Toledo y los papalotes que voló por los 43 normalistas
El pintor, junto con niños de primaria, exigió justicia por caso el Ayotzinapa. “Esta página no pasará nunca, quedará para la historia de la infamia”, decía
Corriendo por el andador turístico y sujetando un papalote con su mano derecha, así es como muchos recordarán al artista plástico Francisco Toledo, pues es sólo una de las imágenes inmortales que reflejan la otra vida que llevó: la de luchador social.
En diciembre de 2014, el pintor oaxaqueño junto con niños de primaria elaboraron y volaron 43 cometas con los rostros de los estudiantes de la Normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, desaparecidos el 26 de septiembre de ese año en Iguala.
Se trató de una forma de protesta para exigir su localización con vida.
Toledo y los niños buscaban así, simbólicamente, a los estudiantes en las alturas del cielo. “Si se les busca bajo tierra, pues busquémoslos arriba también, o que las imágenes estén más cerca de Dios, de alguien que pueda a ayudarnos a encontrarlos”, expresaba hace cinco años.
Esta idea, dijo entonces el maestro, se debía a una costumbre del sur de México propia del Día de Muertos, en la que se vuelan estas creaciones porque se cree “que las almas bajan por el hilo y llegan a la tierra a comer las ofrendas. Luego, vuelven a volar”.
Su interés de involucrar a niños en esta protesta fue para que hechos como la desaparición forzada no se toleren en México: “Que no se olvide, porque esto no debe de olvidarse, es algo muy triste”, señalaba a los tres meses de la desaparición de los 43 estudiantes, entre ellos un oaxaqueño.
De esta manera, volando 43 papalotes por el corazón de la ciudad de Oaxaca, el pintor y activista defendía una de las tantas causas por las que protestó durante su vida. “Eso es una vergüenza que no tiene nombre. Los políticos quieren que se pase página, pero esa página no se podrá pasar nunca, queda para la historia de la infamia”, expresaba Toledo, “el oaxaqueño universal”, quien murió a sus 79 años el pasado 5 de septiembre.