Se trata de unas 700 obras de arte que están resguardadas en una bodega y que desde el 28 de enero nadie había tenido acceso al lugar, por lo que los trabajadores advirtieron que están en riesgo.
Cecilia Mingüer, la aún directora del espacio, explica que hace un mes habían concertado una reunión con la mesa directiva de la Asociación Amigos del MACO, para plantear la situación del acervo artístico del museo, pero la mesa directiva no llegó.
La reunión pretendía un dictamen sobre el acervo y su estado actual, pero sólo llegó una persona y aunque tenía buena disposición, explica que sin la mesa directiva no se puede avanzar.
La preocupación, indica, es que la bodega puede ser invadida por fauna nociva, por lo que un inventario es necesario, en caso de que haya daños y faltantes.
“El diálogo está cerrado. Ellos no han querido abrirse y no entendemos cuál es la situación o qué es lo que los motiva a hacer esto”.
Lo anterior, no sólo pone en riesgo a los trabajadores por falta de pago, sino también a la colección del museo:
“Seguimos siendo objeto de hostigamiento a través de la Policía Auxiliar a cargo de la seguridad del museo y la bodega. Queríamos acordar trabajar en conjunto y retomar la confianza”, afirmó la directora poco antes del desalojo por la fuerza.
Tras el cierre intempestivo del museo al público por orden de la asociación, medida que se aseguró que será temporal, se anunció una auditoría interna del museo, pero no se ha dado a conocer más información sobre el acervo del espacio.