenques del pueblo, muchos de los cuales reciben a visitantes para mostrarles cada etapa de la producción.

La experiencia no se limita a observar: se puede participar en talleres de jima, catar distintas variedades de mezcal, como tobalá, cuishe o tepeztate, recorrer los campos de agave y escuchar directamente de los maestros mezcaleros las historias y técnicas que han heredado de sus abuelos.

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Foto: Oaxaca Travel.
Foto: Oaxaca Travel.

¿Qué más ofrece Santiago Matatlán al visitante?

Además del mezcal, Matatlán conserva una fuerte identidad cultural zapoteca. En su templo de Santiago Apóstol, del siglo XVII, se puede apreciar un altar mayor de estilo churrigueresco que es una joya del arte barroco.

También se puede visitar el Museo Comunitario “Ta Guiil Re’ñ”, donde hay una sala dedicada exclusivamente a la historia y producción del mezcal, así como exposiciones de piezas arqueológicas locales.

Durante las fiestas patronales y la Feria Anual del Mezcal, el pueblo se llena de música, danzas tradicionales, muestras gastronómicas, talleres artesanales y recorridos entre magueyes. Estos eventos no sólo celebran la bebida, sino el entramado cultural y comunitario que la hace posible.

Foto: Israel Torres - Pexels.
Foto: Israel Torres - Pexels.

¿Por qué se considera a Matatlán como la capital mundial del mezcal?

El título no es gratuito. Santiago Matatlán produce un volumen significativo del mezcal oaxaqueño, mantiene métodos ancestrales en su elaboración y ha forjado una identidad comunitaria en torno a esta bebida.

Aquí, el mezcal es símbolo de unidad, de conocimiento compartido y de orgullo local. Además, es un motor económico que sostiene a cientos de familias y conecta al pueblo con el mundo.

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El reconocimiento como Capital Mundial del Mezcal también se ha reforzado en eventos como la Gran Fiesta del Mezcal, celebrada en julio durante el mes de la Guelaguetza, donde se combinan tradiciones, expresiones artísticas, conferencias, talleres sensoriales y la oportunidad de convivir con quienes hacen posible esta bebida.

¿Por qué visitar Santiago Matatlán?

Quienes visitan Matatlán no sólo descubren cómo se hace el mezcal; descubren por qué se hace, para quién se hace y con qué espíritu. Aquí no hay producción en serie ni maquila: cada botella refleja el esfuerzo de familias enteras, el valor de la tierra y la permanencia de una tradición que ha resistido el paso del tiempo.

En un mundo donde la industrialización tiende a uniformar sabores y prácticas, Santiago Matatlán ofrece una experiencia genuina, donde el mezcal sigue siendo una bebida ligada a la tierra, al ritual y a la comunidad.

Así que la próxima vez que te preguntes de dónde viene ese mezcal que tanto disfrutas, recuerda que hay un pueblo zapoteca donde todo comienza.

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