El mercado indígena que reúne a mujeres zapotecas e ikoots de Oaxaca el Día de la Candelaria

Por la pandemia este año muchas comerciantes de Juchitán no acudirán al encuentro de sus hermanas de San Mateo del Mar

El mercado indígena que reúne a mujeres zapotecas e ikoots de Oaxaca el Día de la Candelaria
Foto: Roselia Chaca
Municipios 02/02/2021 08:59 Oaxaca Actualizada 19:15

Juchitán de Zaragoza.– Durante los últimos  15 años de su vida,  Francisca Guendolay no ha dejado de asistir uno solo  a la fiesta de la Virgen de la Candelaria, una de las festividades principales que se celebran en  San Mateo del Mar,  a ofrecer sus dulces en compañía de otras comerciantes zapotecas

No dejo de ir ni siquiera cuando detonó el conflicto territorial  de esta comunidad  habitada por pescadores ikoots  con los habitantes  de Santa María del Mar, pueblo hermano,  que dejó casas quemadas,  enfrentamientos a muerte y un encono que se prolonga desde hace una década y  hasta el día de hoy. 

 Sólo el miedo que le causa ver morir de repente a sus conocidos por un virus extraño fue  lo que pudo frenar su puntal asistencia a uno de los mercados indígenas más importante de la franja de tierra donde se asientan los municipios  del  Istmo de Tehuantepec.  

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Foto: Roselia Chaca

Francisca es una mujer zapoteca de 80 años, cuyo oficio principal es el comercio de dulces, flores y panes  en el mercado de Juchitán. Esos productos  también los vende  en las fiestas patronales  de los pueblos de la región y en los espacios de peregrinación, donde depositan su fe los creyentes que llegan desde  lejos.  

Pero desde que comenzó la etapa crítica de la pandemia y el  fuerte rebrote de contagios, Francisca  suspendió sus viajes, su vendimia y se resguarda lo mejor que puede en su casa, rogando que el Covid-19 no trastoque las fronteras y la seguridad de  su hogar. 

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"Yo dejé de vender en los pueblos desde que comenzó el año, primero porque muchos cancelaron sus fiestas; segundo, porque mis hijos me lo prohíben. Además mucha gente asiste y es muy riesgoso”, cuenta  Francisca desde el patio de su casa.

La comerciante enumera todas las festividades a las que  la pandemia le ha impedido asistir para ganarse el sustento con sus dulces. 

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Foto: Roselia Chaca

 “No fui a la fiesta del Cristo Negro en Xadani, aunque se realizó. Tampoco  fui al de la Pasión Palo Grande en Álvaro Obregón, y no iré a la de San Mateo del Mar aunque sí se va a festejar. Prefiero estar aquí pobremente, pero viva", dice convencida. 

Importancia económica y cultural

La celebración de la Virgen de la Candelaria en San Mateo del Mar, comunidad habitada por el pueblo ikoots que se extiende en una delgada franja de tierra entre dos mares,     es una de las fiestas  de mayor importancia económica  y cultural  en la región, pues atrae a comerciantes desde  otros  puntos del Istmo.

Así, los habitantes de San Mateo del Mar, donde  según datos del Censo  población y Vivienda del 2020 del Inegi más del 90% conservan la lengua ombeayiüts, conviven   con las mujeres  zapotecas y su tradición comercial que ha convertido a Juchitán en el corazón económico de la región.       

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Todos los años, por ejemplo, las mujeres juchitecas  se organiza entre comerciantes y rentan una camioneta para que las traslade desde esta ciudad zapoteca  hasta la zona que habitan los ikoots, frente al mar. Allí están por espacio de seis días,  desde el 30 de enero  y hasta el 4 de febrero. 

Instalan  su campamento por las noches en la explanada del pueblo, en el mismo lugar que durante el día se convierte en un gran y colorido mercado indígena, donde lo mismo se venden chivos, iguanas, armadillos, patos, guajolotes, panes, camarones, pescados, toda la producción que nace de la agricultura de sus  traspatios, que  artesanías, textiles  y dulces, como los que elabora y comercia  Francisca.

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Foto: Roselia Chaca

Mientras que en  la entrada de la iglesia de San Mateo, santo patrono, una hilera de señoras ofrecen pequeños racimos de flores y  albahaca, así como  velas para depositar a los pies de la Virgen de la Candelaria, cuyo nicho está al fondo del altar de la iglesia. 

En esta ocasión la fiesta se realizará a pesar de la advertencia lanzada por los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO) que  prohibe   en todo el territorio oaxaqueño las fiestas patronales y  religiosa, así como toda  reunión  social que aglomere personas.

 En el caso de esta  fiesta en honor a la Virgen de la  Candelaria, pueden llegar a  reunirse   más de 10 mil personas por día el 1 y 2 de febrero. Aunque en la misma comunidad  se pedía la no realización, finalmente  se llevará a cabo con los habitantes, pero  sin otros eventos como  bailes masivos.

"Muchas de mis compañeras no irán a vender este año porque  está crítica la situación, pero algunas irán porque es mucha la necesidad", explica Francisca cuando se le pregunta si las comerciantes zapotecas acudieran al encuentro con las ikoots. 

En realidad, su asistencia es protagónica, pues  muchas mujeres de San Mateo del Mar aprovechan el momento para realizar prácticas comerciales  que no requieren de la moneda, como el   trueque que realizan con  las zapotecas de San Blas Atempa, Álvaro Obregón , Ejido Zapata , Huilotepec y Juchitán.

En esta especie de disidencia económica, el intercambio se da sobre todo entre productos del mar por verduras, fruta, comida o ropa. También es muy vistosa la venta de los productos elaborados con palma y caracol que se exhiben en el suelo.

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