Opinión

Educación y desigualdad

Eduardo Bautista Martínez

Ante los nuevos cambios legislativos y en la política educativa, resulta importante mirar las condiciones en que se realizan los procesos educativos en el país, en los estados, en las localidades, sin hacer tabla rasa ni generalizar. Habría que considerar dificultades y rezagos históricos acumulados en territorios atravesados por la desigualdad y el predominio de la pobreza.

Por ello resulta relevante comprender el trabajo educativo en condiciones adversas, en zonas de alta y muy alta marginación, que se manifiesta históricamente en la falta de equipamiento y precariedad de cientos de escuelas y comunidades. Atención particular merece el sureste mexicano, que ha resentido en mayor medida las afectaciones de las contingencias, tales como los sismos del 2019 y los huracanes que en los últimos años han devastado su endeble infraestructura educativa además de muchos caminos que comunican a las localidades.

A todos los problemas acumulados por la desigualdad histórica en el sistema educativo, se suman los efectos de la etapa de pandemia, cuando las brechas de desigualdad se abrieron aún más, ante la falta de acceso a equipamiento tecnológico y los problemas de conectividad de una mayoría de estudiantes de zonas rurales e indígenas que literalmente quedaron desconectados.

Con la educación en línea, si bien sectores de zonas urbanas se incorporaron con relativa facilidad y en mejores condiciones, otros sectores habitantes en pueblos y comunidades intgerrumpieron sus actividades educativas, y en el mejor de los casos con el trabajo de profesores que emprendieron iniciativas propias con múltiples esfuerzos. Las consecuencias de la contingencia sanitaria en la educación no solo se observan en el momento presente, sino que seguramente se irán revelando en el transcurso de los siguientes años, e incluso en las décadas por venir.

En balances que se han documentado entre entidades del país, además de ser desiguales respecto a medias nacionales, son desiguales en su interior, y el problema se profundizó afectando a sectores en desventaja y, más aún, ha relegado a las mujeres indígenas, niñas y adolescentes, quienes quedaron en actividades de cuidado de familias y comunidades ante la pandemia. El teletrabajo y la educación en línea no fue ni es para todos, las mujeres indígenas han resentido un aumento de cargas en los hogares, con mayores responsabilidades económicas y ausentismo en escuelas, al grado que tambien podría hablarse de brechas digitales de género.

Tal vez algunos analistas, desconectados de las condiciones sociales y económicas en que ocurren los procesos educativos se refieran únicamente al atraso generalizado en el sistema educativo, a lo que consideran como la falta de calidad de la educación utilizando instrumentos de medición probados en otros contextos, en otras realidades, y que dejan al país, al sureste mexicano y a estados como Guerrero, Oaxaca y Chiapas, por debajo de la media internacional y nacional. Desde allí se tiende a descalificar a un gran sector de educadores y estudiantes que realizan su trabajo en condiciones adversas.

Habría que considerar que desde las evaluaciones y las mediciones estandarizadas, no se consideran las desigualdades sociales y económicas que atraviesan los territorios a lo largo y ancho del país, y no es aceptable comparar a estudiantes de contextos urbanos y en condiciones de privilegio respecto a quienes se forman en zonas rurales, en pueblos y comunidades en condiciones de precariedad, en donde los educandos llegan a las aulas con estómagos vacíos después de caminar brechas y atravesar montes.

Por tanto, es necesario observar que sí es lo que se esta haciendo en condiciones difíciles. Implica valorar el trabajode muchos colectivos de educadores en zonas rurales e indígenas, para ver no solo como se transmiten conocimientos disciplinarios sino también como se construyen redes de cooperación y de solidaridad, como se implica a las comunidades, a los padres y a las madres de familia.

Quienes ejercen la labor docente, de enseñanza aprendizaje a lo largo y ancho del territorio mexicano, seguramente tienen claro que las soluciones a los distintos problemas educativos no llegan desde lo más alto, ni como instrucción, sino que depende del trabajo que cada uno de ellos realiza, y saben que la educación es un proceso complejo, de carácter colectivo, que no depende solamente de leyes o de nuevas políticas.

Doctor en Ciencias Sociales (UAM-X).

Ex Rector UABJO

X: @Bautistaeduardo

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