Mole a la Istmeña, una visión empresarial
Actualmente la empresa de Iliana produce 400 kilos de mole al mes, y también lanzó su línea de chocolate.
El mole en polvo “fue un accidente”, confiesa Iliana Santiago Santiago. Pero la constitución de una empresa, a partir de la novedosa presentación de este alimento tradicional de Oaxaca, no lo fue.
Ella es una indígena zapoteca originaria de Unión Hidalgo, municipio del Istmo de Tehuantepec, que siempre soñó con tener su propia empresa y no cesó hasta lograrlo; ahora sueña que llegue a todo el mundo.
Iliana tiene 49 años y desde niña, recuerda, le gustaba el arte culinario. Iliana se mudó a Campeche, Colima, para trabajar en Pemex. Ahí conoció a su actual esposo, pero al poco tiempo, con la llegada de sus hijos, se dedicó al hogar. Ahí empezó a vender cenas, poniendo de frente las recetas típicas del Istmo.
Al poco tiempo, Iliana y su famlia se mudaron a Tabasco donde siguió con su negocio de comida; tenía un molino propio donde creó un mole en polvo. De esto, han pasado unos 20 años.
“El mole en polvo surgió como un accidente, nunca pensé que esto fuera a revolucionar, hasta hace como ocho años en que me entró la inquietud de hacer algo para mi futuro; yo quería crear una empresa, pero no sabía de qué, hasta que dije ‘voy a tomar el mole’”, relata con emoción Iliana.
Siempre con la idea de querer crear algo grande para no quedarse estancada con su negocio de comida, la mujer zapoteca acudió a varias dependencias de gobierno en busca de apoyos. En una de ellas le recomendaron tomar una incubadora, donde brindan asesorías para la creación de una empresa.
Durante las primeras clases, el lenguaje técnico con el que hablaban le parecía incomprensible, por ejemplo, cuando hablaban de innovación.
“Yo le platicaba a mi esposo que la maestra me hablaba de innovación… él me dijo ‘a ti te sale bien el mole en polvo, ¿por qué no lo impulsas?’. Mi mentalidad en ese momento era crear una empresa, no era sólo una visión local, sino algo más allá, que fuera al extranjero y a otras partes del mundo”, narra.
Fue así que nació la empresa Mole la Istmeña, aunque al principio no fue fácil, porque requirió inversión y de estudios sobre cómo impulsar un negocio
“Mi esposo me apoyó muchísimo, pagándome mis colegiaturas para estudiar la incubadora y venir a la ciudad de Oaxaca (...) No tenía el dinero suficiente para quedarme en un hotel, muchas veces me quedaba en la central de autobuses a dormir”, comenta con nostalgia.
Cuando inició su empresa, sólo tenía un molino en el que producía 10 kilos de mole en polvo al mes; luego, obtuvo apoyo de la entonces Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) y del Instituto Nacional para la Economía Social (INAES).
Actualmente, produce entre 300 y 400 kilos al mes y también lanzó una línea de chocolate. Sus productos han llegado a Chihuahua, Chiapas, Campeche, Veracruz, Tabasco, Guanajuato y hasta Arizona, en Estados Unidos.
“¿En dónde no hay una paisana, un paisano? Dicen que hasta en la luna ya estaban los paisanos vendiendo totopo. Yo no quiero llegar a la luna, pero sí quiero llegar a todas las partes del mundo”. Así se lo ha propuesto Iliana.