Juchitán de Zaragoza—. El sol marca más de mediodía. Bajo un pequeño árbol de almendro que con su sombra ahuyenta el calor de 38 grados, una persona desciende de un mototaxi, sin apagar el motor. Del otro lado de la reja metálica, el dueño de la miscelánea mira con cautela por todos lados. La conversación entre los dos es breve.
“¿Cuánto cuesta el paquete de seis cervezas?”, pregunta el conductor de la unidad de mototaxi. A lo que el dueño de la pequeña tienda responde: “¡170 pesos!”, con prontitud y aparente enojo.
“Nadie ignora que en tiempos de la pandemia los precios de todas las cosas, susceptibles de consumo, suben de valor. Ocurre con los huevos de gallina, los tomates, los aguacates, las tortillas y los chiles. ¿Por qué no subiría de precio la cerveza?”, pregunta Juan, dueño de la tiendita.
El abuso tiene carta de naturalidad. Nadie vigila, nadie supervisa, nadie sanciona y nadie frena el enorme daño que causa en la economía de la población.
Foto: Roselia Chaca
Pero hay excepciones en la región del Istmo. Con la mitad de la población de Juchitán, a unos 50 kilómetros al norte de esta ciudad zapoteca se localiza Matías Romero, donde las autoridades municipales descartaron la prohibición de la venta de bebidas alcohólicas.
“Allá no hubo Ley Seca, ¿por qué?”, pegunta Raúl. En aquella ferrocarrilera ciudad, el gobierno municipal se apegó al decreto estatal que sólo restringe el horario de venta de alcohol.
Así como en Matías Romero, también en otros municipios del Istmo de Tehuantepec, como Unión Hidalgo y El Espinal, las autoridades solamente restringieron el horario para la venta de las bebidas alcohólicas hasta las seis de la tarde.
En el Istmo de Tehuantepec no hubo criterios unificados respecto a la venta de cervezas. En el puerto de Salina Cruz, Santo Domingo Tehuantepec, Juchitán y Ciudad Ixtepec las autoridades decretaron Ley Seca, la cual no impidió la venta clandestina de bebidas alcohólicas y facilitó que se elevaran exageradamente los precios.
“Desde que comenzó la cuarentena hemos registrado un incremento en los casos de violencia hacia la mujer y la niñez”, dice la profesora Rogelia González Luis, fundadora del Refugio para Mujeres Víctimas de Violencia China Yodo, quien comenta que las 10 habitaciones del refugio están ocupadas actualmente y tienen bajo protección a 15 niños y 10 niñas.
“La violencia intrafamiliar se ha exacerbado, quizá, por el confinamiento y por la falta de consumo de las bebidas alcohólicas, pero nuestras víctimas vienen de comunidades de la sierra mixe/zapoteca, de los chimalapas, de los pueblos ikoots y, obviamente, de la zona zapoteca. Podría asegurar que la violencia familiar creció siete veces más en comparación de estas fechas con el año pasado”, indica Rogelia.
Por otra parte, la sicóloga Bertha De Gyves considera que el confinamiento genera tanta ansiedad en las personas que causa la necesidad de hacer compras de pánico y, de ahí, se desprende la especulación en los precios y el ocultamiento de los productos. Además, la misma ansiedad provoca mayores trastornos que, en estos momentos, están afectando a miles de familias juchitecas.
Por ejemplo, la sicóloga explica que a partir de la reciente Ley Seca, en la que se ha visto un aumento en el precio de las bebidas alcohólicas, “la gente, con su ansiedad en su punto más alto se ve obligada a pagar el sobreprecio de los productos que necesita e incluso en los que no. Ese es el efecto que ha causado la pandemia: miedo, el cual puede superarse con información científica”, aclara.