Zapotecos brillan en el mundo del cine
En este universo de realizadores jóvenes sólo existe una mujer: Xóchitl Enríquez Mendoza, quien a sus 28 años ha logrado varios premios por sus cortos de ficción
Para Michael Matus, contar historias siempre fue lo suyo, comenzó organizando propuestas literarias con sus amigos en Juchitán mientras estudiaba Ingeniería Industrial. En ese entonces, hace nueve años, el mundo del cine le era ajeno, pero hoy este joven zapoteca de 30 años es un productor que se abre camino en la realización cinematográfica en el estado y fuera de éste.
Fue uno de esos días no tan comunes en Juchitán, cuando el equipo de producción de la película “Carmín Tropical”, de Rigoberto Perezcano, no conseguía locaciones en el Istmo de Tehuantepec para filmar, por lo que buscó ayuda de autoridades de Cultura de Juchitán, quienes pensaron inmediatamente en Michael.
“‘Carmín Tropical’ fue mi primera película (...) Ocupé el puesto de fixer, se trata una especie de productor que facilita la realización, buscar locaciones, contactos y pone todo lo que se va a utilizar en los rodajes. En cinco meses me enseñaron mucho”, explica el juchiteco con más de 30 producciones en su libro de vida.
Después de esa primera experiencia, comenzó a contactar a otros jóvenes y de esta forma dio con el Campamento Audiovisual Itinerante (CAI), ubicado en la Sierra Juárez, en el que se estimula y fortalece el desarrollo creativo de niños y jóvenes utilizando espacios de formación, difusión y exhibición artística, además de brindar apoyo a la producción de proyectos creativos comunitarios.
Fue aquí donde ganó el desarrollo de su proyecto “Calisis”. No conforme con los campamentos, Michael empezó asistir a productores y directores, y aprendió a utilizar las cámaras y a dirigir. Con esta formación, logró que la Fundación Ford lo becara para la realización de un documental y Fundación Kelloggs lo apoyó para otro dentro del rubro de proyectos de cine latinoamericano.
Ambos proyectos están en posproducción y tiene planeado terminarlos a fin de año; uno de ellos está relacionado con el terremoto de 2017.
El cine comunitario
Michael considera que estudiar cine no es para todo mundo, ya que es una carrera muy costosa, así que la existencia del CAI es la mejor opción para los jóvenes que no cuentan con los recursos económicos para estudiar en el Centro de Capacitación Cinematográfica o en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), cuyo enfoque es el voltear la mirada a las comunidades.
“Existe una nueva mirada de hacer cine desde las comunidades. Por ejemplo, en el Istmo fácil se pueden hacer grandes realizaciones, tenemos locaciones e historias que contar. Hay un boom de gente que se dedica hacer cine, documentales y cortos en la región, que están ganando premios.
“Es cuestión de tiempo para que se vean más producciones de calidad y hasta largometrajes en el Istmo”, confía este zapoteca que ha trabajado lo mismo con el actor norteamericano Edward McGregor que con producciones australianas de televisión.
Michael Matus no es el único cineasta istmeño que se abre paso, también han ganado reconocimientos: Demián López, de Ixtepec; Ernesto Regalado, Fredy Bartolo, Mario Bustillo, de Juchitán, y Xóchitl Enríquez, del Barrio de la Soledad, entre otros.
La única zapoteca
En este universo de realizadores jóvenes sólo existe una mujer: Xóchitl Enríquez Mendoza, originaria del Barrio de la Soledad. A sus 28 años ha logrado varios premios por sus cortos de ficción.
Su primer cortometraje, “Así son las cosas”, fue ganador del Segundo Concurso de Cortometrajes del Instituto Poblano de la Mujer. Además, fue selección Oficial del Festival de Cine Universitario y exhibido por Cinépolis en el mismo estado. En ese mismo año, su corto “Temauki” fue selección oficial en el séptimo Festival de Cine en el Campo y en diferentes certámenes.
Para la directora y productora, abrirse paso en el cine ha sido muy difícil, ya que, refiere, “es un mundo muy elitista y todos los proyectos grandes los acaparan los mismos realizadores que están en cartelera siempre”.
“Estar en el cine es de locos. Hacer tus propios proyectos es aventurado, pueden funcionar o no. Yo he hecho con 3 mil pesos trabajos en mi celular”, explica.
Asimismo, la realizadora lamenta que en Oaxaca no hay apoyos institucionales para cine como para el teatro.
Xóchilt se formó en Puebla, trabajó en la Ciudad de México, pero hace un par de meses regresó a Tehuantepec para terminar el guión de su primer largometraje.