En Interoceánico, 4T debe aprender del pasado; "repiten error de imponer un proyecto desde el escritorio", advierten en el Istmo
Campesinos y ganaderos que vivieron el incipiente proceso de industrialización del campo y que una década después atestiguaron el fracaso de todos los proyectos, señalan los riesgos que tienen los programas que promueve el CIIT
Juchitán.— Campesinos y ganaderos que vivieron en los años 70 el incipiente proceso de industrialización del campo istmeño y que una década después atestiguaron el fracaso de todos los proyectos que buscaban impulsar el desarrollo de la región, señalan los riesgos que tienen los programas que promueve el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT), si se diseñan desde los escritorios: si no los consultan, pueden fracasar, advierten.
El primer referente que tienen los campesinos surgió en la década de los 60, con la construcción de la presa Benito Juárez, en Jalapa del Marqués, y la operación del Distrito de Riego 019, de 669 kilómetros de longitud, que nació para irrigar 44 mil hectáreas de 10 municipios.
Actualmente, apenas riega la mitad de la superficie del campo proyectada, porque Petróleos Mexicanos (Pemex) consume el agua para la refinería de Salina Cruz, entre otras causas.
Este fue el primer fracaso en el intento por industrializar el campo en el Istmo de Tehuantepec, cuentan por separado los campesinos Tomás Chiñas Santiago, fundador de la asociación de artesanos Tona Taati, y Porfirio Montero Fuentes, exdirigente de los productores cañeros.
“Allá por 1971, el gobierno echeverrista intentó mecanizar la siembra y cosecha de arroz y caña de azúcar, cultivos que les fueron impuestos a los labriegos”, recuerdan.
Para modernizar la siembra del arroz, la caña y el maíz, el gobierno federal creó, a través del desaparecido Banco de Crédito Ejidal, una central de maquinaria en Juchitán, con un inventario de 500 tractores con todos sus implementos, como sembradoras, surcadoras y fertilizadoras, que se rentaban a precios accesibles para los productores de maíz, caña y arroz.
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En 1989, la central dejó de operar y los tractores fueron llevados a Campeche. Se trató, indican, de un nuevo fracaso que lastimó al campo del Istmo.
“Desde la comodidad de una oficina, a alguien se le ocurrió promover la siembra de 10 mil hectáreas de arroz en 10 municipios del Istmo, pero nunca pensaron que ese cultivo exige agua en cantidades abundantes. El distrito de riego no tuvo la capacidad para surtirla y además, nunca pensaron que la región está a 16 metros sobre el nivel del mar, las tierras arroceras se cubrieron de sal”, detallan.
La planta arrocera Presidente Juárez, destinada a envasar la cosecha de arroz, sólo funcionó entre 1971 a 1975. Tres años después, el gobierno impulsó el cultivo de 12 mil hectáreas de caña y construyó el ingenio José López Portillo, que nació en 1975 para producir 100 mil toneladas de azúcar. La planta cerró en 1992, luego de ser vendida.
Con el cierre del ingenio, que se asentó en 129 hectáreas en el municipio de El Espinal, mil 500 trabajadores se quedaron sin empleos. “¿Por qué fracasaron esos programas?, porque no hubo agua suficiente y nadie tomó en cuenta la opinión de los istmeños y en cambio quisieron ajustar las necesidades del Istmo a las de la industrialización”, responden.
Ante ello, señalan que si el CIIT pretende impulsar el desarrollo del Istmo, debe tomar en cuenta todos los factores que propiciaron el fracaso de los diversos programas del pasado.
“Que no sólo priorice la modernización del Tren Transístmico y del puerto de Salina Cruz, debe voltear hacia la producción regional para insertarla a los nichos de mercado nacional e internacional y debe valorar la opinión de los habitantes del Istmo de Tehuantepec”.
Jorge López Guerra, presidente de la Unión Ganadera Regional del Istmo de Tehuantepec (Ugrit) coincide y lamenta que el CIIT no impulse las actividades del sector primario y tampoco abra nichos de mercado para productores regionales. “Es un error traer industrias que alentarán el abandono del campo y la pesca”, advierte.